Considerado por especialistas e historiadores de la fotografía como un testigo privilegiado del proceso de modernidad e industrialización que atravesó el país durante las primeras décadas del siglo XX, a Eugenio Espino Barros le tocó retratar el esplendor de ciudades como Tampico, Tamaulipas, o Monterrey, Nuevo León, así como la Ciudad de México.
Pero además de registrar altos y flamantes edificios, así como imponentes máquinas, ambos elementos icónicos del progreso, la actividad creativa de Espino Barros no se detuvo solamente en fotografía, sino incluso en la innovación al diseñar sus propios modelos de cámaras fotográficas.
Un viajero con cámara
Nacido en Puebla capital el 10 de octubre de 1883, su inquietud creadora se expresó desde la adolescencia, al armar una cámara de cartón a la que añadió un lente y con la que pudo tomar sus primeros retratos, de acuerdo a un relato de Felipe Montes, nieto del fotógrafo, y a partir de este momento la fotografía lo acompañaría a lo largo de su vida.
En 1901 radica en la Ciudad de México y comienza a trabajar en diferentes oficinas como fotógrafo. Pocos años después emprende uno de sus primeros y memorables proyectos, el álbum México en el Centenario de su Independencia.
Se trata de un libro en el que, aun con el conflicto armado de la Revolución Mexicana en pleno desarrollo, logra capturar diferentes estampas de valles, bosques y la urbanización del país impulsada por el porfiriato.
El investigador José Antonio Rodríguez define así este álbum compuesto por cerca de 400 fotografías: “(...) es un documento único sobre un país que escasos años después comenzó a cambiar. Un testimonio de cómo una sociedad se imaginaba a sí misma: eminente y sustancialmente urbana, porque de ahí se desprendían los signos de la civilización”.
La aventura en Tampico
Después de trabajar en estudios fotográficos de la capital del país y recorrer la península, en el año de 1917, Eugenio Espino Barros arriba a Tampico en pleno auge petrolero. Su calidad como fotógrafo pronto resuena entre empresarios y la entonces alta sociedad del puerto, que lo vuelve su retratista de cabecera.
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Según relata Felipe Montes Eugenio realizó fotos de estudio de “novios, de belleza jóvenes, de niños, de grupos familiares, de hombres de negocios, de artistas de moda, de quinceaños, de primeras comuniones”, siempre resaltando el respeto que tenían sus clientes por sus trabajos.
Pero es en Tampico donde Espino Barros comienza a retratar el mundo industrial pero también del esplendor urbano; José Antonio Rodríguez menciona que los hoteles, salones de encuentro, oficinas de correos, altos edificios que de pronto conviven con casas de madera, cabarets, tiendas de ropa.
También retrató la precariedad
Espino Barros no solo se interesó por la bonanza económica de Tampico, supo equilibrar estas imágenes de riqueza con las de la precariedad laboral, a la que se enfrentaron los obreros tanto locales como provenientes de otros estados del país, quienes laboraron en la industria petrolera.
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Esto al registrar la vida en los llamados llanos del "Golfo" -los terrenos que actualmente corresponden a la colonia Tamaulipas y Mainero-, sitio en el que residían los obreros y donde las viviendas de madera sostenidas por palafitos, conectadas por estrechos caminos, continuamente se inundaba y la gente enfermaba por la escasa higiene.
Estas imágenes fueron incluidas en el Álbum Centenario de Tampico, publicado en conmemoración a la fundación de la ciudad y que constituye no solo un testimonio de la calidad fotográfica de Espino Barros sino de su paso por Tampico.
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Un fotógrafo moderno
Después de una estancia en Tuxpan, Veracruz, Espino Barros cierra su estudio fotográfico en Tampico y se establece en Monterrey, Nuevo León, donde consolida su trayectoria fotográfica como retratista de la modernidad: carreteras, hoteles, el Palacio Federal, el complejo industrial Fundidora, símbolos de una ciudad en progreso.
Para el crítico Xavier Moyssen, la obra de Espino Barros es de la misma calidad y trascendencia que la de Álvarez Bravo, Nacho López, o Gabriel Figueroa, “entre todos han favorecido el desarrollo de la fotografía en nuestro país y han dado vida a una historia de la fotografía en México”.