Al país le urge contar con autonomía energética, ya que en este momento no la tiene, para ello necesita aumentar su capacidad de producción y almacenamiento de combustibles, pero contrario a ello han cancelado permisos para nuevas terminales, señaló el Dr. Hugo Sergio Gómez Smith, consultor portuario.
“Se requiere una autonomía energética porque no se sabe qué es lo que va pasar en el contexto internacional, se ve muy nebuloso, precisamente estamos ante una guerra que cambia todo el panorama”.
Recordó el especialista que había 7 proyectos de importación de combustibles para el puerto de Tuxpan, el motivo de esas terminales era garantizar el abasto por 12 o 14 días de gasolinas, y mucho del movimiento terrestre no se vio impactado, porque la demanda de gasolinas cayó mucho en 2020 y 2021 por la pandemia.
Al regularizarse las actividades cotidianas y de las industrias si se verá una demanda mayor de combustibles y lo que sucederá es que la autonomía energética de México es de solo 3 días, el abasto energético del país está centrado en el puerto de Tuxpan, donde se concentra el almacenaje estratégico, con un promedio de 18 tanques de almacenamiento, pero una parte está fuera de servicio en este momento por mantenimiento, dijo Gómez Smith.
Las 7 terminales que estaban proyectadas en Tuxpan iban a ayudar a dar autonomía energética, ya que el puerto de Tuxpan es el punto de entrada del 80% de las gasolinas que se consumen en el país.
“Al menos se necesita complementar la demanda de combustibles, lo ideal es que el país logre esa autonomía energética, pero se ve difícil, está tratando que la refinería que compró en Estados Unidos sea un complemento fuerte, el cambio de la política energética dio un giro a muchos proyectos como el puerto El Mezquital, de Matamoros que era para dar continuidad a la exploración de aguas profundas, pero lo que sucede es que este cambio ha modificado la perspectiva”.
Indicó que la iniciativa privada tiene que entender el riesgo que suponen estos proyectos, por ejemplo, las empresas que salen de Rusia, como Shell, BP, etcétera, que por la guerra dejan proyectos, con una gran cantidad de gente a la deriva.
“Los que hicieron esos planes tuvieron que jugar con el riesgo que significaba un cambio de política energética porque no necesariamente deben seguir la línea, pero el Gobierno tiene la autonomía de cancelar proyectos”.