Una ruta formada por lagunas y ríos atravesaba toda la parte poniente de lo que hoy es Tampico, entonces el señorío de Tancol era una aduana difícil para propios y extraños que navegaban por esta amplia zona.
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Frente a la isla de la Pitaya estaba un centro ceremonial, que más adelante se conocería como la Pirámide Las Flores y cerro abajo se conformó con el paso de los años uno de los atractivos turísticos más importante de Tampico: el parque Fray Andrés de Olmos.
En este remanso de la laguna del Chairel, en las últimas décadas del siglo XIX, muchas personas dedicadas a la pesca descubrieron un gran tesoro, por la gran variedad de especies que se podían capturar, en esta que es una entrada natural al sistema lagunar del Tamesí desde Tampico.
Esta actividad dio paso a que en este punto se empezarán a construir áreas de esparcimientos, que dieron paso a los llamados balnearios “El Rojas” y “El Pirata”, que se fueron haciendo populares a la par que la zona se rodeaba de urbanidad, llegando a ser un paseo obligado en los años de 1940 a 1970.
Al extenderse la población que habitaba en el margen del río Tamesí hacia el norte, esta parte fue siendo invadida por familias de pescadores que tenían en la laguna del Chairel su sustento, a la par que la playa de Miramar fue teniendo mejor infraestructura y la población de nuevos sectores del puerto la fue prefiriendo para pasear.
“Lo que hoy es el parque Fray Andrés de Olmos fue originalmente asentamientos irregulares que se ubicaron en las orillas de la laguna, se establecieron las colonias Fernando San Pedro y Nuevo Amanecer, hacia el año de 1990 fue cuando se empezó un proceso de reubicación que se completó hasta 1994, cuando las 100 familias aceptan irse más hacia el norte”.
Comenta Fernando Arturo Sánchez González, quien es presidente del Comité de Vecinos del Parque Fray Andrés de Olmos, quien menciona que “en ese tiempo se trajo una draga de Baja California para limpiar esta parte del Chairel y dar espacio a una zona de recreación, como lo había sido con los balnearios que se tenían, ahí empezó la proyección del parque.
En las siguientes administraciones se le fue dando forma a las instalaciones, se empezó a construir la infraestructura, dice, “primero una palapa y se trajeron bicicletas para el agua, luego se fueron ampliando los espacios de juegos infantiles, pero lamentablemente los avances se detuvieron por un litigio que se tuvo, pues se trató de dar en concesión a particulares, situación que los vecinos logramos impedir y quedó como patrimonio de la ciudad”.
Fue hace ya 26 años que se inauguró la primera etapa de este parque que durante un tiempo fue abandonado, “sin embargo, se retomó gracias a su potencial turístico, pues es conocido como la ‘puerta al sistema lagunar’ y actualmente se ha renovado para volver de nuevo a sus años de gloria”.
El canto de las aves y los atardeceres en la laguna, recortados por el follaje inmensamente verde de este bello paraje natural de Tampico, lo están convirtiendo en un área de descanso y de escenario imperdible de los amantes de la fotografía.
Desde el inicio de las rutas marinas de la huasteca, muchas historias han acabado en romance en este sitio encantado de Tampico, que hoy se vuelve a llenar de bullicio, de nuevos amores que se encuentran y de navegaciones de recuerdos que llegan y se van con el sol.