Parte fundamental de la actividad de cualquier pescador son las atarrayas, las cuales pese al avance de la modernidad y la tecnología siguen permaneciendo en pangas y embarcaciones que navegan por la región en busca de una buena captura.
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Cortarlas, armarlas o incluso únicamente repararlas son una actividad que sigue siendo netamente artesanal, requiriendo tiempo, paciencia y una gran técnica de quienes se dedican a esta centenaria labor.
En épocas como Semana Santa el uso de atarrayas para actividades de pesca comercial o incluso de recreación se incrementa notoriamente, dado el aumento en la venta de estos productos y la llegada de visitantes que buscan practicar esta actividad.
Parte de estos artesanos es Epifanio Márquez Severo, pescador de la Laguna de Chila en el poblado La Cortadura, en el municipio de Pánuco al norte de Veracruz, donde durante años se ha dedicado a esta labor.
Desde que inició en el noble oficio de la pesca, a muy temprana edad, fue instruido por su padre sobre la elaboración de su propia atarraya, actividad que considera muy laboriosa al demorar en construir una sola atarraya por lo menos quince días.
Los bordados son con decenas de metros de hilo nylon, cuyo entramado varía dependiendo del tamaño y tipo de especie que quiera capturar con estas redes, así como de la zona donde se pretenda utilizar ya que es diferente para laguna, canal o mar. Con los años Don Epifanio aprendió a tejer este necesario implemento para la pesca, a tal grado que por su destreza y habilidad puede darse el lujo de establecer el precio que considere para sus atarrayas dependiendo de su utilidad.
Cada una tienen un costo de dos a tres mil pesos, depende del grueso del hilo de nylon o el tamaño de la red, pues el grado de sofisticación va depender de la especie que se desee capturar con uno de esos atarrayazo.
Este infaltable implemento lo utiliza en la Laguna de Chila y otros cuerpos de agua, donde los pescadores de La Cortadura generalmente capturan especies como acamaya, jaiba y diversidad de peces. Mientras que en el sur de Tamaulipas se observan en la Laguna Chairel, Champayán, río Tamesí, río Pánuco e incluso en playa Miramar.
Sus compañeros de oficio buscan a Epifanio al reconocer su destreza y habilidad para que les remiende o les elabore una atarraya.
La elaboración de las atarrayas es prácticamente un ritual, se requiere de mucha paciencia, y sobre todo habilidad para ir tejiendo hasta darle la forma necesaria a fin de poder ser empleada en la captura de las especies que habitan los cuerpos de agua.
Por su parte, Saúl Hernández Vega, quien también elabora atarrayas en el poblado La Cortadura perteneciente a Pánuco, Veracruz, dijo que la venta de este implemento para capturar diversas especies ha podido sostener a su familia.