/ domingo 31 de diciembre de 2023

Café Cultura | Calendario Luz y Café 2024

Hay dos personas en cada fotografía:

el fotógrafo y el espectador.

Ansel Adams.

Sin temor a estar equivocada, creo firmemente que el arte de la fotografía ha tenido en nuestro Puerto de Tampico un avance importante. Esto he podido comprobarlo muy individualmente, a partir del lanzamiento de nuestro Concurso de Fotografía Luz y Café, inaugurado con gran éxito hace Quince Años por mi paisano, el fotógrafo zacatecano Pedro Valtierra. Parece increíble que desde el inicio y al paso de los años, me haya dejado nuestro concurso tantas vivencias entrañables y, por otro lado, el ruido de voces disonantes...

En este orden de pensamiento, retomaré lo que hace justo Quince Años escribí aquí mismo: al igual que el arte de la fotografía, nuestro concurso aspira a la condición de ser memorable. Empezará sin inicio y acabará sin final, como decía de la música Vinicius de Moraes, y como lo he dicho yo robando sus palabras, para seguir celebrando el arte que da figura a las visiones, a lo real instantáneo y esquivo y al cabo atrapado por el clic fotográfico.

Y a fin de iniciar las conmemoraciones de este año quinceañero, hemos trabajado nuestro ya esperado Calendario 2024, inspirados en la creación fotográfica y literaria del entrañable Rodrigo Moya, multipremiado por sus temas sociales y registros históricos de los disturbios políticos de Latinoamérica, en las décadas de los años 50 y 60.

Al Maestro Moya le inspiró el trabajo de artistas como Walker Evans, Robert Frank y Dorothea Lange entre otros, viéndose ulteriormente influido por la fuerza expresiva de Nacho López, fotógrafo mexicano nacido en Tampico, Tamaulipas. Con innumerables Premios y Exposiciones dentro y fuera de México, Rodrigo Moya radicado actualmente en Cuernavaca, Morelos, México, es uno de los fotodocumentalistas más importantes de Latinoamérica, contando también con trabajos de narrativa y poesía, con 11 libros de su autoría publicados.

Sin duda usted habrá leído en alguna parte, o comprobado, que poetas y escritores han encontrado una y otra vez inspiración en el arte de la fotografía, visto por ellos como historias pendientes de contar. No en vano decía Julio Cortázar que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, forjada en buena medida por el reducido campo que abarca la cámara, y también por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación. Quien toma la foto se ve urgido a escoger un punto específico y a limitar un espacio que al valer por sí mismos, lleven al espectador más allá de la anécdota o el relato visual. Porque fotografiar no es sólo “robar” un fragmento a una realidad que pueda abrirse a otra realidad más amplia, sino llevar al observador a los recintos de la imaginación. ¿O se tratará muchas veces, paradójicamente, de imprimir en una imagen fragmentos de una realidad por mucho inexistente? Quizá…

En el libro Fotografía, editado por Televisa en 2005, el Maestro Sergio Pitol escribe: Cuando Jacques Daguerre descubrió en 1838 ese novedoso proceso que permitía fijar una imagen en placas metálicas y revelarla en un papel especialmente sensibilizado, generó las reacciones más variadas: estupor general, júbilo en los sectores positivistas, desconfianza en los clericales. El Leípzíger Stadtanzeíger publicó esta declaración: Pretender fijar las imágenes humanas como en un espejo es un proyecto blasfematorio. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y esa imagen no puede ser fijada por ninguna máquina concebida por el hombre. Recordemos que Baudelaire fue uno de sus primeros detractores... Y Daguerre logra sus primeras placas cuatrocientos años después del descubrimiento de Gutenberg.

Y decía yo en las primeras líneas que el arte de la fotografía ha tenido en nuestro puerto, sin ninguna duda, un auge notable. He podido comprobarlo a lo largo de estos tres lustros, pareciendo increíble que me haya traído este concurso tantas vivencias esencialmente entrañables.

Vaya desde Tampico este humilde Homenaje al Hermoso Moya, en la celebración por los Quince Años de nuestro Concurso de Fotografía LUZ y CAFÉ.

Con el hondo deseo de que este año 2024 sea mejor y nosotros mejores.

amparo.gberumen@gmail.com

Hay dos personas en cada fotografía:

el fotógrafo y el espectador.

Ansel Adams.

Sin temor a estar equivocada, creo firmemente que el arte de la fotografía ha tenido en nuestro Puerto de Tampico un avance importante. Esto he podido comprobarlo muy individualmente, a partir del lanzamiento de nuestro Concurso de Fotografía Luz y Café, inaugurado con gran éxito hace Quince Años por mi paisano, el fotógrafo zacatecano Pedro Valtierra. Parece increíble que desde el inicio y al paso de los años, me haya dejado nuestro concurso tantas vivencias entrañables y, por otro lado, el ruido de voces disonantes...

En este orden de pensamiento, retomaré lo que hace justo Quince Años escribí aquí mismo: al igual que el arte de la fotografía, nuestro concurso aspira a la condición de ser memorable. Empezará sin inicio y acabará sin final, como decía de la música Vinicius de Moraes, y como lo he dicho yo robando sus palabras, para seguir celebrando el arte que da figura a las visiones, a lo real instantáneo y esquivo y al cabo atrapado por el clic fotográfico.

Y a fin de iniciar las conmemoraciones de este año quinceañero, hemos trabajado nuestro ya esperado Calendario 2024, inspirados en la creación fotográfica y literaria del entrañable Rodrigo Moya, multipremiado por sus temas sociales y registros históricos de los disturbios políticos de Latinoamérica, en las décadas de los años 50 y 60.

Al Maestro Moya le inspiró el trabajo de artistas como Walker Evans, Robert Frank y Dorothea Lange entre otros, viéndose ulteriormente influido por la fuerza expresiva de Nacho López, fotógrafo mexicano nacido en Tampico, Tamaulipas. Con innumerables Premios y Exposiciones dentro y fuera de México, Rodrigo Moya radicado actualmente en Cuernavaca, Morelos, México, es uno de los fotodocumentalistas más importantes de Latinoamérica, contando también con trabajos de narrativa y poesía, con 11 libros de su autoría publicados.

Sin duda usted habrá leído en alguna parte, o comprobado, que poetas y escritores han encontrado una y otra vez inspiración en el arte de la fotografía, visto por ellos como historias pendientes de contar. No en vano decía Julio Cortázar que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, forjada en buena medida por el reducido campo que abarca la cámara, y también por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación. Quien toma la foto se ve urgido a escoger un punto específico y a limitar un espacio que al valer por sí mismos, lleven al espectador más allá de la anécdota o el relato visual. Porque fotografiar no es sólo “robar” un fragmento a una realidad que pueda abrirse a otra realidad más amplia, sino llevar al observador a los recintos de la imaginación. ¿O se tratará muchas veces, paradójicamente, de imprimir en una imagen fragmentos de una realidad por mucho inexistente? Quizá…

En el libro Fotografía, editado por Televisa en 2005, el Maestro Sergio Pitol escribe: Cuando Jacques Daguerre descubrió en 1838 ese novedoso proceso que permitía fijar una imagen en placas metálicas y revelarla en un papel especialmente sensibilizado, generó las reacciones más variadas: estupor general, júbilo en los sectores positivistas, desconfianza en los clericales. El Leípzíger Stadtanzeíger publicó esta declaración: Pretender fijar las imágenes humanas como en un espejo es un proyecto blasfematorio. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y esa imagen no puede ser fijada por ninguna máquina concebida por el hombre. Recordemos que Baudelaire fue uno de sus primeros detractores... Y Daguerre logra sus primeras placas cuatrocientos años después del descubrimiento de Gutenberg.

Y decía yo en las primeras líneas que el arte de la fotografía ha tenido en nuestro puerto, sin ninguna duda, un auge notable. He podido comprobarlo a lo largo de estos tres lustros, pareciendo increíble que me haya traído este concurso tantas vivencias esencialmente entrañables.

Vaya desde Tampico este humilde Homenaje al Hermoso Moya, en la celebración por los Quince Años de nuestro Concurso de Fotografía LUZ y CAFÉ.

Con el hondo deseo de que este año 2024 sea mejor y nosotros mejores.

amparo.gberumen@gmail.com