Juan Javier García Martínez, pescador desde hace más de 40años, suspira con tristeza al rememorar las grandes cosechas dejaiba extraídas de la red de laguna Chairel que le daban de sobrapara alimentar a su familia.
Habitante en la esquina que forman la desembocadura de la calleSor Juana Inés de la Cruz y el canal del Zapote en la coloniaMoscú advierte que el crustáceo de color azul ha sido gravementesaqueado por la pesca furtiva, el uso de redes prohibidas, lacontaminación y el crecimiento urbano, sin que el InstitutoNacional de Pesca o la propia Conapesca implementen esquemas pararecuperar las producciones en hábitats naturales.
El día para él empieza a las cuatro de la mañana, cuando salea recorrer en su pequeña lancha de fibra de vidrio las lagunas LaTortuga o la Costa en busca del también llamado cangrejo de río,que después comercializará en La Puntilla o con locatarios de losmercados municipales.
Hace 6 o 7 años capturaba hasta 60 kilogramos por día, perohoy si es bueno apenas alcanza los 20, lo que no logra cubrir losgastos de casa, pues recibe como paga veinte pesos el kilogramo deesa especie, típica de Tampico.
"La pesca ha dejado de ser abundante en todo los componentes delsistema lagunario chairel y con la extracción de otras especiescomo chocomites, sargos o lebrancha no se pueden atender los gastosde la familia".
Con su experiencia plantea que el gobierno aplique vedastemporales y se proteja a la jaiba en sus tiempos de reproducciónque son entre octubre y noviembre.
Dice que los mejores meses de cosecha son abril y mayo, pero laproducción va en decadencia y si no se protege, el riesgo deextinción es creciente, como ya ocurrió con otros como elcatán.
Atribuye que los camaroneros no poseen trampas para dejar librea las jaibas en la mar, matando a las hembras cargadas con hueva,porque no existe ningún programa para protegerlas.
El gobierno solo tiene interés en la acuacultura, pero soncientos de familias en las riberas de las lagunas y los ríosTamesí y Pánuco, cuya economía depende en gran media de la pescade la jaiba, especie infaltable en la gastronomía tampiqueña.