Una mujer está en peligro, toma discretamente su celular y envía un sticker a un grupo de WhatsApp, minutos después llega una patrulla de policía al lugar donde se encuentra; es de esta forma como el ciberfeminismo se convierte en una herramienta que puede llegar a salvar vidas.
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El casi nuevo término, ciberfeminismo es empleado para describir las acciones e ideas de los colectivos feministas mediante el uso de las redes sociales y la tecnología.
Un ejemplo de la fuerza y alcance del ciberfeminismo ocurrió con la artista interdisciplinaria jalisciense, Elsa Oviedo, quien en la marcha feminista del 8 de marzo, que congregó a más 80 mil participantes en la Ciudad de México, participó con una bandera deconstruida diseñada por ella misma, donde los colores verde y rojo fueron reemplazados por un verde asociado a la libertad, morado por la equidad y blanco por la paz.
Este proyecto que se denominó Revolución, mexicana provocó que cientos de personas tomaran fotografías de Elsa con su bandera, las que se viralizaron y compartieron en redes sociales, que hoy tal vez podría medirse en números K -miles-.
A partir de ahí, surgió un movimiento de apoyo y creatividad entre las mujeres que ya nadie puede detener.
“Un interés personal en conjuntar mi mirada como artista y mi mirada como feminista, digamos que esa fue la médula de la concepción de este proyecto. El impacto ha excedido mi expectativa, de ahí parto ¿hacia dónde va a llegar? Mi cabeza ya está volando”, relató a El Sol de Tampico.
“Ojalá rompa fronteras. Yo no esperaba esta viralidad del símbolo. Lo más importante es la creación de grupos de apoyo; hay grupos en Facebook, en WhatsApp, en Telegram”, agregó.
Explicó que se conformó un sistema de apoyo entre mujeres por medio de stickers que en el fondo es un código para pedir ayuda.
“Acciones de ciberfeminismo, es decir, acciones desde redes sociales, desde la virtualidad pues nos conecta más, elimina ciertas barreras como la distancia, el espacio, amplifica el eco de ciertos mensajes, obviamente tiene límites”, apuntó.
La otra parte del movimiento “Revolución, mexicana”, se trata de una convocatoria que lanzó Elsa para que las mujeres construyan su propia bandera; ya ha recibido 40 propuestas de mujeres originarias de Veracruz, Morelos, Guanajuato, Zacatecas, Sinaloa y Sonora.
“Lo que importa no son los pedazos de tela, sino las personas y sus ideales y lo que surja a raíz de eso, existimos muchas que somos afines a esta búsqueda de la equidad, de la igualdad y de la libertad. Es un llamado al movimiento, es un llamado a la revolución”, puntualizó.
LAS REDES Y EL MOMENTO HISTÓRICO
Si el 3 de julio de 1955, fecha en que las mujeres votaron en México por primera vez hubieran existido Facebook la historia hubiera sido distinta, tampoco hubo Instagram para difundir la activa participación de las mujeres, durante el movimiento estudiantil de 1968.
La psicóloga Nalleli Cedillo, candidata al Doctorado de Humanidades de la Salud por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destacó que en parte por la tecnología, el feminismo vive un tiempo histórico.
"Ahora todo ocurre más rápido, los cambios culturales son muy rápidos, la brecha entre las generaciones es más amplia. Todo mundo trae celular, utiliza internet, todo mundo sabe hacer memes, es por medio de lo cual se comunican las jóvenes, fue muy natural", detalló la integrante del organismo Espiral, Creatividad y Encuentro Social AC.
El ciberfeminismo ha creado, por ejemplo en Facebook, grupos de autoayuda, lo que muestra que hay una aceleración para generar conocimiento.
“Sirve para desahogo, para pedir ayuda, para encontrar conexión con alguien que está viviendo lo mismo que tú y te das cuenta de que no estás loca. La gente sigue a youtubers, blogueros, a gente en Instagram, que dan información”, enfatizó.
Advirtió que el ciberfeminismo también tiene una cara complicada que es el del “hate” y la agresión, en ocasiones extrema, hacia las activistas.
“Se habla mucho de que el patriarcado da un golpe más duro. Gente que se mete a hacer una crítica muy violenta, a querer sabotear casos de compañeras que han sufrido de hackeos amenazas, sobre todo; es muy común recibir amenazas o insultos”, sostuvo.
“Vale la pena recordar que el feminismo no es el machismo invertido; es un movimiento cultural, social, político que busca la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y el ejercicio pleno de las libertades en todos los espacios”, dijo.
EL CALDERO DE TAMPICO
A finales de noviembre de año pasado, tras haber realizado la intervención artística en la Plaza de Armas de Tampico de “Un violador en mi camino”, que se originó en Santiago de Chile por el colectivo La Tesis, un grupo de jóvenes, expresaron públicamente haber sido víctimas de algún tipo de abuso y quemaron el nombre de su agresor en un caldero. Val Zaragoza, creadora de este proyecto, señaló que ese acto, marcó una pauta para que las mujeres tuvieran el valor de hablar y además, de saberse apoyadas.
“Lo quiero llevar a lo digital, ese día fue importante porque todas dijimos el nombre de nuestro violador, hay veces ni siquiera decimos que lo hemos vivido. Es un proceso superfuerte de valentía”, opinó.
“Las tecnologías fueron las que me atrajeron o reclutaron a este mundo, a este movimiento del feminismo”, destacó.
Añadió que ante las constantes amenazas que reciben las mujeres de forma virtual, es necesario que cada vez sean más las que se asuman como feministas para demostrar que no es solo una, sino que ahora se trata de toda una colectiva.
“Es un acoso o una violencia directa, ya recibes amenazas que a lo mejor en persona no recibirías, como que las redes sociales animan a estos agresores a ser más violentos”, consideró.
Pese a este problema, Val resaltó la necesidad de ocupar y defender el espacio de las mujeres en el mundo digital.
“Creo que es bien importante que en nuestras redes sociales nos reconozcamos feministas, porque así como nuestro cuerpo es nuestro territorio, las redes son también nuestros espacios personales”, finalizó.