Las plantas desalinizadoras del agua de mar son una opción viable para el futuro de las ciudades costeras, advirtió Martín Alfredo Alegría Jacter, presidente del Centro de Investigación de Biodigestión, Residuos Urbanos, Energía y Composta.

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En Tampico se vive un problema de incursión del agua salda al sistema lagunario debido al abandono del sistema de diques y a la falta de inversión pública, sin embargo, en un futuro no muy lejano se podría desarrollar un proyecto de desalinización del agua del mar para uso industrial o agrícola.

“Hay desalinizadoras desde 140 hasta 180 millones de pesos, se hace una concesión y se crea un fideicomiso que garantiza que le paguen a la empresa su inversión más utilidad, sin embargo, lamentablemente las empresas interesadas en el tratamiento de agua de mar se fueron del país y están trabajando al mínimo, porque las ha satanizado este gobierno federal”, aseguró Alegría Jacter.

La pandemia sanitaria dio una lección de que lo principal es agua y alimento, lo demás es superfluo, consideró el especialista.

Mencionó que las empresas dedicadas a la desalinización del agua dependen del gobierno federal porque son proyectos que tienen que ver con Conagua el tomar agua del mar, se necesitan permisos de la federación y ante este embate que sintieron que había en su contra, sintieron que no había las condiciones y cuando mejoren regresan a invertir.

Explicó que el costo de una planta desalinizadora tiene mucho que ver con los estudios del mar, cuando se debe meter la tubería para extraer el agua, no se toma el agua cerca de la orilla, sino que son cerca de 50 o 60 metros para tomarla desde allá y traerla y luego desalinizarla en el proceso y esa sal se tiene que devolver al mar con una técnica especial.