Las luces multicolores de la pirotecnia iluminaron haceunos minutos la medianoche australiana, cuando la cuenta regresivapara la culminación del 2016 y la llegada del 2017 llegó a supunto final, y la población de aquel territorio de Oceaníacelebró jubilosa el inicio del Año Nuevo.
Como ocurre anualmente, los monumentos arquitectónicos yedificios más representativos de Sidney lucieron esplendorosos enplena madrugada, como efecto del alumbramiento policromático delcielo, que lleno del estallido de los fuegos artificiales,adelantó prácticamente el amanecer de aquella ciudad, una de lasprimeras grandes metrópolis del mundo, si no es que la primera,donde se recibe así al año 2017.
La rotación del planeta surte ya efectos similares en otrospuntos del orbe, y Occidente se prepara para la recepción de unnuevo ciclo anual, cuya cercanía carga de esperanza, optimismo oacaso sólo ánimo de celebrar porque sí, a la mayoría, mientrasque la nostalgia de lo vivido en el período que finaliza invade demelancolía a más de uno.