/ sábado 4 de mayo de 2024

Hablemos de tecnología / ¿Adiós TikTok?

“Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca”: Sun Tzu

Cuando quieras unir a dos enemigos irreconciliables basta con que les presentes a un enemigo en común, y este es el caso de lo que está pasando en los Estados Unidos en la disputa entre su gobierno y la empresa China que administra la que es hoy por hoy la aplicación más usada en el planeta ¿Facebook?, claro que no, hablamos de TikTok.

En el mundo hay tambores de guerra, y para nosotros estimado lector, el panorama digital que conocemos está siendo redibujado ante nuestros ojos. Uno de los actores principales de este nuevo escenario es TikTok, la red social que ha revolucionado la forma en que millones interactúan en línea. Pero ahora, TikTok se enfrenta a un desafío monumental: Estados Unidos ha decidido poner un alto a su expansión, citando preocupaciones que van más allá de simples prácticas comerciales.

El Congreso de Estados Unidos, en una rara muestra de bipartidismo, ha decidido que TikTok debe desvincularse de cualquier control chino o enfrentarse a una prohibición total. Este ultimátum no surge de la nada. La preocupación radica en que la influencia de TikTok, propiedad de la empresa china ByteDance, podría extenderse más allá de lo comercial y afectar la integridad política y social del país.

La decisión llega en un contexto en el que China ha mantenido durante décadas restricciones similares contra las principales tecnologías estadounidenses. Plataformas como Google y Facebook han sido largamente excluidas del mercado chino. Esta medida es vista por muchos como una reciprocidad tardía, pero esencial, en la lucha por la seguridad nacional y la soberanía digital.

Los números son elocuentes: en Estados Unidos, TikTok ha penetrado al 44% de la población, mientras que en otros países democráticos, la cifra es igualmente significativa. Esta masiva adopción ha convertido a TikTok no solo en un fenómeno cultural, sino en una potencial herramienta de influencia política. La preocupación no es infundada, dado el poder que el algoritmo de TikTok tiene para moldear opiniones y comportamientos, especialmente entre los más jóvenes.

Sin embargo, este movimiento va más allá de la protección de datos personales o la seguridad nacional. Es un reflejo de un fenómeno más amplio que estamos observando globalmente: la fragmentación de Internet. Lo que una vez fue una red global sin restricciones está dando paso a un espacio segmentado por decisiones geopolíticas. Esto marca un cambio fundamental en cómo interactuamos y nos informamos, -y cómo lo vamos a hacer- en el futuro.

Frente a esta situación, ByteDance ha expresado su preferencia por apagar TikTok en Estados Unidos antes que venderlo a una entidad no china. Esta decisión resalta la complejidad de los intereses en juego, donde la soberanía económica y política de China parece tomar precedencia sobre el acceso a mercados extranjeros.

Además, no podemos ignorar el efecto colateral de tales decisiones en los creadores de contenido y los negocios que dependen de TikTok para su sustento. Aunque la transición a otras plataformas como YouTube Shorts o Instagram Reels puede ser una solución, no es una transición sin costos ni desafíos.

Amigo lector, estamos ante un punto de inflexión en la historia de la tecnología y la política internacional -sí, otro más-. Las decisiones que se toman hoy tendrán repercusiones duraderas en nuestra capacidad para interactuar y entender mundos más allá de nuestras fronteras físicas y digitales. En este nuevo escenario, es crucial que permanezcamos informados y críticos, entendiendo que cada aplicación descargada, cada cuenta creada, y cada video compartido, son ahora partes de un tablero de ajedrez mucho más grande.

A medida que avanzamos, es importante reflexionar sobre lo que estas tensiones significan para nuestro futuro digital. ¿Estamos listos para vivir en un mundo donde el acceso a la información y las plataformas dependa cada vez más de decisiones políticas? Esta es la realidad que debemos enfrentar, y su impacto va mucho más allá de una simple prohibición de una aplicación popular.

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“Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca”: Sun Tzu

Cuando quieras unir a dos enemigos irreconciliables basta con que les presentes a un enemigo en común, y este es el caso de lo que está pasando en los Estados Unidos en la disputa entre su gobierno y la empresa China que administra la que es hoy por hoy la aplicación más usada en el planeta ¿Facebook?, claro que no, hablamos de TikTok.

En el mundo hay tambores de guerra, y para nosotros estimado lector, el panorama digital que conocemos está siendo redibujado ante nuestros ojos. Uno de los actores principales de este nuevo escenario es TikTok, la red social que ha revolucionado la forma en que millones interactúan en línea. Pero ahora, TikTok se enfrenta a un desafío monumental: Estados Unidos ha decidido poner un alto a su expansión, citando preocupaciones que van más allá de simples prácticas comerciales.

El Congreso de Estados Unidos, en una rara muestra de bipartidismo, ha decidido que TikTok debe desvincularse de cualquier control chino o enfrentarse a una prohibición total. Este ultimátum no surge de la nada. La preocupación radica en que la influencia de TikTok, propiedad de la empresa china ByteDance, podría extenderse más allá de lo comercial y afectar la integridad política y social del país.

La decisión llega en un contexto en el que China ha mantenido durante décadas restricciones similares contra las principales tecnologías estadounidenses. Plataformas como Google y Facebook han sido largamente excluidas del mercado chino. Esta medida es vista por muchos como una reciprocidad tardía, pero esencial, en la lucha por la seguridad nacional y la soberanía digital.

Los números son elocuentes: en Estados Unidos, TikTok ha penetrado al 44% de la población, mientras que en otros países democráticos, la cifra es igualmente significativa. Esta masiva adopción ha convertido a TikTok no solo en un fenómeno cultural, sino en una potencial herramienta de influencia política. La preocupación no es infundada, dado el poder que el algoritmo de TikTok tiene para moldear opiniones y comportamientos, especialmente entre los más jóvenes.

Sin embargo, este movimiento va más allá de la protección de datos personales o la seguridad nacional. Es un reflejo de un fenómeno más amplio que estamos observando globalmente: la fragmentación de Internet. Lo que una vez fue una red global sin restricciones está dando paso a un espacio segmentado por decisiones geopolíticas. Esto marca un cambio fundamental en cómo interactuamos y nos informamos, -y cómo lo vamos a hacer- en el futuro.

Frente a esta situación, ByteDance ha expresado su preferencia por apagar TikTok en Estados Unidos antes que venderlo a una entidad no china. Esta decisión resalta la complejidad de los intereses en juego, donde la soberanía económica y política de China parece tomar precedencia sobre el acceso a mercados extranjeros.

Además, no podemos ignorar el efecto colateral de tales decisiones en los creadores de contenido y los negocios que dependen de TikTok para su sustento. Aunque la transición a otras plataformas como YouTube Shorts o Instagram Reels puede ser una solución, no es una transición sin costos ni desafíos.

Amigo lector, estamos ante un punto de inflexión en la historia de la tecnología y la política internacional -sí, otro más-. Las decisiones que se toman hoy tendrán repercusiones duraderas en nuestra capacidad para interactuar y entender mundos más allá de nuestras fronteras físicas y digitales. En este nuevo escenario, es crucial que permanezcamos informados y críticos, entendiendo que cada aplicación descargada, cada cuenta creada, y cada video compartido, son ahora partes de un tablero de ajedrez mucho más grande.

A medida que avanzamos, es importante reflexionar sobre lo que estas tensiones significan para nuestro futuro digital. ¿Estamos listos para vivir en un mundo donde el acceso a la información y las plataformas dependa cada vez más de decisiones políticas? Esta es la realidad que debemos enfrentar, y su impacto va mucho más allá de una simple prohibición de una aplicación popular.

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