/ domingo 11 de febrero de 2024

Añoranzas / El llamado de Dios

Corrió como pólvora la noticia, un buen amigo de nuestra “palomilla” se iba al Seminario. ¡No puede ser! ¿Será definitivo? ¿Lo pensó bien? Comentábamos incrédulos sus compañeros, no se despidió, simplemente lo dejamos de ver, discretamente desapareció.

El hijo mayor de distinguida familia tampiqueña, de posición social y profesional de primera, con un futuro imparable, inteligente, buen mozo, bailador y exitoso con las mujeres, un buen día y sintiendo en lo más profundo de su ser el llamado de Dios, decidió tomar un camino que sus jóvenes amigos no alcanzábamos del todo a comprender.

Por sus familiares supimos que se encontraba en el Seminario de Tampico estudiando latín, después en Estados Unidos, Nuevo México, a estudiar filosofía y teología hasta que se ordenó de sacerdote.

“Muchos son los llamados y pocos los elegidos”, y de los cien jóvenes que entraron juntos al Seminario, solamente él fue ordenado.

Pasó un buen número de años, cuando lo volvimos a encontrar en una ciudad cercana. Enfundado en su negra sotana, delgado y con una mirada diferente, nuestro amigo sonrió al reconocernos y vino a nuestro encuentro. Lo acosamos a preguntas ¿Estás contento? ¿Te sientes feliz? ¿No sientes nostalgia por Tampico? ¿No extrañas las fiestas en la playa, los bailes, el Chairel y toda aquella vida de placer y felicidad?

Su mirada se abrillantó y contestó impetuoso y firme. Soy absolutamente feliz hasta más allá de lo que puedan ustedes comprender y lo soy cada día más. Guardo y guardaré siempre el grato recuerdo de mi primera juventud y de mis amigos. Este es mi camino, mi vocación y mi ideal.

A la distancia de aquel día, reconocemos que nuestra paz y nuestra felicidad interior nos pertenecen en exclusiva absoluta; los demás y lo demás nada tiene que ver con ella.

Hasta el día de hoy está entregado a llevar a su grey por el camino del Señor. Discreto en su apostolado y ayuda social, siempre está atento a las necesidades de la comunidad, presto a tenderle la mano al que lo necesita. La Iglesia donde sirve a Dios se ve pletórica de feligreses que acuden deseosos de escuchar sus hermosas homilías, sus sermones precisos, claros y certeros. Retiros espirituales, “Una mañana con Dios”, conferencias y pláticas plenas de las enseñanzas de Jesús que nos enriquecen y nos acercan aún más a su mensaje de amor.

EL LLAMADO DE DIOS VIVE EN SU CORAZÓN.

Corrió como pólvora la noticia, un buen amigo de nuestra “palomilla” se iba al Seminario. ¡No puede ser! ¿Será definitivo? ¿Lo pensó bien? Comentábamos incrédulos sus compañeros, no se despidió, simplemente lo dejamos de ver, discretamente desapareció.

El hijo mayor de distinguida familia tampiqueña, de posición social y profesional de primera, con un futuro imparable, inteligente, buen mozo, bailador y exitoso con las mujeres, un buen día y sintiendo en lo más profundo de su ser el llamado de Dios, decidió tomar un camino que sus jóvenes amigos no alcanzábamos del todo a comprender.

Por sus familiares supimos que se encontraba en el Seminario de Tampico estudiando latín, después en Estados Unidos, Nuevo México, a estudiar filosofía y teología hasta que se ordenó de sacerdote.

“Muchos son los llamados y pocos los elegidos”, y de los cien jóvenes que entraron juntos al Seminario, solamente él fue ordenado.

Pasó un buen número de años, cuando lo volvimos a encontrar en una ciudad cercana. Enfundado en su negra sotana, delgado y con una mirada diferente, nuestro amigo sonrió al reconocernos y vino a nuestro encuentro. Lo acosamos a preguntas ¿Estás contento? ¿Te sientes feliz? ¿No sientes nostalgia por Tampico? ¿No extrañas las fiestas en la playa, los bailes, el Chairel y toda aquella vida de placer y felicidad?

Su mirada se abrillantó y contestó impetuoso y firme. Soy absolutamente feliz hasta más allá de lo que puedan ustedes comprender y lo soy cada día más. Guardo y guardaré siempre el grato recuerdo de mi primera juventud y de mis amigos. Este es mi camino, mi vocación y mi ideal.

A la distancia de aquel día, reconocemos que nuestra paz y nuestra felicidad interior nos pertenecen en exclusiva absoluta; los demás y lo demás nada tiene que ver con ella.

Hasta el día de hoy está entregado a llevar a su grey por el camino del Señor. Discreto en su apostolado y ayuda social, siempre está atento a las necesidades de la comunidad, presto a tenderle la mano al que lo necesita. La Iglesia donde sirve a Dios se ve pletórica de feligreses que acuden deseosos de escuchar sus hermosas homilías, sus sermones precisos, claros y certeros. Retiros espirituales, “Una mañana con Dios”, conferencias y pláticas plenas de las enseñanzas de Jesús que nos enriquecen y nos acercan aún más a su mensaje de amor.

EL LLAMADO DE DIOS VIVE EN SU CORAZÓN.