El ejemplo de lucha y perseverancia fue algo que desde pequeña estuvo presente en la vida de Carmelita Correa de Hernández, quien dignificó el trabajo de la mujer maderense.
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Junto a un grupo de damas logró la construcción de la Casa de la Cultura en Ciudad Madero y luchó incansablemente por reconocer a la Cruz Roja Mexicana.
Recordada por su hija María Guadalupe Hernández Correa como una persona honorable, trabajadora, excelente madre y esposa, quien pese a los momentos difíciles jamás se separó de su compañero de vida, don Joaquín Hernández Galicia.
“Desde niña mi mamá fue una mujer muy trabajadora, fue la mayor de siete hermanos, ayudaba por las mañanas en un comedor que tenía mi abuelita, cuidaba a sus hermanos más chiquitos y por las tardes trabajaba en la dulcería de un cine”, recordó.
La educación y la igualdad en servicios de salud fueron de sus más grandes preocupaciones, desarrolló diversas acciones que la llevaron a convertirse en presidenta del Comité de Damas Voluntarias de Cruz Roja; trabajando con Bertha de León y Lidia Juárez para conseguir la Casa de la Cultura.
“Pese a las inclemencias del tiempo mi mamá siempre estaba trabajando, ayudando a los más necesitados, en su momento tuvo una estancia de niños y jóvenes al norte de la ciudad donde les daba alimento, los metía a las escuelas; muchos de esos niños se recibieron y son profesionistas en la actualidad, en su momento la visitaron para darle las gracias porque ella veía como conseguía para meterlos a la escuela, conseguir uniformes y alimentos, todo”, explicó.
Para la creación de la Casa de la Cultura, doña Carmelita contó con el apoyo de Enrique Cárdenas González, entonces gobernador de Tamaulipas, quien tuvo la buena fe de regalarles el terreno para dicha construcción.
A base de trabajo, bailes y rifas, empezaron a construir aquel edificio donde el Sindicato Petrolero también intervino, logrando crear una escuela donde se impartieron clases de ballet, arte, pintura, y música.
Doña Carmelita siempre se daba tiempo para todo, atender la casa, a sus hijos, nietos y estar al pendiente de las carencias, sin dejar que nada la doblegara y con la firme convicción de compartir.
Entre sus obras más importantes además de la construcción de la Casa de la Cultura, se destaca la construcción del edificio de Cruz Roja Mexicana delegación Ciudad Madero y el equipamiento de quirófanos, por mencionar algunos. Falleció a los 94 años en su casa en Ciudad Madero.