Hace algunas semanas, y como objetivo para discutir sobre la Reforma Eléctrica, diferentes grupos parlamentarios anunciaron convocar a un “parlamento abierto”, entendido como foros consultivos. Pero a todo esto, realmente este término implica otras cosas en nuestro país, en donde ningún órgano legislativo las realizaría, a menos que le convenga.
Hablar de Parlamento Abierto es la interacción pública que abre, informa y transparenta, datos abiertos sobre procesos derivados a rendición de cuentas y fomenta la participación ciudadana. Pero en donde también queda demostrado que tanto en las legislaturas locales, como en el Congreso de la Unión, en comparación con otros estándares internacionales, dejan mucho que desear.
Vayamos mas allá, el parlamento abierto es una táctica en donde prácticamente se usa para dilatar un tema difiícil o para que una de las partes opositoras, puedan negociar.
Ya paso en 2008, cuando el entonces presidente Felipe Calderon, presentó su iniciativa de reforma energética, y en donde el entonces denominado Frente Amplio Progresista, conformado por los partidos de izquierda del país, bloqueó la entrada al pleno de las dos cámaras. ¿El resultado? Para volver a sesionar, acordaron realizar mesas de discución que duraron varios meses, con ello se terminó desgastando la iniciativa original, y en donde algunos, salieron provechosos de ello.
Por último, más allá de contactar a personalidades expertas y destacadas al tema a tratar, realmente estas opiniones y decisiones deberían ser tomadas en cuenta en el congreso, y no solo para crear percepción de apertura y ganar tiempo. La oposición haría bien en presentar mensajes más claros y concretos.
No hay pobreza más pobre en el debate público que tener solo la razón.
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