La aguja y el hilo han existido desde tiempos inmemorables y hasta la fecha, mientras usemos ropa, serán necesarios para la humanidad.
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Las máquinas de coser en tiempos del pasado eran herramientas empleadas diariamente por nuestras madres o abuelas, ya sea para levantar la bastilla o valenciana a algún pantalón, desarrollar una sábana o dejar que despegara su creatividad en diseño para prendas. Estos artilugios eran necesarios siempre.
La industrialización de la ropa quizá haya ido desapareciendo estas máquinas en algunos hogares, pero en la calle aún puede escucharse el pedaleado de estas máquinas que nos guían a la armería perfecta para cualquier costurero, costurera o sastre.
“Mi padre fue el que empezó en esto, yo venía desde los 8 años a apoyar a mi papá; luego con mi esposa nos vinimos a trabajar para acá”, dijo Virgilio Alfonso García Castellanos, actual encargado del taller donde lleva 15 años ejerciendo el oficio.
“Es un trabajo muy noble, prácticamente ha sido toda mi vida y mi pasión”, agregó para El Sol de Tampico.
Este taller lleva en pie desde 1990 y a la fecha las ruedas, pedales y engranajes de sus máquinas no han parado de girar, ya que, según explicó el hijo del fundador de este espacio, para ellos es una herramienta indispensable en cualquier hogar.
Comparó la máquina de coser con un automóvil, pues dispone de distintos compuestos y requiere una calibración correcta para su óptimo funcionamiento, “en cada casa hay una máquina de coser; todas las señoras, amas de casa o pequeños negocios son clientes míos”, detalló.
Los precios de uno de estos artilugios van desde los 800 pesos, en el caso de las caseras, y alcanzan hasta los 6 mil pesos para las de talla industrial.
ANTE LA CRISIS, EL INGENIO
La pandemia por Covid-19 ha impactado a miles de empresas, no solo en México sino en el mundo, por lo que el autoempleo ha sido una opción.
Ante este panorama adverso muchas personas han buscado empezar a emprender para poder llevar el sustento a casa, por lo que la fabricación de cubrebocas de tela ha dado un impulso en el campo de la manufactura con máquinas de coser.
“Con todo esto que se vino mucha gente quiso empezar a fabricar sus propios cubrebocas, ya sea para uso propio, pero en su mayoría era para venderlos, eso ha dado un mayor movimiento”, explicó el entrevistado.
LA VIEJA CONFIABLE
Tiempos modernos y materiales nuevos han venido a optimizar las máquinas de coser, pero el entrevistado afirmó que, como si de un pelotón de una vieja guardia se tratase, las “viejitas” o las que
parecen más rústicas son las más confiables en su mecanismo y su funcionalidad. “Las máquinas antiguas tienen reparación, puedes no usarla en 100 años y te va a seguir jalando. Si compras una actual y no la usas ya no te funciona, las máquinas actuales te llegan a durar 3 años a lo mucho”, refirió.
Hoy algunos de los engranajes que componen los artefactos de costura más actualizados tienden a ser delicados y se dañan con facilidad, pero las máquinas de coser se niegan a desaparecer y se mantienen como parte de lo Usual de Tampico, donde todos los días se sigue confeccionando un futuro hermoso ante la adversidad.