La jornada laboral para el californiano Eric Roberts comienza a las cuatro de la mañana en una bodega de tomates de la zona de los mercados de Tampico.
Tiene 39 años de edad, nació en California y asegura que no le desagrada su empleo en una zona generalmente maloliente
Apenas habla español, pero se entiende bien con sus compañeros en la frutería, donde acomoda las cajas con hortalizas, limpia, barre y retira el agua sucia que brota intermitentemente en la esquina de Matienzo y Héroe de Nacozari, en el barrio El Cascajal.
A México llegó hace poco más de un año y a Tampico hace más de ocho meses, aunque desde hace cuatro trabaja en el mercado porteño. No le ha sido fácil en un país tan distinto al suyo. Pero dice que aquí está bien y es feliz con Susy, su mujer mexicana, quien vende jugos naturales y sus hijos Julián y Leo, que son mexico-americanos.
Explica que no tiene dinero para pagar el trámite de residencia americana de su mujer, que cuesta mucho dinero y eso los obligó a radicar en México, ante el riesgo de la deportación.
Tiene 39 años de edad, nació en California y asegura que no le desagrada su empleo en una zona generalmente maloliente por las alcantarillas abiertas y el brote perenne de aguas sucias, porque con los 350 pesos que gana por día puede pagar los 1,500 pesos de renta a una cuadras donde trabaja.
Delgado y de profundos ojos azules, dice que en su país abandonó su empleo de operador de un camión para vivir con su familia, porque es más importante permanecer juntos que ganar más dinero.
Le desagrada el calificativo de "gringo", pero expresa que en México es feliz, pues la gente es distinta a sus connacionales y le gustan que sean solidarios, hospitalarios y muy abiertos y opina que Tampico es muy bonito.
Se mueve rápido, bajando y subiendo las rejas de tomate, incluso cuando llega el camión de la basura descarga ágilmente las cajas con varios kilogramos de la hortaliza, que van para el desperdicio, sin que aparentemente añore su vida americana.