Considerados oficios de gran tradición y transmitidos de generación en generación, los zapateros y relojeros permanecen vigentes y se niegan a desaparecer a pesar de los años, la tecnología y el consumismo.
Cuántos de nosotros no hemos recurrido a ellos para reparar nuestro calzado, así como todo tipo de relojes de pulso y de pared, para hacer que estos objetos continúen siendo de utilidad.
Los relojeros, pocos pero siguen activos
La considerada edad de oro de los relojeros en México fue hasta el siglo pasado, cuando se popularizó entre la población el uso de este accesorio y llegaron las principales marcas europeas.
Sin embargo, con la aparición de celulares, luego los teléfonos inteligentes y ahora los smartwatches, el servicio de estos especialistas fue desplazado.
Con las restricciones de la pandemia, los relojeros fueron de los primeros en cerrar sus locales y de los últimos en recibir luz verde para reabrir, por lo que esta temporada pudo haber acelerado su extinción.
50 años dedicado a esta noble labor
Un claro ejemplo del trabajo que realiza un relojero es el señor Ismael de la Torre, con 50 años en este oficio que heredó de sus padres y que hasta estos momentos le sigue dando para mantener a su familia.
“Inicié labores en el año de 1970, montando este taller de reparación de todo tipo de relojes en el antiguo Mercado de Tampico y por mis manos han pasado desde marcas comunes hasta algunos de precios considerables como Rolex y Cartier”, dijo.
Desde muy temprana hora llega para abrir su local denominado “Mayo”, ubicado en las instalaciones del nuevo mercado, en la calle Pedro José Méndez y 20 de Noviembre.
Don Ismael comentó que “desde niño aprendí el oficio de mi padre, este trabajo me sirvió para sacar adelante a mis tres hijos que ahora son profesionistas y hombres de bien”.
Trabajos que realiza, garantizados
Sus diestras manos realizan desde limpieza de maquinaria, ejes, circuitos, bandas y carátulas, hasta el cambio de pila y correas, todos sus trabajos están garantizados.
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“Lamentablemente en estos momentos la clientela está bajando de forma considerable, ya que los relojes nuevos están siendo muy económicos y de batería, lo que hace que muchas personas en lugar de repararlos compran uno nuevo y son pocas las veces que llegan a mis manos piezas de valor o antiguas, hablando de los relojes de pared que cada día son menos comunes”, lamentó.
Explicó el señor Ismael de la Torre que “varios compañeros llegaron igual al Mercado de Tampico, pero con el tiempo, aunando a la pandemia del Covid-19 y la poca gente que requiere de nuestros servicios han ido dejando sus locales, llegamos cinco y ahora solo quedo yo en este inmueble y me dedico a reparar relojes de todo tipo hasta que Dios me dé licencia”.
"Zapateros" laboran en forma artesanal
La industria del calzado es una de las más lucrativas en México, pues, según los Censos Económicos, genera empleo directo para más de 115 mil personas y solo en 2019 se llegaron a producir hasta 250 millones de pares de zapatos.
Contrariamente a la bonanza de esta industria, los reparadores de zapatos, que en su mayoría trabajan de forma artesanal, representan uno de los oficios que al parecer vive sus últimos días.
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Con el desarrollo industrial y la llegada de nuevas tecnologías, los zapateros artesanales han disminuido de forma considerable en la zona.
Tal es el caso de don Pedro Domínguez del Ángel, quien tiene 30 años en este oficio de mucha tradición para su familia, el cual dijo le enseñó su abuelo y lleva tres décadas en un pequeño local localizado en la privada Paz y Genaro Salinas, cerca de la Plaza del Mariachi.
Dentro de sus anécdotas comentó que, “a mis manos llega una gran cantidad de zapatos, pero en su mayoría son botas industriales a las que les hago reparación de suelas, además le limo las puntas para quitarles el desgaste que presentan del trabajo duro de algunos de mis clientes”.
“Mi trabajo se puede ver en la gente que viene con frecuencia”
Trabaja prácticamente de sol a sol, en esta labor que asegura le ha dado para vivir y sacar adelante a su familia.
“De ahí saqué adelante a mi esposa y siete hijos, quienes no se dedicaron a este oficio, pero están muy orgullosos de lo que aún hago, porque me gusta".
Su lema es “Hacer bien tu trabajo te da mucha clientela”, mismo que aplica para la reparación de zapatos, así como de cierres de maletas, chamarras, bolsos de piel y forrado de botones.
Su especialidad es el calzado, el cual, dijo, ha cambiado mucho, ya que en esta época es sintético y de alto costo, mismos que duran poco tiempo y la gente opta más por desechar que reparar.
“Sustituyeron el cuero por el plástico, ahora tenemos las suelas completas que se pegan con un material adhesivo, se hace un trabajo que se llama vulcanizar y después se cosen, atrás quedaron aquellas medias suelas, el resistol sintético y los clavos”.
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Los servicios más solicitados son cambio de suelas y costuras, aunque también realiza plantillas ortopédicas.
Don Ismael y don Pedro coinciden en que ambos oficios no tienen la misma demanda de hace algunos años, pero seguirán realizándolos, pues estos se niegan a morir.