/ martes 24 de agosto de 2021

Masacre de San Fernando asustó, pero no alejó a los migrantes

A 11 años de lo ocurrido, los violentos hechos siguen considerándose una de las peores tragedias en Tamaulipas

La masacre de 72 migrantes en San Fernando es quizá una de las más páginas más negras de la historia de Tamaulipas. A 11 años de este asesinato masivo, los migrantes insisten y aún con miedo, se atreven a recorrer la entidad para cumplir el anhelado sueño americano.

Fue entre el 22 y 23 de agosto de 2010 cuando se presentó este homicidio colectivo que puso a Tamaulipas en el reflector mundial como una entidad altamente peligrosa.

De acuerdo con registros periodísticos, el crimen fue cometido por Los Zetas quienes ya estaban en disputa con el Cartel del Golfo, en el ejido de El Huizachal, municipio tamaulipeco de San Fernando.

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Las víctimas, de origen centroamericano, venían en camionetas procedentes de Veracruz con destino a la frontera tamaulipeca con el objetivo de cruzar a los Estados Unidos, cuando fueron interceptados por un comando armado.

Según un joven de 18 años y de origen ecuatoriano que logró escapar, los migrantes -58 hombres y 14 mujeres- fueron trasladados a una bodega de esta zona ejidal, donde se les pidió que llamaran a sus familiares para pedirles dinero o bien, formar parte de las filas de este grupo delincuencial. Las 72 víctimas negaron ambas propuestas, por lo que uno a uno, atados de pies y manos fueron ejecutados en este lugar.

El testigo, quien dentro de la confusión y los disparos fingió estar muerto para posteriormente huir y caminar por cinco horas para pedir ayuda a personal de la Secretaría de Marina (Semar) que se encontró tras su fuga.

El 30 de agosto los 72 cuerpos fueron hallados y ahí comenzó un calvario para cientos de familias de países latinoamericanos quienes, angustiados, querían saber si su familiar se encontraba entre los muertos.

Las autoridades, rebasadas buscaban camiones frigoríficos y personal para el procesamiento de los 72 cuerpos, entre los que se identificaron 21 hondureños, 14 salvadoreños, 10 guatemaltecos, un ecuatoriano, cuatro brasileños e incluso un hindú.

EL TERROR NO SE FUE

La muerte de los 72 migrantes y el reclamo internacional no fueron suficientes para que las autoridades lograran frenar la violencia en el territorio tamaulipeco.

Aún no se cumplía un año de la ejecución de los 72, cuando en abril del 2011, Tamaulipas nuevamente era noticia nacional con el hallazgo de 196 cuerpos en 48 fosas clandestinas encontradas, de nuevo, en San Fernando.

Una década después, el 23 de enero de este 2021, 19 cuerpos calcinados fueron encontrados en el ejido Santa Anita perteneciente al municipio tamaulipeco de Camargo, muy cerca de Nuevo León. Según la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas (FGJT) de los 19 cuerpos, al menos 14 eran de origen guatemalteco.

MIGRANTES LE CORTABAN VUELTA A TAMAULIPAS

El sacerdote Elías Dávila Espinoza, encargado de la Casa del Migrante "La Sagrada Familia" en Tlaxcala, que previo a la pandemita recibía hasta siete mil 500 migrantes por año, recordó que tras la masacre de San Fernando estas personas evitaban el trayecto en Tamaulipas.

"Hay más casos -actualmente- de indocumentados que pasan por Tamaulipas cuando lo evitaban por lo de los 72, antes de los 72 no se identificaba como tal el problema de la migración aquí en México", señaló.

Precisó que en los años siguientes al 2010, las personas en tránsito optaban por recorridos largos en San Luis Potosí, otros se iban hasta Tijuana, Baja California, para estar lo menos posible en el territorio tamaulipeco.

"La ruta más cercana es precisamente Tampico, llegar a Ozuluama (Veracruz), luego Tampico, San Fernando para llegar a Reynosa o San Fernando, pero con los de secuestros dejaron de hacerlo”, sostuvo.

HERIDAS QUE SE QUEDARON MARCADAS

El padre Francisco Gallardo López, responsable de las casas del migrantes en los municipios de Matamoros y Reynosa, recordó con tristeza este hecho que como grupo de asistencia tuvieron que enfrentar.

“Todavía está muy fuerte el dolor de que los vimos; el aspecto de las familias, la situación tan grave y los miedos que en ese tiempo se vivieron, todavía siguen y van a quedar marcados para siempre en la historia aquí en la frontera”, declaró a EL SOL DE TAMPICO.

Destacó que pese a que las personas en tránsito saben del riesgo que implica, la necesidad que viven en sus naciones de origen los ha orillado a realizar el trayecto en Tamaulipas.

“Primero eran hombres, después fueron mujeres, luego familias, ahora desplazados de América Latina; esta movilidad que va desde la Patagonia, Canadá, Estados Unidos, pero hay que hacer un énfasis fuerte porque la realidad sobrepasa al gobierno”, apuntó.

Señaló que pareciera que las autoridades y la ciudadanía se han acostumbrado a la existencia y la necesidad de los migrantes en la frontera de Tamaulipas.

“Es una situación gravísima por la cuestión de movilidad, el problema es que parece que nos estamos acostumbrando sin darle ninguna cuestión de prioridad. No debemos acostumbrarnos, debemos estar siempre activos”, apuntó.

A 11 años de los hechos, Gallardo López agregó que la masacre de San Fernando asustó, pero no alejó a los migrantes de Tamaulipas, entidad donde enfatizó que la situación es precaria por falta de profesionalismo en el trabajo de las autoridades, pero, sobre todo, de humanidad.

La masacre de 72 migrantes en San Fernando es quizá una de las más páginas más negras de la historia de Tamaulipas. A 11 años de este asesinato masivo, los migrantes insisten y aún con miedo, se atreven a recorrer la entidad para cumplir el anhelado sueño americano.

Fue entre el 22 y 23 de agosto de 2010 cuando se presentó este homicidio colectivo que puso a Tamaulipas en el reflector mundial como una entidad altamente peligrosa.

De acuerdo con registros periodísticos, el crimen fue cometido por Los Zetas quienes ya estaban en disputa con el Cartel del Golfo, en el ejido de El Huizachal, municipio tamaulipeco de San Fernando.

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Las víctimas, de origen centroamericano, venían en camionetas procedentes de Veracruz con destino a la frontera tamaulipeca con el objetivo de cruzar a los Estados Unidos, cuando fueron interceptados por un comando armado.

Según un joven de 18 años y de origen ecuatoriano que logró escapar, los migrantes -58 hombres y 14 mujeres- fueron trasladados a una bodega de esta zona ejidal, donde se les pidió que llamaran a sus familiares para pedirles dinero o bien, formar parte de las filas de este grupo delincuencial. Las 72 víctimas negaron ambas propuestas, por lo que uno a uno, atados de pies y manos fueron ejecutados en este lugar.

El testigo, quien dentro de la confusión y los disparos fingió estar muerto para posteriormente huir y caminar por cinco horas para pedir ayuda a personal de la Secretaría de Marina (Semar) que se encontró tras su fuga.

El 30 de agosto los 72 cuerpos fueron hallados y ahí comenzó un calvario para cientos de familias de países latinoamericanos quienes, angustiados, querían saber si su familiar se encontraba entre los muertos.

Las autoridades, rebasadas buscaban camiones frigoríficos y personal para el procesamiento de los 72 cuerpos, entre los que se identificaron 21 hondureños, 14 salvadoreños, 10 guatemaltecos, un ecuatoriano, cuatro brasileños e incluso un hindú.

EL TERROR NO SE FUE

La muerte de los 72 migrantes y el reclamo internacional no fueron suficientes para que las autoridades lograran frenar la violencia en el territorio tamaulipeco.

Aún no se cumplía un año de la ejecución de los 72, cuando en abril del 2011, Tamaulipas nuevamente era noticia nacional con el hallazgo de 196 cuerpos en 48 fosas clandestinas encontradas, de nuevo, en San Fernando.

Una década después, el 23 de enero de este 2021, 19 cuerpos calcinados fueron encontrados en el ejido Santa Anita perteneciente al municipio tamaulipeco de Camargo, muy cerca de Nuevo León. Según la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas (FGJT) de los 19 cuerpos, al menos 14 eran de origen guatemalteco.

MIGRANTES LE CORTABAN VUELTA A TAMAULIPAS

El sacerdote Elías Dávila Espinoza, encargado de la Casa del Migrante "La Sagrada Familia" en Tlaxcala, que previo a la pandemita recibía hasta siete mil 500 migrantes por año, recordó que tras la masacre de San Fernando estas personas evitaban el trayecto en Tamaulipas.

"Hay más casos -actualmente- de indocumentados que pasan por Tamaulipas cuando lo evitaban por lo de los 72, antes de los 72 no se identificaba como tal el problema de la migración aquí en México", señaló.

Precisó que en los años siguientes al 2010, las personas en tránsito optaban por recorridos largos en San Luis Potosí, otros se iban hasta Tijuana, Baja California, para estar lo menos posible en el territorio tamaulipeco.

"La ruta más cercana es precisamente Tampico, llegar a Ozuluama (Veracruz), luego Tampico, San Fernando para llegar a Reynosa o San Fernando, pero con los de secuestros dejaron de hacerlo”, sostuvo.

HERIDAS QUE SE QUEDARON MARCADAS

El padre Francisco Gallardo López, responsable de las casas del migrantes en los municipios de Matamoros y Reynosa, recordó con tristeza este hecho que como grupo de asistencia tuvieron que enfrentar.

“Todavía está muy fuerte el dolor de que los vimos; el aspecto de las familias, la situación tan grave y los miedos que en ese tiempo se vivieron, todavía siguen y van a quedar marcados para siempre en la historia aquí en la frontera”, declaró a EL SOL DE TAMPICO.

Destacó que pese a que las personas en tránsito saben del riesgo que implica, la necesidad que viven en sus naciones de origen los ha orillado a realizar el trayecto en Tamaulipas.

“Primero eran hombres, después fueron mujeres, luego familias, ahora desplazados de América Latina; esta movilidad que va desde la Patagonia, Canadá, Estados Unidos, pero hay que hacer un énfasis fuerte porque la realidad sobrepasa al gobierno”, apuntó.

Señaló que pareciera que las autoridades y la ciudadanía se han acostumbrado a la existencia y la necesidad de los migrantes en la frontera de Tamaulipas.

“Es una situación gravísima por la cuestión de movilidad, el problema es que parece que nos estamos acostumbrando sin darle ninguna cuestión de prioridad. No debemos acostumbrarnos, debemos estar siempre activos”, apuntó.

A 11 años de los hechos, Gallardo López agregó que la masacre de San Fernando asustó, pero no alejó a los migrantes de Tamaulipas, entidad donde enfatizó que la situación es precaria por falta de profesionalismo en el trabajo de las autoridades, pero, sobre todo, de humanidad.

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