Conocido como el barber migrante, Jorge es parte de los centroamericanos que buscan cristalizar el "sueño americano", huyendo de los maras, la pobreza y con la ilusión de darle una mejor calidad de vida a su familia.
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Procedente de Guatemala llegó al Puente Internacional de Matamoros a mediados del 2019, en plena pandemia, por lo que fue canalizado al campamento situado cerca del sitio, donde permanece con su pequeño hijo y su esposa a la espera de cruzar a los Estados Unidos.
Justo en la banqueta de donde actualmente vive y espera ya no sea por mucho tiempo, todos los días improvisa su barbería.
Tijeras en mano, navaja y peine corta cabello y barba a las personas que le solicitan, por una módica cantidad.
En este barrio de tiendas de campaña que es el campamento los migrantes soportan hambre, frío o intenso calor, viven de una manera precaria y en medio de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.
El lugar está rodeado por una valla con alambres de púas y bajo el resguardo del Instituto Nacional de Migración (INM), al borde del Río Bravo a unos metros de su anhelo: Estados Unidos.
Ahí esperan los cambios anunciados a la política migratoria del Gobierno de Estados Unidos vigente desde enero de 2019 conocida como Migrant Protection Protocols (MPP, por sus siglas en inglés) o Remain in Mexico -Quédate en México-.
"Aquí me gano la vida cortando cabello mientras nos autorizan pasar al otro lado, tengo una familia que mantener, aquí en el campamento la vida es muy dura, son muchos meses que llevamos esperando para poder cruzar y no me pienso rendir, quiero darle una mejor calidad de vida a mi familia, por eso estoy aguantando", aseguró el peluquero.
En estos meses se ha hecho de clientela, no sólo les corta el cabello a sus compañeros migrantes sino que también se ha hecho de algunos clientes matamorenses.
Recuerda que cuando llegó al refugio eran un grupo de más de 2 mil personas, unos se cruzaron el Río Bravo nadando, murieron algunos en el intento, otras más desistieron y se regresaron a su país de origen.
"Ahorita somos como 700, de ellos alrededor de 300 niños, entre nicaragüenses, hondureños, guatemaltecos, cubanos, algunos brasileños y otros haitianos", precisó el hombre que tijera en mano no pierde la esperanza de pisar tierra estadounidense.