La pandemia enfrentó al mundo con el dolor de la pérdida de un ser querido, procesar este sentimiento tan sorpresivo ha llevado a algunas personas a tatuarse y convertir su amor en un homenaje, un tributo que siempre llevarán en la piel.
El tatuador, Ricardo Antolín, compartió con EL SOL DE TAMPICO la historia de cómo durante este año y medio de proliferación del virus ha realizado al menos 200 tatuajes tributo en el sur de Tamaulipas.
“Sí, he hecho 200 -tatuajes- aproximadamente... Los anecdotarios son casi obituarios, ¿no? Al final es como un obituario de las personas, sobre todo pues mucha gente, ¿Cómo te explicó? Tú ves morir a gente cercana, pero no esperas que te toque a ti”, dijo.
“La cuestión del tributo ha sido bastante fuerte tanto para mí como para el cliente porque para mí las energías han estado bien pesadas”, expresó.
HISTORIAS CONTADAS EN LA PIEL
Antolín, quien considera que en 37 años de carrera ha realizado hasta 65 mil tatuajes, recordó el caso de un plataformero que llegó justo el día que intubaron a su madre y no logró despedirse de ella, así como el de un joven cuyos padres murieron al ser contagiados por él después de posiblemente haber adquirido el virus en una fiesta.
De estas 200 historias convertidas en tatuajes, una en especial es considerada por el artista como de éxito.
“Le puse 'Lupita te amo', un señor como de 68 años, casi 70 años, ese día jugaba la final del Cruz Azul y el señor me dice 'es que lo logramos nada más esperamos que hoy gane nuestro Cruz Azul, a la señora algo que le hizo estar echándoles ganas era que él le iba diciendo cómo le iba al Cruz Azul”, relató desde su estudio Ricardo Antolín Tattoo Shop, ubicado en el centro de Tampico.
En una ocasión, al aplicar al filtro sanitario a un cliente se percató que este tenía baja oxigenación y alta temperatura, por lo que lo mandó de inmediato a atenderse, acto que posiblemente le salvó la vida, ya que pasó un mes internado en el hospital Rodolfo Torre Cantú tras esa visita a su estudio.
“Estamos hablando de que yo hacía trabajos tributos 5 a 6 a la semana. La carga emocional fue brutal”, refirió.
TATUARSE EN TIEMPOS DE COVID
Ante la contingencia sanitaria, el artista que cerró su establecimiento el 5 de abril del 2020 por la llegada del Covid-19 a México hizo hincapié en la importancia de seguir un exigente protocolo sanitario aun cuando los casos vayan a la baja.
“No tatúo a un cliente si no trae una careta porque lo tengo que proteger a él, la careta es para protegerlo a él”, señaló. “Al final de cuentas tienes que trabajar, se detiene el mundo, pero tienes que buscar los medios de regresar, pero de una forma segura”, agregó.
Indicó que en este largo proceso ha tatuado firmas, fechas de nacimiento y de muerte, aunque grabarse la fecha final es algo que no le sugiere a los clientes.
“Esta enfermedad nos ha llevado a todos a replantear la vida, a replantear la muerte, a replantear tantísimas cosas que quizá no las teníamos tan conscientes, al día de hoy, la solidaridad es tan sencilla como seguir usando el cubrebocas y usarlo bien. Te cuido, me cuidas”, puntualizó.
UN AVE Y UNA FÉRULA... EL TATUAJE DE LIZZETH
Un ave pecho amarillo y una férula que se utiliza para realizar un reemplazo de cadera es el tatuaje que Ricardo Antolín, hizo apenas hace dos semanas en la piel de Lizzeth Arenas.
“No es el miedo a olvidarlo y por eso quieres llevarlo en la piel, si no es como un recordatorio constante de que vive en tú corazón, vive en tu mente tanto a mi mamá como a mi papá, a mi mamá la perdí hace muchos años, entonces, a los dos los tengo tatuados juntos”, detalló.
EL DOCTOR QUE NO ABANDONÓ A SUS PACIENTES
El papá de Lizzeth fue el traumatólogo Gustavo Arenas Serna, quien falleció a los 76 años de edad el pasado 21 de septiembre, víctima de la variante Delta después de estar dos meses hospitalizado.
“Él se contagió precisamente en su trabajo, no quiso dejar o alejarse de sus pacientes, decía que había hecho un juramento y que había estudiado medicina para ayudar a los demás”, dijo.
Explicó que pese a que se siente en paz, ya que tuvo la oportunidad de acompañar a su papá durante todo el tiempo de su enfermedad, tatuarse le ha permitido llevar mejor el proceso del duelo, además de que aprovechó para tatuarse el ave en honor a Delia, su mamá quien falleció hace algunos años.
EL PROCESO DE TATUARSE
Aunque a su papá no le gustaban los tatuajes, Lizzeth cree que él estaría contento con su homenaje.
“Hubiera dicho 'esta otra vez se va a tatuar' pero definitivamente lo que yo siento en mi corazón al traer el tatuaje en honor a él eso es lo que yo creo que él está sintiendo”, aseguró. “Para mí no es una afición el tatuarme, pero yo quería traerlo siempre en la piel. Es un recordatorio constante de sus enseñanzas, de su legado, de todo lo que nos dio en vida” ,agregó la especialista en equipos de traumatología lo que le permitió acompañar a su papá en la cirugía por casi 20 años. Recordó que cuando le platicó a Antolín lo que quería tatuarse ella proporcionó algunas ideas, que el tatuador supo cómo interpretar.
“Para cualquier artista el lienzo en blanco pues significa algo, pero el cuerpo humano, la piel de otra persona es una responsabilidad muy grande, de mucho respeto, el señor es un artista”, apuntó. “Cuando lo veo -el diseño- en el papel, 'ay está precioso' cuando lo empieza hacer dije 'Diosito santo' y cuando me lo enseñan, no bueno, salí encantada. Es como si sacaras una parte que traes atorada”, finalizó.
