/ martes 30 de abril de 2024

Economía para todos / El México pequeño

La infancia, algunas veces olvidada por los gobernantes y otras tantas por la sociedad, son el motor que moverá el país en los años por venir.

Abordar el tema del Día del Niño proporciona una oportunidad valiosa para reflexionar sobre la importancia de la población infantil en los indicadores económicos y el desarrollo de un país.

En primer lugar, la densidad demográfica de niños en una sociedad puede ser un indicador de un potencial económico futuro. Una población joven y en crecimiento puede traducirse en una fuerza laboral dinámica y productiva en el futuro, lo que a su vez puede impulsar el crecimiento económico a largo plazo.

Aunado a ello, los niños representan una inversión en capital humano. La educación y el cuidado de la salud de los niños son fundamentales para su desarrollo cognitivo, físico y emocional, lo que a su vez influye en su capacidad para contribuir al mercado laboral y participar en la economía en el futuro. Por lo tanto, invertir en la educación y el bienestar de los niños no solo beneficia su desarrollo individual, sino que también puede tener un impacto positivo en el crecimiento económico y la competitividad nacional de acuerdo a múltiples teorías de crecimiento económico.

Por otra parte, la población infantil también puede afectar otros indicadores económicos, como la demanda de bienes y servicios. Es decir, las necesidades y preferencias de los niños, así como las decisiones de consumo de sus familias, pueden influir en la demanda de productos específicos, como juguetes, ropa, alimentos y servicios relacionados con la salud y la educación. Esta demanda puede tener un efecto directo en diversos sectores de la economía, desde el comercio minorista hasta la industria manufacturera y los servicios relacionados con la infancia.

Además, la fuerza laboral futura de un país depende en gran medida de la salud y el bienestar de la población infantil. Los niños que reciben una educación de calidad y atención médica adecuada tienen más probabilidades de convertirse en trabajadores productivos y contribuir al desarrollo económico de su país en el futuro. Por lo tanto, asegurar el acceso equitativo a la educación, la salud y otros servicios sociales para todos los niños el día de hoy y en los años siguientes en el mediano plazo es esencial para construir una fuerza laboral sólida y competitiva.

No obstante, hay una estimación que provoca ruido respecto a este grupo etario. De acuerdo con las proyecciones de la población del Consejo Nacional de Población (Conapo), para este año, el 26.2 por ciento de la población correspondería a los infantes iguales o menores a 15 años, mientras que, para 2030 y 2036, esta cifra disminuiría a 23.6 y 21.5 por ciento, respectivamente.

A pesar de ello, la población infantil desempeña un papel crucial en los indicadores económicos y el desarrollo de un país. Invertir en el bienestar y el futuro de los niños no solo es una cuestión de justicia social, sino también una estrategia inteligente para impulsar el crecimiento económico, la competitividad y el bienestar general de la sociedad; siempre y cuando sin dejar de observar los índices demográficos que pudieran poner en jaque ciertos ámbitos económicos y sociales.

Regeneración 19

La infancia, algunas veces olvidada por los gobernantes y otras tantas por la sociedad, son el motor que moverá el país en los años por venir.

Abordar el tema del Día del Niño proporciona una oportunidad valiosa para reflexionar sobre la importancia de la población infantil en los indicadores económicos y el desarrollo de un país.

En primer lugar, la densidad demográfica de niños en una sociedad puede ser un indicador de un potencial económico futuro. Una población joven y en crecimiento puede traducirse en una fuerza laboral dinámica y productiva en el futuro, lo que a su vez puede impulsar el crecimiento económico a largo plazo.

Aunado a ello, los niños representan una inversión en capital humano. La educación y el cuidado de la salud de los niños son fundamentales para su desarrollo cognitivo, físico y emocional, lo que a su vez influye en su capacidad para contribuir al mercado laboral y participar en la economía en el futuro. Por lo tanto, invertir en la educación y el bienestar de los niños no solo beneficia su desarrollo individual, sino que también puede tener un impacto positivo en el crecimiento económico y la competitividad nacional de acuerdo a múltiples teorías de crecimiento económico.

Por otra parte, la población infantil también puede afectar otros indicadores económicos, como la demanda de bienes y servicios. Es decir, las necesidades y preferencias de los niños, así como las decisiones de consumo de sus familias, pueden influir en la demanda de productos específicos, como juguetes, ropa, alimentos y servicios relacionados con la salud y la educación. Esta demanda puede tener un efecto directo en diversos sectores de la economía, desde el comercio minorista hasta la industria manufacturera y los servicios relacionados con la infancia.

Además, la fuerza laboral futura de un país depende en gran medida de la salud y el bienestar de la población infantil. Los niños que reciben una educación de calidad y atención médica adecuada tienen más probabilidades de convertirse en trabajadores productivos y contribuir al desarrollo económico de su país en el futuro. Por lo tanto, asegurar el acceso equitativo a la educación, la salud y otros servicios sociales para todos los niños el día de hoy y en los años siguientes en el mediano plazo es esencial para construir una fuerza laboral sólida y competitiva.

No obstante, hay una estimación que provoca ruido respecto a este grupo etario. De acuerdo con las proyecciones de la población del Consejo Nacional de Población (Conapo), para este año, el 26.2 por ciento de la población correspondería a los infantes iguales o menores a 15 años, mientras que, para 2030 y 2036, esta cifra disminuiría a 23.6 y 21.5 por ciento, respectivamente.

A pesar de ello, la población infantil desempeña un papel crucial en los indicadores económicos y el desarrollo de un país. Invertir en el bienestar y el futuro de los niños no solo es una cuestión de justicia social, sino también una estrategia inteligente para impulsar el crecimiento económico, la competitividad y el bienestar general de la sociedad; siempre y cuando sin dejar de observar los índices demográficos que pudieran poner en jaque ciertos ámbitos económicos y sociales.

Regeneración 19