/ domingo 21 de marzo de 2021

La tarea del arte

¿Para qué sirve el arte? ¿Puede usarse para desafiar al poder como hemos visto han hecho recientemente los colectivos feministas? ¿para educar mejores ciudadanos? Platón pensaba que sí.

Pero la contemplación de la belleza no necesariamente podría acercarnos a captar la verdad última, la verdad moral. Hitler era un esteta y eso no evitó que cometiera crímenes de lesa humanidad con todo y a pesar de que Adorno creyera que el arte radical podía cambiar drásticamente la conciencia y, por lo tanto, podría servir para luchar contra el fascismo. Finalmente fue Adorno quien tuvo que salir huyendo de la persecución de la Alemania nazi.

En el libro de 1790 de Immanuel Kant, la Crítica del Juicio, se ocupa de la belleza en el arte. Kant reflexiona sobre el proceso de cómo emitimos juicios, y en donde una de las grandes preguntas en el arte suele ser por qué y cómo juzgamos que una obra de arte es hermosa. Hoy en día la belleza ya no es el foco principal del arte. Esto se debe, al menos en parte, a que la tarea del arte ha cambiado.

Para finales del siglo XIX, con la llegada de las vanguardias estéticas ávidas de nuevas concepciones, se desplazó el concepto de belleza, como criterio de demarcación, esto como consecuencia de la necesidad de romper con el pasado del que el criterio de belleza se consideraba su mascarón de proa.

Para las vanguardias la belleza era un criterio excluyente. La discriminación, antes una facultad positiva que significaba "juicio refinado, elevadas expectativas, exigencia", se volvió negativa y significó "prejuicio, intolerancia, ceguera ante las virtudes de lo que no era idéntico a sí mismo" Susan Sontag dixit.

De esta forma, adquirió carta de legitimidad el concepto de “interesante”, en sustitución al de “belleza”, para distinguir a una obra de arte.

¿Qué es interesante? En principio todo lo nunca visto, desde un hombre defecar en la explanada contigua al Centro Pompidou de París dónde se exhibío un retrete dentro de cuatro paredes de cristal en el que cualquiera podía acudir al llamado de la naturaleza, ante la mirada atónita o ¿no?, de los transeúntes, hasta las muy sofisticadas obras del expresionismo alemán agrupadas en los colectivos Die Brücke y Der Blaue Ritter y del colectivo rupturista vienés Sezession.

Esto acarreó el inconveniente de introducir rápidamente la comercialización y consumo en el mercado del arte, en donde el carácter de auténticas obra maestras quedaba en entredicho.

La originalidad de las obras pasaba a segundo término, lo que acarreaba la paradoja, de que si lo interesante había sido lo nunca visto, ahora, como había presagiado Walter Benjamín en “La obra de arte en la era de su reproducción mecánica”, las tendríamos que ver por todas partes.

Durante décadas el arte superior evolucionó para adaptarse a esta realidad. Ésta es una de las razones por las que gran parte del arte nuevo que vemos en las galerías se preocupa por la provocación o la conmoción.

El impacto es lo que se percibe como necesario para llamar la atención en el mercado moderno y, de hecho, ese puede ser el caso. Además, el arte ahora atrae cada vez más a artistas a los que les gusta hacer ese tipo de cosas.

En esta era posmoderna la belleza es solo uno de los muchos ideales perseguidos por los artistas. Dado que los vendedores de arte y los curadores compiten entre sí para mostrar su moda, la necesidad de que el arte elevado esté "a la cabeza" ha eclipsado otros valores artísticos.

De esta manera, el punto principal de una obra de arte ahora no es su estética o 'sensación' o cuán agradable es para los sentidos, lo que solía llamarse 'gusto', ni es necesariamente cuán profundas son las ideas que se comunican: es su novedad.

Entonces, tal vez no podamos culpar al mundo del arte por recompensar el impacto, no el talento. Ya que es necesario ganarse la vida y si el gusto de quienes pagan por las obras ha decaído, esto ha arrastrado consigo al arte mismo.

Sin embargo, lo que sigue siendo interesante sobre el arte son los conceptos que puede explorar. Así que el concepto más moderno sobre el arte es el del arte conceptual, arte donde el concepto detrás de él, más que la técnica del artista o un efecto placentero es lo importante.

Una obra no tiene por qué ser hermosa ni llamativamente bien hecha; solo necesita ser inteligente.

La profundidad y la autorreflexión son dos de las cualidades definitorias del gran arte, por lo que nos puede ayudar a explorar todos los temas de la vida.

Regeneración.

¿Para qué sirve el arte? ¿Puede usarse para desafiar al poder como hemos visto han hecho recientemente los colectivos feministas? ¿para educar mejores ciudadanos? Platón pensaba que sí.

Pero la contemplación de la belleza no necesariamente podría acercarnos a captar la verdad última, la verdad moral. Hitler era un esteta y eso no evitó que cometiera crímenes de lesa humanidad con todo y a pesar de que Adorno creyera que el arte radical podía cambiar drásticamente la conciencia y, por lo tanto, podría servir para luchar contra el fascismo. Finalmente fue Adorno quien tuvo que salir huyendo de la persecución de la Alemania nazi.

En el libro de 1790 de Immanuel Kant, la Crítica del Juicio, se ocupa de la belleza en el arte. Kant reflexiona sobre el proceso de cómo emitimos juicios, y en donde una de las grandes preguntas en el arte suele ser por qué y cómo juzgamos que una obra de arte es hermosa. Hoy en día la belleza ya no es el foco principal del arte. Esto se debe, al menos en parte, a que la tarea del arte ha cambiado.

Para finales del siglo XIX, con la llegada de las vanguardias estéticas ávidas de nuevas concepciones, se desplazó el concepto de belleza, como criterio de demarcación, esto como consecuencia de la necesidad de romper con el pasado del que el criterio de belleza se consideraba su mascarón de proa.

Para las vanguardias la belleza era un criterio excluyente. La discriminación, antes una facultad positiva que significaba "juicio refinado, elevadas expectativas, exigencia", se volvió negativa y significó "prejuicio, intolerancia, ceguera ante las virtudes de lo que no era idéntico a sí mismo" Susan Sontag dixit.

De esta forma, adquirió carta de legitimidad el concepto de “interesante”, en sustitución al de “belleza”, para distinguir a una obra de arte.

¿Qué es interesante? En principio todo lo nunca visto, desde un hombre defecar en la explanada contigua al Centro Pompidou de París dónde se exhibío un retrete dentro de cuatro paredes de cristal en el que cualquiera podía acudir al llamado de la naturaleza, ante la mirada atónita o ¿no?, de los transeúntes, hasta las muy sofisticadas obras del expresionismo alemán agrupadas en los colectivos Die Brücke y Der Blaue Ritter y del colectivo rupturista vienés Sezession.

Esto acarreó el inconveniente de introducir rápidamente la comercialización y consumo en el mercado del arte, en donde el carácter de auténticas obra maestras quedaba en entredicho.

La originalidad de las obras pasaba a segundo término, lo que acarreaba la paradoja, de que si lo interesante había sido lo nunca visto, ahora, como había presagiado Walter Benjamín en “La obra de arte en la era de su reproducción mecánica”, las tendríamos que ver por todas partes.

Durante décadas el arte superior evolucionó para adaptarse a esta realidad. Ésta es una de las razones por las que gran parte del arte nuevo que vemos en las galerías se preocupa por la provocación o la conmoción.

El impacto es lo que se percibe como necesario para llamar la atención en el mercado moderno y, de hecho, ese puede ser el caso. Además, el arte ahora atrae cada vez más a artistas a los que les gusta hacer ese tipo de cosas.

En esta era posmoderna la belleza es solo uno de los muchos ideales perseguidos por los artistas. Dado que los vendedores de arte y los curadores compiten entre sí para mostrar su moda, la necesidad de que el arte elevado esté "a la cabeza" ha eclipsado otros valores artísticos.

De esta manera, el punto principal de una obra de arte ahora no es su estética o 'sensación' o cuán agradable es para los sentidos, lo que solía llamarse 'gusto', ni es necesariamente cuán profundas son las ideas que se comunican: es su novedad.

Entonces, tal vez no podamos culpar al mundo del arte por recompensar el impacto, no el talento. Ya que es necesario ganarse la vida y si el gusto de quienes pagan por las obras ha decaído, esto ha arrastrado consigo al arte mismo.

Sin embargo, lo que sigue siendo interesante sobre el arte son los conceptos que puede explorar. Así que el concepto más moderno sobre el arte es el del arte conceptual, arte donde el concepto detrás de él, más que la técnica del artista o un efecto placentero es lo importante.

Una obra no tiene por qué ser hermosa ni llamativamente bien hecha; solo necesita ser inteligente.

La profundidad y la autorreflexión son dos de las cualidades definitorias del gran arte, por lo que nos puede ayudar a explorar todos los temas de la vida.

Regeneración.