Para muchos de los que pasamos los 30 años aún es común pertenecer a una familia de más de tres o cuatro integrantes, pero en la actualidad la realidad es otra, ya que los núcleos familiares se han compactado al grado que muchos jóvenes han decidido no tener hijos.
Algunas de las causas es que, en épocas pasadas no había métodos de planificación familiar, se decía que era mal visto tener pocos hijos, incluso en cuestiones religiosas decían que deberían tener “los hijos que Dios te dé”.
Los matrimonios de antes no planeaban su descendencia, solo se casaban y comenzaban a procrear de inmediato, ya que la sociedad incluso llegaba a ver mal a aquellas parejas que no tenían familia, porque se decían que no eran bendecidos.
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Otra de las posturas que llevan a tener muchos hijos era a que los padres de antes consideraban tener suficientes vástagos que garantizaran su cuidado en la vejez, lo que muchas veces quedaba solo como una buena intención.
Los matrimonios generalmente buscaban tener entre sus hijos los dos géneros, por lo que en esa insistencia llegaban a tener seis, ocho o más integrantes.
La forma de pensar ha cambiado las nuevas generaciones no tienen como objetivo inmediato el matrimonio, y si se llegan a casar o vivir juntos no tienen entre sus planes tener hijos a corto plazo y si llegan a tener familia algunos se quedan con uno o máximo dos.
HOY NO QUIEREN TENER HIJOS
La decisión de no tener hijos es una opción creciente y esto obedece a los factores socioeconómicos o al pesimismo informado así como por los tan inciertos tiempos que estamos viviendo, los que apuntan a una permanente incertidumbre sobre el futuro que les espera a las próximas generaciones.
Así lo considera el psicólogo clínico, Alejandro Ramírez Padilla, quien dijo que solo en algunos casos es fruto de la dificultad para contraer compromisos y todo lo que implica ejercer una paternidad responsable.
“Influye grandemente en evitar contraer responsabilidades en los jóvenes no solo para su supervivencia, sino para poder cumplir con la expectativa de manutención de un nuevo miembro en la familia, este escapismo es uno de los motivos más comunes en nuestros días” refirió. El miedo de no poder cumplir con el cometido, lo cual en sí genera mucha ansiedad al solo pensarlo incluso puede desencadenar alteraciones psicoemocionales en algunos casos y que ameritan visitar algún especialista en materia de salud mental.
EL TENER HIJOS CAMBIA LA VIDA DE PAREJA
Por ello la decisión de no tener hijos, así como la de tenerlos, es acertada si obedece a una motivación bien fundamentada. Un hijo cambia por completo la vida individual y la relación de pareja. Por lo mismo, se trata de un asunto que solo cada persona puede dilucidar y lo mejor es que lo haga reflexivamente y sin presiones de ningún tipo.
“Hay que tener en cuenta que la decisión de no tener hijos es reversible, mientras que la de tenerlos no. Un hijo no se puede borrar de la realidad, incluso aunque los padres decidan apartarse de él o darle la espalda. Por lo anterior, siempre será más difícil optar por traer una nueva vida al mundo”, considera Ramírez Padilla.
Un hijo proporciona sentimientos que ningún otro vínculo despierta tan profundamente. También implica compromisos irrenunciables que duran para siempre, siempre y cuando queramos ser buenos padres.
No todo el mundo se siente listo para esas experiencias tan profundas con otro ser humano, por lo que en estos casos la decisión de no tener hijos sería la correcta.
“No todo el que tenga un útero tiene que tener un hijo, así como no todo el que tenga cuerdas vocales tiene que ser cantante de ópera”, dijo el especialista. Es importante señalar que hasta hace un tiempo pesaba un fuerte tabú sobre quienes tomaban la decisión de no tener hijos. En el caso de los hombres, de un modo u otro se le asociaba con cierta incapacidad de procreación.
Sea como sea, lo importante en la decisión de no tener hijos es que esté acompañada por una reflexión profunda y sana. Lo mismo vale para quienes deciden formar una familia.
“Los hijos deben ser fruto del deseo y se gestan primero en la cabeza y en el corazón para luego ser un símbolo de amor por la vida”, puntualizó el entrevistado.