/ sábado 11 de mayo de 2024

Hablemos de tecnología / El internet muerto

La leyenda dice que fue en algún momento del 2016, no sabemos exactamente cuándo, ni tampoco dónde comenzó, tampoco tenemos mayores indicios del asesino, lo cierto es que… al parecer alguien mató al Internet.

En los últimos años la Teoría del Internet Muerto ha sido una de las hipótesis que ha tomado más fuerza en los foros de la red, desde Reddit hasta 4chan, y claro está en los oscuros rincones de la internet profunda. Esta idea propone que, desde hace algunos años, el internet que conocemos ha dejado de ser un espacio dominado por humanos para convertirse en un teatro de sombras controlado por inteligencias artificiales y algoritmos omnipresentes. ¿Suena a ciencia ficción? Tal vez, pero algunos argumentos y datos podrían hacerle reconsiderar la realidad de nuestra interacción digital diaria.

Comencemos amigo lector, la teoría, que ganó notoriedad en 2021, sugiere que desde 2016, gran parte de lo que leemos, vemos y discutimos en línea no proviene de seres humanos, sino de máquinas. Según un informe de Imperva®, el 40.8% -sí leyó usted bien- del tráfico de Internet en 2020 fue generado por bots, con un 25.6% clasificado como malicioso. Sin embargo, este dato choca con el crecimiento constante de usuarios de internet, que, según Statista, llegó a 5,300 millones en 2022.

A medida que las tecnologías como los bots y los deepfakes se perfeccionan, el contenido genuinamente humano se ve desplazado por publicaciones automatizadas, creando un ecosistema digital donde la autenticidad es, paradójicamente, rara. ¿Qué significa esto para la cultura y la autonomía personal cuando la información que consumimos podría estar prefabricada en una “granja de bots”? ¿alguna vez le ha aparecido una imagen hecha con IA que mezcla imágenes religiosas con autos deportivos o arañas gigantes? ¿no? Debería revisar bien sus redes, no se sorprenda, llegarán.

Los defensores de esta teoría argumentan que esto conduce a una homogeneización de la cultura, donde independientemente de la ubicación geográfica o las preferencias individuales, terminamos consumiendo y discutiendo las mismas ideas. Esto, sostienen, tiene enormes implicaciones para la democracia y la diversidad cultural. El Instituto para Estudios del Futuro de Copenhague proyecta que para 2030, el 99% del contenido web podría ser generado por IA, lo cual podría sonar alarmante.

Le escribo de la enorme posibilidad de tener el control completo de la narrativa mundial a favor no de las máquinas, sino de la persona o grupo que las controle.

Pero, ¿es realmente tan sombrío el panorama? La teoría del Internet Muerto, si bien es provocativa, ofrece también un punto de reflexión sobre nuestra dependencia de la tecnología y la necesidad de fomentar la creación humana frente a la automatización. La realidad es que, aunque los bots están aumentando su presencia, la creatividad y la empatía humana aún no pueden ser replicadas completamente por máquinas.

La tecnología de IA tiene el potencial de ser una herramienta poderosa, no un sustituto. Puede liberarnos de tareas repetitivas y darnos más espacio para la creatividad y la interacción genuina. En lugar de temer un panorama distópico, podemos optar por una visión donde la tecnología amplifique nuestras capacidades humanas sin reemplazarlas.

Y considero, el mayor riesgo se centra en usar esta masificación en las opiniones artificiales pudiera terminar convirtiéndose en eso, una opinión pública falsa, artificial, controlada, y usada para aprobar o para “funar” o cancelar aquello que “ellos” decidan. Estimado lector, el futuro de nuestra interacción en la red está en nuestras manos, y es nuestra responsabilidad asegurar que las tecnologías emergentes se utilicen para enriquecer, no para suplantar, la experiencia humana en el vasto mundo digital.

La discusión está abierta y su voz es más necesaria que nunca. ¿Nos resignaremos a ser espectadores en un teatro dirigido por algoritmos, o tomaremos las riendas para asegurar un futuro digital que refleje la diversidad y la riqueza del espíritu humano? La elección, querido lector, está en nuestras manos.

Facebook: www.facebook.com/soylalodelatorre

Twitter: @lalodelatorreg

Email: tecnologia@lalodelatorre.com

La leyenda dice que fue en algún momento del 2016, no sabemos exactamente cuándo, ni tampoco dónde comenzó, tampoco tenemos mayores indicios del asesino, lo cierto es que… al parecer alguien mató al Internet.

En los últimos años la Teoría del Internet Muerto ha sido una de las hipótesis que ha tomado más fuerza en los foros de la red, desde Reddit hasta 4chan, y claro está en los oscuros rincones de la internet profunda. Esta idea propone que, desde hace algunos años, el internet que conocemos ha dejado de ser un espacio dominado por humanos para convertirse en un teatro de sombras controlado por inteligencias artificiales y algoritmos omnipresentes. ¿Suena a ciencia ficción? Tal vez, pero algunos argumentos y datos podrían hacerle reconsiderar la realidad de nuestra interacción digital diaria.

Comencemos amigo lector, la teoría, que ganó notoriedad en 2021, sugiere que desde 2016, gran parte de lo que leemos, vemos y discutimos en línea no proviene de seres humanos, sino de máquinas. Según un informe de Imperva®, el 40.8% -sí leyó usted bien- del tráfico de Internet en 2020 fue generado por bots, con un 25.6% clasificado como malicioso. Sin embargo, este dato choca con el crecimiento constante de usuarios de internet, que, según Statista, llegó a 5,300 millones en 2022.

A medida que las tecnologías como los bots y los deepfakes se perfeccionan, el contenido genuinamente humano se ve desplazado por publicaciones automatizadas, creando un ecosistema digital donde la autenticidad es, paradójicamente, rara. ¿Qué significa esto para la cultura y la autonomía personal cuando la información que consumimos podría estar prefabricada en una “granja de bots”? ¿alguna vez le ha aparecido una imagen hecha con IA que mezcla imágenes religiosas con autos deportivos o arañas gigantes? ¿no? Debería revisar bien sus redes, no se sorprenda, llegarán.

Los defensores de esta teoría argumentan que esto conduce a una homogeneización de la cultura, donde independientemente de la ubicación geográfica o las preferencias individuales, terminamos consumiendo y discutiendo las mismas ideas. Esto, sostienen, tiene enormes implicaciones para la democracia y la diversidad cultural. El Instituto para Estudios del Futuro de Copenhague proyecta que para 2030, el 99% del contenido web podría ser generado por IA, lo cual podría sonar alarmante.

Le escribo de la enorme posibilidad de tener el control completo de la narrativa mundial a favor no de las máquinas, sino de la persona o grupo que las controle.

Pero, ¿es realmente tan sombrío el panorama? La teoría del Internet Muerto, si bien es provocativa, ofrece también un punto de reflexión sobre nuestra dependencia de la tecnología y la necesidad de fomentar la creación humana frente a la automatización. La realidad es que, aunque los bots están aumentando su presencia, la creatividad y la empatía humana aún no pueden ser replicadas completamente por máquinas.

La tecnología de IA tiene el potencial de ser una herramienta poderosa, no un sustituto. Puede liberarnos de tareas repetitivas y darnos más espacio para la creatividad y la interacción genuina. En lugar de temer un panorama distópico, podemos optar por una visión donde la tecnología amplifique nuestras capacidades humanas sin reemplazarlas.

Y considero, el mayor riesgo se centra en usar esta masificación en las opiniones artificiales pudiera terminar convirtiéndose en eso, una opinión pública falsa, artificial, controlada, y usada para aprobar o para “funar” o cancelar aquello que “ellos” decidan. Estimado lector, el futuro de nuestra interacción en la red está en nuestras manos, y es nuestra responsabilidad asegurar que las tecnologías emergentes se utilicen para enriquecer, no para suplantar, la experiencia humana en el vasto mundo digital.

La discusión está abierta y su voz es más necesaria que nunca. ¿Nos resignaremos a ser espectadores en un teatro dirigido por algoritmos, o tomaremos las riendas para asegurar un futuro digital que refleje la diversidad y la riqueza del espíritu humano? La elección, querido lector, está en nuestras manos.

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