“Mi trabajo es lo que yo más quiero”: Eduardo Cruz Pérez

En su mirada vidriosa se puede ver a un hombre enamorado de su trabajo, preocupado por la preservación de las tradiciones mexicanas, especialmente el arte textil

Carmen Jiménez

  · lunes 9 de septiembre de 2019

Con 77 años de edad don Eduardo continúa elaborando lo que para él es el amor de su vida.

Rodeado de telas, bordados, su inseparable cinta de medir y sus tijeras, Eduardo Cruz recibió a El Sol de Tampico para compartir lo bello de su oficio, la sastrería y hechura de trajes de mariachi y charros.

El sastre explicó que esta popular forma de cultura e historia de México la aprendió en Jalisco, estado que le permitió aprender el arte de cortar y coser estas piezas tan representativas del país y que ahora hace en su sastrería en el norte de Tampico.


¿Cómo nace su amor por la sastrería?

Yo soy originario de un pueblo pequeño que se llama Amatlán, en el norte de Veracruz, y cansado del trabajo del campo yo tenía la inquietud de hacer algo más que sembrar y me acerqué al Mtro. Epifanio Librado, él era el sastre del pueblo y él me enseñó, empecé a practicar algo de sastrería y me inicié como pantalonero.

¿No fue a la escuela?

Acompañado por el Mtro. Epifanio salió la oportunidad de viajar a Xalapa, en donde ingresé a la Escuela IT Juve de San Luis Potosí, ahí íbamos puros sastres, nos enseñaron a cortar, tomar medidas, hacer sacos, porque en esa ciudad las personas usan mucho saco; estuve allá cuatro meses y por cuestiones de salud regresamos a Naranjos.

¿Cómo llega la zona sur de Tamaulipas?

Después de trabajar dos años en Xalapa, en 1969 llegué a Ciudad Madero, ya había perfeccionado la técnica, había aprendido mucho e ingresé a la Sastrería Señorial, ahí hacía hasta 25 pantalones por semana los cuales te los pagaban en $20 o $22, de acuerdo con el acabado que se le diera, aquí había mucho trabajo.

¿Quién lo invitó a trabajar en la Ciudad de México?

Llegué a México luego de conocer al Mtro. Eulalio Juárez, él era de Guanajuato, pero vivía en México y él me invitó a trabajar con él en Televisa, ahí trabajé para varios planteles, ahí veía uno diversos personajes, los más famosos de la época Pedro Vargas, Lucha Villa, Toño Zamora y muchos más, ahí empecé a conocer el arte de la charrería y de los trajes de mariachi, hacíamos ropa para películas y muchas novelas.

¿Cómo inicia en la confección de trajes de mariachi?

Cuando regresé a Tampico aquí no había muchos grupos de mariachis, pero un día agarré todas mis muestras y recorrí los pocos grupos que había, todos los lienzos charros, porque yo quería que conocieran todo lo que yo había aprendido, también no quería que se me olvidara lo que ya había aprendido.

¿Cuántas piezas conforman un traje, tipos de telas e hilos?

Para empezar la tela es algo muy importante, un traje se hace con casimir top Santiago, por su textura, durabilidad y grosor; los hilos son de poliéster ya sea normal o metálico. Para conformar el traje son tres piezas: pantalón, chaleco y saco. Son fundamentales pero también de acuerdo con la temporada los mariachis pueden utilizar camisola grequeada y pantalón.

¿A qué mariachi fue el primero al que usted le confeccionó sus trajes?

El primer grupo de mariachi al que yo le confeccioné su traje fue el Mariachi Estrella, en 1986, de ahí siguió el Perla del Bajío, Los Coyotes, UAT 2000 y muchos más, además a todos los charros de los lienzos de Altamira, La Herradura, Aldama, El Mante, Aldama, Naranjos y Poza Rica.

¿Recuerda a cuántos mariachis les ha elaborado sus trajes?

Han sido muchos y espero que se sigan sumando más, aunque estoy cansado, mi trabajo es lo que yo más quiero, recuerdo mi trabajo para diversos grupos no sólo de aquí del estado si no también de Nuevo León, Veracruz, San Luis y más.

Los mariachis, su música y su vestimenta son conocidos por todo el mundo, no sólo en México, en lugares como Europa, Japón o cualquier otro rincón del mundo.

Eduardo Cruz concluyó la charla mencionando que Dios lo ha bendecido al realizar este gran trabajo en el que ha tenido la oportunidad de conocer gente muy valiosa y talentosa, que busca transmitir el arte del canto y yo con mis piezas vestir su talento.