/ miércoles 3 de noviembre de 2021

"En mis libros ofrezco unas horas de entretenimiento": Miguel Barquiarena

El escritor tamaulipeco ha trascendido gracias a la inventiva y originalidad de sus relatos y su prosa poética

PRIMERA PARTE

Ganador del reciente Premio Nacional de Cuento Corto "Eraclio Zepeda 2021" y otros premios nacionales de cuentos y poesía, Miguel Barquiarena es un escritor tamaulipeco que ha trascendido gracias a la inventiva y originalidad de sus relatos y su prosa poética.

Variaciones sobre una mosca desde el infierno del otro es quizá su libro de cuentos más sonado. Las 60 historias que reúne son un relato sarcástico de la locura humana.

De noviembre del 2016 a noviembre del 2021 obtuvo seis premios nacionales, tres libros de poesía y tres de cuento, todos remunerados y publicados, independientemente de dos premios de publicación de obra y tres menciones honoríficas.

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-¿Quién es Miguel Barquiarena?

Desde los 17 ó 18 años reflexioné en que quería reducir mi nombre a dos apelativos, como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y tantos más.

Ahora que están de moda los superhéroes, puedo hacer la analogía de que es mi alter ego, es más que un nombre, creo que todo escritor necesita aferrarse a algo para resistir en este medio tan competido y con pocas satisfacciones que ofrecer. Es mi nombre artístico, mi apellido familiar donde están mis raíces más sólidas.

Empecé a firmar así hace unos veinte años. Me llevaría una novela contar la historia de ese nombre, pero digamos que es lo que me da identidad ante el espejo y me obliga a no rendirme, si yo fuera un Juan Miguel Pérez Gómez, la vida sería más fácil (y aburrida), seguro, tendría otras prioridades y me parecería a la gente común, y quizá podría aceptar un “No se puede” con resignación, pero como soy Miguel Barquiarena, me aferro a lo que creo.

-¿A qué edad supiste que serías escritor?

No lo tengo claro con precisión, pero muy temprano en mi vida, creo que como un adolescente asume su homosexualidad, nunca tuve problema para descubrir que tenía inclinación por las letras, aunque no me gustaba esa "condena", porque me daba miedo no tener talento o no aprender a hacerlo bien, es decir, no fue una opción, supe que era parte de mí mientras crecía.

Miguel Barquiarena y Carlos Fuentes | Cortesía: Miguel Barquiarena

-¿Qué es lo mejor que te ha ocurrido en tu carrera?

Creo que mis expectativas son tan altas que aún no he catalogado el pasado de peor a mejor. Sé que no estoy satisfecho, pero si tuviera que escoger, yo creo que las llamadas para avisarme que obtuve un premio (de cualquier categoría).

Eso siempre es estimulante, adrenalina pura y una sensación de paz extraña, digo extraña porque no debería depender tanto de la aprobación de otros, pero mentiría si no digo que es lo que mejor me va.

-¿Qué libro te hubiera gustado escribir?

He pasado años en los que me quedo sin libros por escribir, sin ideas de qué rumbo tomar. Ahora estoy en otra etapa, si algo me reprocho ahora es haber dejado de escribir tantas veces. Tengo algunas ideas, siempre cambiantes, pero, desde hace tiempo tengo pendiente hacer un libro de crónicas de viajes, como tantos buenos que hay.

-¿Qué encuentran los lectores en tus libros?

Soy cuentista y poeta, aunque me gustan otros géneros y quizá incurra en ellos más adelante o tenga algo inédito por ahí, lo único que se puede conseguir de mi obra allá afuera son cuentos y poemas. En ese sentido, ofrezco unas horas de entretenimiento.

Me gusta provocar al lector, a veces con temas incómodos, que suavizo con humor negro, pero nunca se sentirán adoctrinados, no trato de imponer ideas ni antepongo cuestiones de lucha social a mi literatura.

Tengo un don, para bien o para mal, y no quiero rebajarlo a un panfleto propagandista. Mi prioridad es decir cosas que comúnmente no se dicen, lo que tampoco significa que salga a dar de palos a todo lo que se contrapone a mis ideas.

-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

No puedo precisarlo, quizá fue un cómic, pero varias veces he contestado en presentación que fue la biblia. Lo que ocurre es que estuve en un colegio católico en la primaria. Así que una clase era una hora de religión, madres de familia iban a leernos pasajes de la biblia.

Yo fui un mal estudiante, pero en religión sacaba 100, y no tenía mala conducta en esa hora. Ponía atención, mi mente viajaba por esos lugares y batallas del viejo testamento. Eso fue lo más cercano que pude tener a la mitología y literatura.

Miguel Barquiarena es un escritor tamaulipeco | Cortesía: Miguel Barquiarena

Escuché hablar del Apocalipsis y lo busqué y me fascinó la idea de que vendría una destrucción en el año 2000, calculaba la edad que tendría y si estaría en buena forma para sobrevivir (creo que ahí empezó mi existencialismo ¿qué caso tenía estudiar si en unos años nada quedaría?).

En otras clases era un desorden, así que me enviaban a la dirección, a un cuarto al lado de la oficina del director, ese cuarto era una pequeña biblioteca, a veces llegaba otro niño rebelde, otras estaba solo, pero me ponía a leer parábolas de la biblia en libros ilustrados, como el hijo pródigo, así que me formé con esas historias de milagros, pero para mí eran literatura fantástica que mezclaba con los audiocuentos clásicos de Pulgarcito y Caperucita que escuchaba en discos LP en casa.

-¿Crees que los talleres literarios son la cuna de los nuevos escritores?

No creo que sean cuna, es que no sé, seguro ayuda y no tengo nada en contra, no quiero que se me malinterprete aquí. Lo que pasa es que yo no me formé en talleres literarios.

Creo que la cuna sería la casa donde vive y sus lecturas, porque eso lo marcará de por vida y acompañará sus letras siempre. Pero los talleres son un buen centro de formación, de cómo escribir con mayor profesionalismo, ya no para ti ni tus amigos, sino para ser leído por extraños.

- ¿La literatura es talento o disciplina?

Hay artistas más técnicos y o otros más emocionales. Las dos son posibles por su cuenta. Muchos escritores han negado la existencia de la inspiración o el talento, pero yo creo que no se dieron cuenta que los tenían, por su grado de disciplina o estabilidad emocional.

No supieron que no eran iguales a la mayoría, los artistas somos más sensibles, y los escritores más analíticos al observar un objeto. Sin embargo, el talento sin disciplina no llega lejos, y la disciplina sola tiene más posibilidades, se puede ver con los robots actuales, que pueden hacer textos muy bien logrados, eso no quiere decir que los robots sean talentosos, quiere decir que la disciplina como la tecnología son ciencias aplicadas que dan resultados.

-¿Quiénes son tus escritores preferidos?

Voy a mencionar a 10: Wisława Szymborska, Rubem Fonseca, Roald Dahl, Sławomir Mrożek, Elena Garro, Allan Poe, Anna Ajmátova, Franz Kafka, Jorge Ibargüengoitia y Luisa Valenzuela.

-¿Quién fue el primer escritor que conociste en persona?

No quiero mentir, no recuerdo, pudo ser en Monterrey cuando me fui a vivir allá al cumplir 18 años, en alguna presentación, antes no había visto a ninguno. O fue Orlando Ortiz, que lo contrataron para dar un taller en Nuevo Laredo y me mandó buscar para conocerme, un año antes yo había obtenido Mención Honorífica en el Premio Estatal de Cuento "Juan José Amador" de la UAT (1997), y él fue jurado.

Me preguntó qué autores leía y le dije Elena Garro y Allan Poe, entre otros, me preguntó por qué no estaba en su taller y me pidió que me quedara a esa sesión, aunque fuera y así lo hice. Por ese tiempo recuerdo que ya sabía que Federico Schaffler vivía en Nuevo Laredo y lo busqué en un fin de semana, cuando él era director de Cultura, un sábado, me atendió muy bien y charlamos un rato. Le dejé un cuento para que me hiciera el favor de revisarlo, yo tenía 20 años, hace unos 26 años.

Así que no estoy seguro a quién de los dos conocí primero o si fue otro autor en alguna presentación de Monterrey.

Un escritor tamaulipeco destacado | Cortesía: Miguel Barquiarena

PRIMERA PARTE

Ganador del reciente Premio Nacional de Cuento Corto "Eraclio Zepeda 2021" y otros premios nacionales de cuentos y poesía, Miguel Barquiarena es un escritor tamaulipeco que ha trascendido gracias a la inventiva y originalidad de sus relatos y su prosa poética.

Variaciones sobre una mosca desde el infierno del otro es quizá su libro de cuentos más sonado. Las 60 historias que reúne son un relato sarcástico de la locura humana.

De noviembre del 2016 a noviembre del 2021 obtuvo seis premios nacionales, tres libros de poesía y tres de cuento, todos remunerados y publicados, independientemente de dos premios de publicación de obra y tres menciones honoríficas.

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-¿Quién es Miguel Barquiarena?

Desde los 17 ó 18 años reflexioné en que quería reducir mi nombre a dos apelativos, como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y tantos más.

Ahora que están de moda los superhéroes, puedo hacer la analogía de que es mi alter ego, es más que un nombre, creo que todo escritor necesita aferrarse a algo para resistir en este medio tan competido y con pocas satisfacciones que ofrecer. Es mi nombre artístico, mi apellido familiar donde están mis raíces más sólidas.

Empecé a firmar así hace unos veinte años. Me llevaría una novela contar la historia de ese nombre, pero digamos que es lo que me da identidad ante el espejo y me obliga a no rendirme, si yo fuera un Juan Miguel Pérez Gómez, la vida sería más fácil (y aburrida), seguro, tendría otras prioridades y me parecería a la gente común, y quizá podría aceptar un “No se puede” con resignación, pero como soy Miguel Barquiarena, me aferro a lo que creo.

-¿A qué edad supiste que serías escritor?

No lo tengo claro con precisión, pero muy temprano en mi vida, creo que como un adolescente asume su homosexualidad, nunca tuve problema para descubrir que tenía inclinación por las letras, aunque no me gustaba esa "condena", porque me daba miedo no tener talento o no aprender a hacerlo bien, es decir, no fue una opción, supe que era parte de mí mientras crecía.

Miguel Barquiarena y Carlos Fuentes | Cortesía: Miguel Barquiarena

-¿Qué es lo mejor que te ha ocurrido en tu carrera?

Creo que mis expectativas son tan altas que aún no he catalogado el pasado de peor a mejor. Sé que no estoy satisfecho, pero si tuviera que escoger, yo creo que las llamadas para avisarme que obtuve un premio (de cualquier categoría).

Eso siempre es estimulante, adrenalina pura y una sensación de paz extraña, digo extraña porque no debería depender tanto de la aprobación de otros, pero mentiría si no digo que es lo que mejor me va.

-¿Qué libro te hubiera gustado escribir?

He pasado años en los que me quedo sin libros por escribir, sin ideas de qué rumbo tomar. Ahora estoy en otra etapa, si algo me reprocho ahora es haber dejado de escribir tantas veces. Tengo algunas ideas, siempre cambiantes, pero, desde hace tiempo tengo pendiente hacer un libro de crónicas de viajes, como tantos buenos que hay.

-¿Qué encuentran los lectores en tus libros?

Soy cuentista y poeta, aunque me gustan otros géneros y quizá incurra en ellos más adelante o tenga algo inédito por ahí, lo único que se puede conseguir de mi obra allá afuera son cuentos y poemas. En ese sentido, ofrezco unas horas de entretenimiento.

Me gusta provocar al lector, a veces con temas incómodos, que suavizo con humor negro, pero nunca se sentirán adoctrinados, no trato de imponer ideas ni antepongo cuestiones de lucha social a mi literatura.

Tengo un don, para bien o para mal, y no quiero rebajarlo a un panfleto propagandista. Mi prioridad es decir cosas que comúnmente no se dicen, lo que tampoco significa que salga a dar de palos a todo lo que se contrapone a mis ideas.

-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

No puedo precisarlo, quizá fue un cómic, pero varias veces he contestado en presentación que fue la biblia. Lo que ocurre es que estuve en un colegio católico en la primaria. Así que una clase era una hora de religión, madres de familia iban a leernos pasajes de la biblia.

Yo fui un mal estudiante, pero en religión sacaba 100, y no tenía mala conducta en esa hora. Ponía atención, mi mente viajaba por esos lugares y batallas del viejo testamento. Eso fue lo más cercano que pude tener a la mitología y literatura.

Miguel Barquiarena es un escritor tamaulipeco | Cortesía: Miguel Barquiarena

Escuché hablar del Apocalipsis y lo busqué y me fascinó la idea de que vendría una destrucción en el año 2000, calculaba la edad que tendría y si estaría en buena forma para sobrevivir (creo que ahí empezó mi existencialismo ¿qué caso tenía estudiar si en unos años nada quedaría?).

En otras clases era un desorden, así que me enviaban a la dirección, a un cuarto al lado de la oficina del director, ese cuarto era una pequeña biblioteca, a veces llegaba otro niño rebelde, otras estaba solo, pero me ponía a leer parábolas de la biblia en libros ilustrados, como el hijo pródigo, así que me formé con esas historias de milagros, pero para mí eran literatura fantástica que mezclaba con los audiocuentos clásicos de Pulgarcito y Caperucita que escuchaba en discos LP en casa.

-¿Crees que los talleres literarios son la cuna de los nuevos escritores?

No creo que sean cuna, es que no sé, seguro ayuda y no tengo nada en contra, no quiero que se me malinterprete aquí. Lo que pasa es que yo no me formé en talleres literarios.

Creo que la cuna sería la casa donde vive y sus lecturas, porque eso lo marcará de por vida y acompañará sus letras siempre. Pero los talleres son un buen centro de formación, de cómo escribir con mayor profesionalismo, ya no para ti ni tus amigos, sino para ser leído por extraños.

- ¿La literatura es talento o disciplina?

Hay artistas más técnicos y o otros más emocionales. Las dos son posibles por su cuenta. Muchos escritores han negado la existencia de la inspiración o el talento, pero yo creo que no se dieron cuenta que los tenían, por su grado de disciplina o estabilidad emocional.

No supieron que no eran iguales a la mayoría, los artistas somos más sensibles, y los escritores más analíticos al observar un objeto. Sin embargo, el talento sin disciplina no llega lejos, y la disciplina sola tiene más posibilidades, se puede ver con los robots actuales, que pueden hacer textos muy bien logrados, eso no quiere decir que los robots sean talentosos, quiere decir que la disciplina como la tecnología son ciencias aplicadas que dan resultados.

-¿Quiénes son tus escritores preferidos?

Voy a mencionar a 10: Wisława Szymborska, Rubem Fonseca, Roald Dahl, Sławomir Mrożek, Elena Garro, Allan Poe, Anna Ajmátova, Franz Kafka, Jorge Ibargüengoitia y Luisa Valenzuela.

-¿Quién fue el primer escritor que conociste en persona?

No quiero mentir, no recuerdo, pudo ser en Monterrey cuando me fui a vivir allá al cumplir 18 años, en alguna presentación, antes no había visto a ninguno. O fue Orlando Ortiz, que lo contrataron para dar un taller en Nuevo Laredo y me mandó buscar para conocerme, un año antes yo había obtenido Mención Honorífica en el Premio Estatal de Cuento "Juan José Amador" de la UAT (1997), y él fue jurado.

Me preguntó qué autores leía y le dije Elena Garro y Allan Poe, entre otros, me preguntó por qué no estaba en su taller y me pidió que me quedara a esa sesión, aunque fuera y así lo hice. Por ese tiempo recuerdo que ya sabía que Federico Schaffler vivía en Nuevo Laredo y lo busqué en un fin de semana, cuando él era director de Cultura, un sábado, me atendió muy bien y charlamos un rato. Le dejé un cuento para que me hiciera el favor de revisarlo, yo tenía 20 años, hace unos 26 años.

Así que no estoy seguro a quién de los dos conocí primero o si fue otro autor en alguna presentación de Monterrey.

Un escritor tamaulipeco destacado | Cortesía: Miguel Barquiarena

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