Pasadas las 12 del mediodía, le avisaron al ingeniero Plácido López Martínez que en la planta procesadora de Ácido Fluorhídrico “M-U”, había una fuga; en ese momento pasó por el área donde seis trabajadores comían y antes de llegar a la zona de tuberías fue alcanzado por una explosión; la mezcla de fuego y ácido también mató a los obreros que descansaban.
Esta conflagración fue el inició de una de las más terribles tragedias que han ocurrido en la Refinería Francisco I. Madero, que mantuvo en vilo a la población, pues las complicaciones para sofocar el fuego pusieron a prueba a todos los cuerpos de emergencia de entonces, perdiendo la vida tanto obreros, elementos de emergencia y de corporaciones de seguridad.
LAS EXPLOSIONES CIMBRARON TODO EL PUEBLO
Fue el martes 18 de noviembre de 1969, hace 52 años, que una falla en los quemadores de la planta procesadora de ácido flourhídrico hizo estallar una línea alimentadora, a esta primera explosión siguieron otras cuatro en ese mismo día, informando la paraestatal que a los siete muertos se le sumaban por lo menos 40 heridos más.
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Las llamaradas alcanzaron hasta 100 metros de altura y las explosiones cimbraron todo el pueblo, provocando una histeria colectiva en la zona aledaña de la refinería y entre los propios trabajadores, que salieron despavoridos a las calles y cientos de personas abandonaran sus casas, pues el incendio ocurrió entre las dos plantas productoras de gasolinas de alto octanaje.
EL PEOR NORTE PROVOCA EL PEOR INCENDIO
La noche de ese día la zona fue azotada por el peor norte que había llegado en 20 años, con ráfagas de 130 kilómetros por hora, agravando la situación en la refinería, pues las cuadrillas de bomberos y trabajadores que luchaban contra el fuego, en los patios de tanques, fueron alcanzados por aceite hirviendo y otros compuestos.
Al día siguiente llegaron técnicos de Petróleos Mexicanos de varias partes de la república, además del director general de la paraestatal Jesús Reyes Heroles, ya que la situación subió a crítica; pues de acuerdo a lo informado, los vientos huracanados provocaron un corto circuito que originó un nuevo frente de fuego, ahora en los tanques de almacenamiento.
El reporte dice que cuando ya se había sofocado el fuego de la planta de ácido flourhídrico, “en la madrugada del día 19, los vientos derribaron un cable de alta tensión que hizo contacto con el asfalto almacenado en las represas a flor de tierra, de ahí se propagó a los tanques que contenían crudo y otros derivados, sobreviviendo repetidas explosiones que convirtieron a la planta de almacenamiento en una hornaza”.
BOMBEROS Y SOLDADOS ATACAN EL FUEGO
Hasta la zona del incendio, que amenazaba tanques de asbesto y gasolinas, llegaron soldados de la 8va. Zona Militar, bomberos de los cuerpos de Ciudad Madero, Tampico, Altamira, El Mante, Ciudad Victoria, Naranjos, Cerro Azul, Poza Rica, Tuxpan, Ébano y otras localidades ante la magnitud de la conflagración, pues la columna de huno se veía desde la ciudad de Tuxpan, Veracruz.
Al momento del incendio los barcos petroleros Presidente Juárez, Plan de San Luis y Madero tuvieron que ser remolcados hasta el puerto de Tampico; el Vicente Guerrero fue llevado a la zona de Árbol grande, al igual que la draga Campeche; además el buque holandés Korendayk no pudo entrar al puerto.
LA TRAGEDIA DEL TANQUE 125
El jueves 20 de noviembre, alrededor de las 4 de la mañana, el tanque número 125 de la zona antigua de almacenamiento de recuperados, estalló, lanzando a muchos metros a la redonda una oleada de de combustible ardiendo, desapareciendo a decenas de personas que luchaban contra el fuego, encontrando solo en algunos casos solo las botas u otra parte del uniforme.
Rodolfo González Chávez, quien trabajaba en el área de contraincendio de PEMEX, comentó que en la explosión del tanque, soldados y bomberos que estaban descansando en una zona cerca de donde se realizaba la titánica labor de apagar el fuego fueron alcanzados por el chapapote ardiendo al estallar el combustible.
TRAGEDIA IMBORRABLE PARA GENERACIONES DE PETROLEROS
Mediante la aplicación de 20 toneladas del compuesto químico “fomite”, traído en varios aviones a Tampico, se controló el fuego y después se extinguió; en total fueron seis los tanques siniestrados, que contenían 55 mil barriles de crudo cada uno, calculando las perdidas en este incendio de alrededor de 20 millones de pesos.
Aquel noviembre de 1969 dejó una huella muy difícil de borrar entre los petroleros, pues marcó el inició de una renovación en la forma de llevar la seguridad en la empresa, creando mecanismos y protocolos, que ayuden a evitar situaciones así. Ahora la modernidad y la tecnología juegan un papel importante para contener estos peligros y cada año, desde hace tiempo, se realiza un simulacro general en la planta refinadora de Madero en estas fechas, cuando viene a la memoria los días de la gran explosión.
