Tampico es su gente, la que día a día sale a la calle a ganarse el pan; esa misma gente es la que ha forjado la historia de nuestra zona, la que encontramos boleando los zapatos o vendiendo botanas por el centro.
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Pasear por las calles es inundarse de muchos sonidos y en nuestro paseo por la colonia Lauro Aguirre un silbato nos hizo un llamado a conocer uno de los oficios más antiguos de la zona, era el afilador.
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Alfonso Martínez Hernández lleva más de 50 años dedicado al oficio de afilador, trabajo que aprendió por un amigo y por la necesidad, que lo impulsó a tomar su bicicleta y recorrer las calles.
Lo encontramos justamente desmontando su bicicleta, una especial que él mismo ha adaptado para poder realizar su trabajo de manera más rápida y cómoda. El pasar de los años y la experiencia se nota en sus manos con las que da nueva vida a distintos cuchillos.
“Un amigo me medio enseñó y la necesidad de salir a adelante con mi familia fue lo que me hizo aprender este oficio”, mencionó el entrevistado.
Un dato curioso es que empezó a dedicarse a este oficio a sus 40 años y había incursionado en otros como vendedor de tortas, raspas y fruta, terminando por disfrutar más el oficio de afilador.
El oriundo de ciudad Cuauhtémoc, Veracruz, se convirtió en un andariego de profesión, paseando por su bicicleta en busca de quien le diera trabajo, que lo llevó a recorrer lugares como Xicoténcatl, Pánuco, Ciudad Valles y muchos más.
“Antes había varios más, hoy ya somos muy pocos los que quedamos y no podemos hacer otra cosa porque solo esto sabemos hacer ya”, detalló mientras recorríamos las calles de la colonia Lauro Aguirre.
En su rostro y su andar se notan los años que ha dedicado a este oficio, él y su silbato nos muestran las raíces de lo que hoy es Tampico, tierra de gente trabajadora a la que sin duda las ganas de salir adelante les da una fuerza usual, una que nos distingue a todos.