/ jueves 23 de agosto de 2018

Doña Santa: Actitud, y no los años, hacen a las personas

"La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibro hay que seguir pedaleando"

"La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibro hay que seguir pedaleando", dijo alguna vez Albert Einstein. Y en efecto, no importa cuántos años pasen, cuántas situaciones deba uno enfrentar, hay que mantener la actitud y hacer el esfuerzo por seguir y doña Santa es un claro ejemplo de ello.


Vivió la época de las grandes inundaciones, los chalanes, el tranvía, los puentes en vez de calles y de los días en que solamente con 35 centavos podías ir a dar una vuelta a la playa. “Era todo más relajado, uno platicaba frente a frente y las personas se sorprendían con cosas pequeñas”, comenta sonriendo.


Doña Santa Ruiz Ruiz pasa ya los 65 años edad y desde hace 30 años tiene una cenaduría en el Golfo (en la colonia Guadalupe Victoria). Con este negocio ha podido salir adelante. Enviudó hace un par de años y actualmente está a cargo de su hermana de 85 años y de sus dos nietos, “una que va en cuarto semestre de preparatoria y el niño que estudia la secundaria”.


Por las mañanas es común ver a Santa en su bicicleta hacia la miscelánea a comprar las cosas del almuerzo, para después ir hasta la antigua planta de luz, que ahora es una tienda de autoservicio, por la zona del cerro de Andonegui, para adquirir su mandado y en ocasiones pedalea hasta el mercado de Tampico para las cosas de la taquería.


“Sí es cansado pero es una forma de ir y venir, aprendí a andar en bicicleta desde muy pequeña y ahora es mi medio de transporte; le va agarrando uno el modo y además puede uno ahorrar, ya ve cómo está de difícil la vida ahora, gracias a Dios nunca me ha pasado un accidente”, comenta.


Desde su negocio en Privada Iturbide, entre Jesús Elías Piña y Volantín de la colonia Guadalupe Victoria, doña Santa sale varias veces en su bici a realizar sus actividades, desde visitar a sus amigos hasta ir a ver a su nieto a la escuela, siempre sonriendo, siempre saludando.


Dice que en una ocasión, hace dos años, le robaron su bicicleta que había dejado en un pasillo de su casa, pero una amiga le regalo otra, “uno de sus hijos creció y ya no la quiso, entonces me dijo que si la quería y pues como la uso mucho la acepté... Dios es muy grande, siempre nos ayuda y pone las cosas para ir saliendo adelante”.


Doña Santa no cuenta con una pensión y se acaba de inscribir al programa “Prospera” donde espera que le ayuden, porque en ocasiones sus gastos y de quienes dependen de ella sobrepasa sus esfuerzos; sin embargo, no pierde la actitud y sigue pedaleando en la vida, aunque le ha dado ya varios reveses como perder su casa y ahora tener ahora que rentar.


“Uno debe pensar siempre positivo, hay que mantener la esperanza y trabajar”, menciona con su voz tranquila. “Hace poco una amiga perdió también a su esposo, y en las tardes voy ayudarle, ella está solita, no tiene la suerte de nosotros que tenemos quienes nos hagan compañía y nos apoyen; hay que echarle ganas porque ya estamos aquí”.


Es probable que te caigas cuando dejes de dar a los pedales. Así es la vida. Mientras no te rindas, nunca terminarás fracasando, es justamente lo que parece decir doña Santa, quien aunque haya tenido un día difícil por los avatares de esta existencia, a la mañana siguiente tomará nuevamente su bici y volverá a pedalear, como hace más de 50 años.

"La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibro hay que seguir pedaleando", dijo alguna vez Albert Einstein. Y en efecto, no importa cuántos años pasen, cuántas situaciones deba uno enfrentar, hay que mantener la actitud y hacer el esfuerzo por seguir y doña Santa es un claro ejemplo de ello.


Vivió la época de las grandes inundaciones, los chalanes, el tranvía, los puentes en vez de calles y de los días en que solamente con 35 centavos podías ir a dar una vuelta a la playa. “Era todo más relajado, uno platicaba frente a frente y las personas se sorprendían con cosas pequeñas”, comenta sonriendo.


Doña Santa Ruiz Ruiz pasa ya los 65 años edad y desde hace 30 años tiene una cenaduría en el Golfo (en la colonia Guadalupe Victoria). Con este negocio ha podido salir adelante. Enviudó hace un par de años y actualmente está a cargo de su hermana de 85 años y de sus dos nietos, “una que va en cuarto semestre de preparatoria y el niño que estudia la secundaria”.


Por las mañanas es común ver a Santa en su bicicleta hacia la miscelánea a comprar las cosas del almuerzo, para después ir hasta la antigua planta de luz, que ahora es una tienda de autoservicio, por la zona del cerro de Andonegui, para adquirir su mandado y en ocasiones pedalea hasta el mercado de Tampico para las cosas de la taquería.


“Sí es cansado pero es una forma de ir y venir, aprendí a andar en bicicleta desde muy pequeña y ahora es mi medio de transporte; le va agarrando uno el modo y además puede uno ahorrar, ya ve cómo está de difícil la vida ahora, gracias a Dios nunca me ha pasado un accidente”, comenta.


Desde su negocio en Privada Iturbide, entre Jesús Elías Piña y Volantín de la colonia Guadalupe Victoria, doña Santa sale varias veces en su bici a realizar sus actividades, desde visitar a sus amigos hasta ir a ver a su nieto a la escuela, siempre sonriendo, siempre saludando.


Dice que en una ocasión, hace dos años, le robaron su bicicleta que había dejado en un pasillo de su casa, pero una amiga le regalo otra, “uno de sus hijos creció y ya no la quiso, entonces me dijo que si la quería y pues como la uso mucho la acepté... Dios es muy grande, siempre nos ayuda y pone las cosas para ir saliendo adelante”.


Doña Santa no cuenta con una pensión y se acaba de inscribir al programa “Prospera” donde espera que le ayuden, porque en ocasiones sus gastos y de quienes dependen de ella sobrepasa sus esfuerzos; sin embargo, no pierde la actitud y sigue pedaleando en la vida, aunque le ha dado ya varios reveses como perder su casa y ahora tener ahora que rentar.


“Uno debe pensar siempre positivo, hay que mantener la esperanza y trabajar”, menciona con su voz tranquila. “Hace poco una amiga perdió también a su esposo, y en las tardes voy ayudarle, ella está solita, no tiene la suerte de nosotros que tenemos quienes nos hagan compañía y nos apoyen; hay que echarle ganas porque ya estamos aquí”.


Es probable que te caigas cuando dejes de dar a los pedales. Así es la vida. Mientras no te rindas, nunca terminarás fracasando, es justamente lo que parece decir doña Santa, quien aunque haya tenido un día difícil por los avatares de esta existencia, a la mañana siguiente tomará nuevamente su bici y volverá a pedalear, como hace más de 50 años.

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