Durante más de cuatro décadas, Natividad de Jesús Morales García, conocido cariñosamente como Don Chuy, ha dedicado su vida a servir a la comunidad como operador de ambulancias de la Cruz Roja Mexicana en la zona sur de Tamaulipas. Su compromiso inquebrantable y su vocación de servicio lo han convertido en una figura de respeto para las nuevas generaciones.
Su labor dentro de la benemérita institución es de suma importancia, ya que cada minuto se convierte en el tiempo más importante entre la vida y la muerte. Los segundos que tarda el trayecto del lugar del accidente a un hospital de la zona pueden hacer la diferencia entre que el paciente se salve o no.
Cada instante es importante
“Cada instante es sumamente importante, por eso nos concentramos en todo lo que realizamos, porque sabemos que en esos momentos es muy importante las condiciones en las que se encuentra el paciente. Después de valorarlo, el paramédico me da la señal dependiendo de la condición de salud de la persona”, dijo.
Don Chuy, de 67 años, comenzó su carrera como voluntario en la Cruz Roja Mexicana a los 25 años, en el año 1975. Desde entonces ha estado presente en innumerables emergencias, desde accidentes de tráfico hasta desastres naturales y derrumbes de inmuebles, brindando atención médica y apoyo a quienes más lo necesitan. Su experiencia y habilidad para manejar situaciones críticas le han ganado el respeto y la admiración de colegas y miembros de la comunidad.
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“Anteriormente, cuando ingresé a la Cruz Roja Tampico, era la delegación, pero no había socorristas. Un señor que trabajaba de chofer me invitó a trabajar de afanador, pero ascendí con los años. En ese tiempo no había socorristas, sólo había choferes y camilleros. Comencé desde los 15 años, pero tres años después me ascendieron a camillero para poder estar en la ambulancia, y desde entonces comenzó mi amor por servir”, explicó Don Chuy.
Muchas experiencias
Las diferentes experiencias lo han llevado a ser un elemento indispensable para la institución, pero dentro de su arduo trabajo, el desempeño de la misma lo ha llevado a tener grandes satisfacciones.
“Siempre procuro realizar mi trabajo de la mejor manera porque sé lo que implica. Pero me ha pasado que, conforme pasa el tiempo, en ocasiones me saludan en la calle y me agradecen por la atención que brindamos en la emergencia, y se siente bonito que la gente valore lo que hacemos”, dijo.
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A lo largo de su carrera, Don Chuy ha enfrentado desafíos significativos, incluyendo largas horas de trabajo, situaciones de alto riesgo y la dificultad emocional de tratar con víctimas de tragedias. Sin embargo, su dedicación y amor por su trabajo nunca han flaqueado.
“Mi motivación siempre ha sido ayudar a las personas. No importa la hora ni el lugar, siempre estoy dispuesto a brindar mi apoyo”, comentó Don Chuy, quien consideró que “ver la gratitud en los ojos de las personas a las que ayudamos es la mayor recompensa que puedo recibir”.
Transfiere su conocimiento
En reconocimiento a sus años de servicio, la Cruz Roja Mexicana ha honrado a Don Chuy en varias ocasiones, destacando su valiosa contribución a la comunidad. Además, ha sido mentor para muchos jóvenes voluntarios, transmitiendo su conocimiento y experiencia a las nuevas generaciones de paramédicos.
A pesar de estar cerca de la edad de jubilación, Don Chuy no muestra señales de querer retirarse. “Mientras tenga fuerza y salud, seguiré haciendo lo que amo. Este uniforme es parte de mi vida y siempre estaré disponible para ayudar”, expresó con determinación.
El Día Mundial del Paramédico representa más que una fecha, es el reconocimiento a los primeros respondientes en cualquier emergencia, que sin importar las condiciones del suceso siempre buscan la manera de salvaguardar al paciente para ser trasladado al hospital. De ellos depende recibir las primeras atenciones médicas.
Señaló que su labor diaria no es fácil, por eso es indispensable estar bien preparado y para ello es esencial recibir cursos de manejo de unidades de emergencia.
Lamentó que la ciudadanía no colabore en este tipo de eventos, ya que algunos automovilistas no respetan las unidades de emergencia y en lugar de hacerse a un lado para liberar la circulación de la unidad, buscan aprovecharse del trayecto de la ambulancia para “saltarse” los semáforos.
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La historia de Don Chuy es un testimonio de dedicación, altruismo y vocación. Su incansable labor durante estos más de 40 años ha dejado una huella imborrable y ha salvado innumerables vidas.
