Miguel con ocho años de edad se convirtió en migrante cuando partió de Honduras junto con su madre rumbo a Estados Unidos; primero había que viajar por todo México donde recuerda que pasó dos días encerrado en la caja de un camión sobreviviendo a base de bebidas energéticas.
“Dos días encerrados con calor, solo tomábamos Gatorade, no sé donde estábamos, ya después arrancó el camión y llegamos al campamento de Matamoros”, recordó el pequeño que a principio de este 2021 se convirtió en uno de los migrantes que corrieron con la suerte que el gobierno de Estados Unidos les abriera la puerta para que ingresaran a ese país.
En el libro Antropología de la Movilidad Infantil en la frontera de Tamaulipas, publicado por el Colegio de Tamaulipas, su autor Óscar Misael Hernández Hernández realizó un planteamiento sobre los motivos que llevan a los menores a convertirse en migrantes.
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Apuntó que la reunificación familiar, el obtener un trabajo, estudiar, así como la mezcla de estos aspectos son los principales motivantes que sacan a los niños de sus casas para emprender la incierta aventura de llegar, en la mayoría de los casos, a Estados Unidos.
En Tamaulipas este flujo migrante es amplio, de acuerdo con los datos de la Unidad de Política Migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM) tan solo en el 2019 se reportaron 12 mil 736 eventos de repatriación de los que, 34.5% se realizaron en la entidad pese a que solo 13.9% eran originarios de este estado.
LOS RIESGOS
De los diálogos con niños atendidos en el Centro de Atención de Menores Fronterizos (Camef), el investigador señaló cinco riesgos principales que enfrentan los menores al arribar a una zona donde existen grupos criminales que operan entre la frontera tamaulipeca de México y Estados Unidos, cuya extensión es de 350 kilómetros.
“Llegar a la frontera norte de Tamaulipas es estar expuestos a la violencia y actos delictivos de grupos criminales. Ponerse en contacto con un coyote que puede engañarlos o abandonarlos. Ser llevados a casas de seguridad donde son víctimas de violencia simbólica, cruzar el río Bravo y estar expuestos a ahogarse. Ser detenidos por agentes de la Patrulla Fronteriza”, agregó.
LOS "POLLERITOS" O "MULERITOS"
Entre el 2010 y 2014, 158 menores fueron acusados de cruzar migrantes a los Estados Unidos, según un reporte de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), se trata de los menores que apodan “polleritos” o “muleritos”.
Ellos, en su mayoría adolescentes, son un grupo cuyo reclutamiento es de mucho interés para la delincuencia organizada, ya que por ser menores su procesamiento legal en Estados Unidos y México es complicado, además de que son mano de obra de bajo costo que conoce la zona.
Un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirmó que 38% de los adolescentes migrantes mexicanos no acompañados detenidos por la Patrulla Fronteriza en Texas, han sido reclutados por el crimen organizado como polleros
En este libro, Antropología de la Movilidad Infantil en la frontera de Tamaulipas, se refiere que estos niños, que pueden llegar a ganar mil dólares mensuales, reúnen características como ser migrantes no acompañados, provenir de familias disfuncionales con padres separados.
PANDEMIA NO LES FRENÓ EL PASO
La movilidad infantil en la frontera tamaulipeca no se detuvo tras la pandemia del coronavirus.
El sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) registró en Tamaulipas un total de 3 mil 024 ingresos en los Camef de las ciudades fronterizas y Tampico al finalizar el 2020. Del total de los ingresos 81% eran mexicanos y 19% extranjeros.
El padre Francisco Gallardo López, responsable de las casas del migrante en los municipios de Matamoros y Reynosa, destacó que el Covid-19 no inhibió la necesidad de migrar, por lo que es necesario contemplar a todos los migrantes dentro del plan de vacunación.
Advirtió que el riesgo es grande y que en México ya han cerrado casas del migrante por posibles brotes de coronavirus.
“No tenemos una orientación, ¿Qué va a pasar si yo ahorita tengo 80 migrantes en la casa, ¿cómo los voy a vacunar?, ¿cómo vamos a estar con ellos -los menores- desde la línea de la salud?”, cuestionó.
LA VISIÓN DE LOS NIÑOS
El sociólogo Óscar Misael Hernández Hernández apuntó en su trabajo que también incluye dibujos de los menores que el gobierno de México ha reformado sus leyes para dar protección a las niñas y niños, no obstante, aún falta contar el presupuesto.
“Hasta entonces se podrá sopesar si se ha dado un paso significativo con estas reformas a las leyes citadas en materia de derechos de la niñez migrante”, puntualizó.
Nicole, quien también fue residente del campamento migrante de Matamoros, lugar que por dos años albergó a al menos mil personas que vivían en condiciones de hacinamiento a un costado del río Bravo, soñaba con llegar a Estados Unidos.
“En ‘El Salvador’ no hace nada de frío, ni en Honduras, ni en Guatemala, aquí hubo mucho frío. En Estados Unidos ya me tienen todo, mi hermano me va a comprar todas las cosas y dicen que si no nos dejan entrar me van a cruzar por el río”, apuntó la pequeña originaria de Santa Ana, El Salvador.
Finalmente, Nicole y Miguel están ya en Estados Unidos, lograron cruzar bajo el Protocolo de Protección al Migrante (MPP por sus siglas en inglés), aunque tristemente esta historia no se replica en todos los niños que aún están, solos y varados en Tamaulipas, expuestos a todo tipo de riesgos.
