/ viernes 24 de septiembre de 2021

Cuando el uniforme de Tampico FC "maravilló" a España

Con guayaberas y uniformes deportivos, con la figura de un crustáceo en el pecho, causaron asombro en el extranjero

“Los mexicanos se mostraron con mucha dureza excesiva tratándose de un partido amistoso y tampoco faltaron los malos modos; claro que el Levante tampoco se anduvo con chiquita, lo cierto es que el Tampico se presenta como un rival incómodo, difícil en campo contrario, muy peleón y con fuerza en sus acciones”, así escribía el periódico español Mediterráneo el 22 de agosto de 1980 en su página 11, refiriéndose a la Jaiba Brava que enfrentaría al cuadro Castellón al día siguiente en partido pactado a las 20:00 horas.

Desde el momento en que el conjunto del Tampico Futbol Club arribó al viejo continente vía México-Montreal-Madrid, a las 7:00 horas del 11 de agosto de 1980, para seguidamente hospedarse en el Hotel Victoria, comenzaron a llamar la atención de los madrileños, no por su estado de jugadores de balompié, sino por los ropajes que utilizaron fuera de la cancha: guayaberas y uniformes deportivos en los que aparecía la figura de un crustáceo a la altura del pecho.

“Fue sorprendente cómo la gente quedó encantada con el uniforme que llevábamos”, explica el defensa Enrique Esquivel, distinto a lo que se acostumbraba en aquel tiempo: sudadera color azul cielo, mangas con vivos en negro, una pequeña jaiba negra en el costado del corazón, pantalones oscuros y líneas en blanco a los costados; parecíamos mariachis, de hecho, así nos llamaban porque en aquella época a Tampico nadie lo vislumbraba.

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EL QUINTO PARTIDO Y LOS SOMBREROS DE CHARRO

23 de agosto de 1980. Estadio Castalia, enclavado en la ciudad de Castellón de la Plana, Comunidad Valenciana. Tampico, en su quinto partido por tierras españolas, salta a la cancha con la siguiente alineación: Vázquez del Mercado, Bernal, Esquivel, Salazar, Nájera, Vega, Ojeda, Galindo, Castillo, Revetria y Pomárico. El cuadro local envía a Racic, Navarro, Valbuena, Pulido, Ferrer, Planelles, Mestre, Touzón, Edmundo, Roberto y Viñas.

Bajo la mirada de una medianía de aficionados, los dos conjuntos se ponen a pelotear en sus respectivos campos de juego, mientras el juez central, el valenciano García Carrión, llama a los capitanes que inmediatamente intercambian presentes, el castellonés Planelles entrega un banderín, mientras que el jaibo Basilio Salazar ofrece un sombrero de charro.

Tampico en Madrid en la década de los 80's | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

“Los sombreros causaron magnífica impresión”, evoca Salazar, los españoles los aceptaban encantados; inclusive, la gente en el mismo aeropuerto de Madrid preguntaba si los vendíamos, diciéndoles que no, que serían para entregarlos en el partido. Sobre el pensamiento de obsequiar sombreros en el mundo europeo quien se significó por ser directivo de gran valía en el Tampico, Antonio Lomas, menciona: “nuestro entrenador Dagoberto Moll comentó que lleváramos souvenirs para regalar, naciéndome la idea que fueran sombreros charros, porque en España siempre se ha valorado el folclor mexicano.

Adquirimos varios en el aeropuerto de la ciudad de México buscando en cada uno de los nueve juegos obsequiar un sombrero al capitán de la escuadra rival cuando se ofrecían los presentes amistosos”.

CON DESTREZA Y RESPETO

Arranca el segundo tiempo entre Castellón y Tampico FC, se juega un partido batallador, difícil de descifrar el esquema defensivo para la Jaiba Brava porque el cuadro local muestra su principal virtud: la defensa y línea media.

"Realmente no existía mucha diferencia del futbol español al que realizamos en México", reflexiona el capitán jaibo “Bacho” Salazar, siempre he comentado que nuestro futbol ejerce un parecido al de España por las características que tenemos, tanto físicas como futbolísticas.

El capitán Jaibo Basilio Salazar | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

En cuanto a las credenciales de juego que presentaba el Tampico, Salazar señala: “tratábamos de respetar nuestro espíritu, conduciendo la pelota con destreza porque contábamos con gente adecuada, Galindo muy joven, de buen toque con ambas piernas. Ojeda imponía respeto, mostraba pujanza, nunca aflojaba, un servidor en la central me caracterizaba por fuerza y técnica, gustaba salir jugando, desde Monterrey dejé una frase: ‘Es preferible gol que romper’”.

LA JAIBA EN EL PECHO

La gente que miraba jugar al Tampico, refiere Antonio Lomas, preguntaba qué significaba la jaiba en el pecho, explicándoles que en la ciudad de Tampico reconocían al conjunto como jaibos, porque existían las jaibas que se comían deliciosamente; además, la misma jaiba aparecía en el equipo Tampico de los españoles, nada más que nosotros realizamos el diseño de una jaiba mecánica.

También Antonio Lomas menciona la calidad del futbol europeo: “los equipos de segunda división en España vienen siendo conjuntos de primera división en México, que son fuertes y reforzados con extranjeros importantes. Nosotros solo incorporamos a Neri Castillo, que fue inventiva de un servidor, cuando jugaba con el Potosino; de hecho, su juego desequilibrante llamó la atención de directivos españoles, igual hubo interés por Carlos Revetria y Miroslav Draganic que gustó al Burgos, solo que no se proveyeron las condiciones adecuadas”.

UNA BONITA EXPERIENCIA

Minuto 36, Ribes entra por la izquierda en zona tampiqueña para que un jugador jaibo lo detenga, el árbitro García Carrión indica sin vacilar el punto de penal. El castellonés Conde, adentro y a la derecha de Vázquez del Mercado rompe el empate, colocando la cifra definitiva en el marcador, rompiendo el invicto jaibo por dominio ibérico.

“Su futbol no era muy elaborado, sino de constante ataque”, alude Salazar, “después de finalizar un encuentro nos reunimos con algunos jugadores que habíamos enfrentado, señalándonos que el sueldo que tenían estaba raquítico, en cambio las primas económicas cuando ganaban eran altas, por eso intentaban ganar siempre para obtener magníficos rendimientos”.

“La gira fue una bonita experiencia”, reflexiona Basilio Salazar, “tanto para los novatos como para la gente que teníamos experiencia en el futbol profesional, logrando buenos resultados, prodigando una formación más completa para venir a competir a México a un mayor nivel”.

“Nunca un equipo mexicano había realizado una gira extensa en tierra extranjera”, explica Antonio Lomas. “A los españoles les sorprendía saber que el Tampico tenía un solo dueño: mi hermano Paulino Lomas, quien además era dueño del estadio Tamaulipas, porque en España los equipos son de socios. Paulino quería que se conociera Tampico a nivel mundial, en una época donde apenas Hugo Sánchez se contrataba con el Atlético de Madrid. Y creo que se logró, sobre todo en España, donde sonó el nombre de Tampico”.

“Los mexicanos se mostraron con mucha dureza excesiva tratándose de un partido amistoso y tampoco faltaron los malos modos; claro que el Levante tampoco se anduvo con chiquita, lo cierto es que el Tampico se presenta como un rival incómodo, difícil en campo contrario, muy peleón y con fuerza en sus acciones”, así escribía el periódico español Mediterráneo el 22 de agosto de 1980 en su página 11, refiriéndose a la Jaiba Brava que enfrentaría al cuadro Castellón al día siguiente en partido pactado a las 20:00 horas.

Desde el momento en que el conjunto del Tampico Futbol Club arribó al viejo continente vía México-Montreal-Madrid, a las 7:00 horas del 11 de agosto de 1980, para seguidamente hospedarse en el Hotel Victoria, comenzaron a llamar la atención de los madrileños, no por su estado de jugadores de balompié, sino por los ropajes que utilizaron fuera de la cancha: guayaberas y uniformes deportivos en los que aparecía la figura de un crustáceo a la altura del pecho.

“Fue sorprendente cómo la gente quedó encantada con el uniforme que llevábamos”, explica el defensa Enrique Esquivel, distinto a lo que se acostumbraba en aquel tiempo: sudadera color azul cielo, mangas con vivos en negro, una pequeña jaiba negra en el costado del corazón, pantalones oscuros y líneas en blanco a los costados; parecíamos mariachis, de hecho, así nos llamaban porque en aquella época a Tampico nadie lo vislumbraba.

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EL QUINTO PARTIDO Y LOS SOMBREROS DE CHARRO

23 de agosto de 1980. Estadio Castalia, enclavado en la ciudad de Castellón de la Plana, Comunidad Valenciana. Tampico, en su quinto partido por tierras españolas, salta a la cancha con la siguiente alineación: Vázquez del Mercado, Bernal, Esquivel, Salazar, Nájera, Vega, Ojeda, Galindo, Castillo, Revetria y Pomárico. El cuadro local envía a Racic, Navarro, Valbuena, Pulido, Ferrer, Planelles, Mestre, Touzón, Edmundo, Roberto y Viñas.

Bajo la mirada de una medianía de aficionados, los dos conjuntos se ponen a pelotear en sus respectivos campos de juego, mientras el juez central, el valenciano García Carrión, llama a los capitanes que inmediatamente intercambian presentes, el castellonés Planelles entrega un banderín, mientras que el jaibo Basilio Salazar ofrece un sombrero de charro.

Tampico en Madrid en la década de los 80's | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

“Los sombreros causaron magnífica impresión”, evoca Salazar, los españoles los aceptaban encantados; inclusive, la gente en el mismo aeropuerto de Madrid preguntaba si los vendíamos, diciéndoles que no, que serían para entregarlos en el partido. Sobre el pensamiento de obsequiar sombreros en el mundo europeo quien se significó por ser directivo de gran valía en el Tampico, Antonio Lomas, menciona: “nuestro entrenador Dagoberto Moll comentó que lleváramos souvenirs para regalar, naciéndome la idea que fueran sombreros charros, porque en España siempre se ha valorado el folclor mexicano.

Adquirimos varios en el aeropuerto de la ciudad de México buscando en cada uno de los nueve juegos obsequiar un sombrero al capitán de la escuadra rival cuando se ofrecían los presentes amistosos”.

CON DESTREZA Y RESPETO

Arranca el segundo tiempo entre Castellón y Tampico FC, se juega un partido batallador, difícil de descifrar el esquema defensivo para la Jaiba Brava porque el cuadro local muestra su principal virtud: la defensa y línea media.

"Realmente no existía mucha diferencia del futbol español al que realizamos en México", reflexiona el capitán jaibo “Bacho” Salazar, siempre he comentado que nuestro futbol ejerce un parecido al de España por las características que tenemos, tanto físicas como futbolísticas.

El capitán Jaibo Basilio Salazar | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

En cuanto a las credenciales de juego que presentaba el Tampico, Salazar señala: “tratábamos de respetar nuestro espíritu, conduciendo la pelota con destreza porque contábamos con gente adecuada, Galindo muy joven, de buen toque con ambas piernas. Ojeda imponía respeto, mostraba pujanza, nunca aflojaba, un servidor en la central me caracterizaba por fuerza y técnica, gustaba salir jugando, desde Monterrey dejé una frase: ‘Es preferible gol que romper’”.

LA JAIBA EN EL PECHO

La gente que miraba jugar al Tampico, refiere Antonio Lomas, preguntaba qué significaba la jaiba en el pecho, explicándoles que en la ciudad de Tampico reconocían al conjunto como jaibos, porque existían las jaibas que se comían deliciosamente; además, la misma jaiba aparecía en el equipo Tampico de los españoles, nada más que nosotros realizamos el diseño de una jaiba mecánica.

También Antonio Lomas menciona la calidad del futbol europeo: “los equipos de segunda división en España vienen siendo conjuntos de primera división en México, que son fuertes y reforzados con extranjeros importantes. Nosotros solo incorporamos a Neri Castillo, que fue inventiva de un servidor, cuando jugaba con el Potosino; de hecho, su juego desequilibrante llamó la atención de directivos españoles, igual hubo interés por Carlos Revetria y Miroslav Draganic que gustó al Burgos, solo que no se proveyeron las condiciones adecuadas”.

UNA BONITA EXPERIENCIA

Minuto 36, Ribes entra por la izquierda en zona tampiqueña para que un jugador jaibo lo detenga, el árbitro García Carrión indica sin vacilar el punto de penal. El castellonés Conde, adentro y a la derecha de Vázquez del Mercado rompe el empate, colocando la cifra definitiva en el marcador, rompiendo el invicto jaibo por dominio ibérico.

“Su futbol no era muy elaborado, sino de constante ataque”, alude Salazar, “después de finalizar un encuentro nos reunimos con algunos jugadores que habíamos enfrentado, señalándonos que el sueldo que tenían estaba raquítico, en cambio las primas económicas cuando ganaban eran altas, por eso intentaban ganar siempre para obtener magníficos rendimientos”.

“La gira fue una bonita experiencia”, reflexiona Basilio Salazar, “tanto para los novatos como para la gente que teníamos experiencia en el futbol profesional, logrando buenos resultados, prodigando una formación más completa para venir a competir a México a un mayor nivel”.

“Nunca un equipo mexicano había realizado una gira extensa en tierra extranjera”, explica Antonio Lomas. “A los españoles les sorprendía saber que el Tampico tenía un solo dueño: mi hermano Paulino Lomas, quien además era dueño del estadio Tamaulipas, porque en España los equipos son de socios. Paulino quería que se conociera Tampico a nivel mundial, en una época donde apenas Hugo Sánchez se contrataba con el Atlético de Madrid. Y creo que se logró, sobre todo en España, donde sonó el nombre de Tampico”.

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