Sargo, chocomite, mojarra, jaiba, jurel, lebrancha y lisa son algunas de las especies que se capturan diariamente en las márgenes del río Pánuco. Sin embargo, las condiciones climatológicas han mejorado el panorama para aquellos que se dedican al arte de las redes y es que, como dice el dicho: a río revuelto, ganancia de pescadores.
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David Escamilla Juárez es uno de los más de cien pescadores que diariamente acuden a la escollera, en playa Miramar, para buscar del sustento para sus familias.
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Con más de 25 años en uno de los oficios que más paciencia, perseverancia y observación requiere, acude diariamente al máximo paseo turístico del sur de Tamaulipas acompañado de una atarraya, la cual funge como su principal instrumento de pesca, para realizar su labor a la que dedica hasta 24 horas para llevar el sustento a su hogar. Asegura que en días lluviosos, como los registrados este fin de semana en la zona conurbada, "es cuando más se dejan ver los peces".
"Desde los 12 años soy pescador, me encanta la pesca. Yo soy la tercera generación de pescadores, este oficio lo comenzó mi abuelo, don Pedro Sosoria, después le siguió mi padre León Escamilla y ahora yo sigo el legado de mi familia junto con mis hermanos".
David comenta que lo que más disfruta es ver las expresiones de la gente cuando saca el pescado, ya que se toman fotos con las especies y hasta con él, "la verdad es pesado ser pescador, soportar las altas temperaturas, lluvias, “nortes”, fríos y en ocasiones hambre; por eso cuando vemos que el pescado está saliendo, nos quedamos a dormir aquí y aprovechar a sacar lo más que se pueda, porque a veces no sale ni para comer".
Este fin de semana que se presentaron lluvias intensas en Tampico, Ciudad Madero y la región ellos vieron la oportunidad de obtener su producto e invitan, desde la escollera, a consumir el marisco más fresco y barato de la zona. “La invitación es a que se vengan, el marisco está fresco, el precio es económico para la gente local y también a quienes vienen de fuera”, dice mientras sostiene una de las jaibas, aún vivas, entre sus manos, indicando que, en efecto, todo es recién salido del río.