Muchos son en honor a marineros que jamás regresaron a puerto, otros de personas fallecidas que en vida fueron amantes del océano y sus atardeceres, así como de aquellos cuyas cenizas fueron lanzadas al mar.
Son pequeñas frases de amor y recuerdo eterno, complementadas con las fechas de nacimiento y muerte de los seres queridos, las cuales han sido pintadas en las piedras o tetrápodos del rompeolas tamaulipeco.
Los epitafios vienen desde tiempos de los romanos, quienes aseguraban que por estos inscritos hacían hablar a sus muertos, muchas veces acompañadas por bellísimas piezas de escultura, arquitectura y pinturas.
Los colocados en la corona del rompeolas están adornados por bellas imágenes de mariposas, estrellas, flores, hadas o corazones.
Escritos en prosa o en verso, se consideraba que los más cortos son los mejores, ya que se buscaba que los caminantes puedan leerlos enteramente al pasar.
Regularmente se colocan en las tumbas de los camposantos, con los nombres de aquellos que se adelantaron en el camino, fecha de nacimiento y día en que les tocó morir, y en otros se agrega un pequeño mensaje de amor o pasajes bíblicos.
En el caso de los epitafios de las escolleras de playa Miramar van en honor de aquellos que decidieron que fuera el mar y su inmensidad la última de sus moradas en ese viaje a la eternidad.