/ domingo 29 de enero de 2023

Café Cultura | Día Mundial de los Humedales

Desde la Convención Ramsar de 1971, el Día Mundial de los Humedales se ha celebrado cada año en el mundo, el 2 de febrero. Usted recordará que en 2007 este acontecimiento sirvió de marco a los grupos ecologistas, en su propósito de realizar un apagón de cinco minutos, en algunos monumentos emblemáticos como la Torre Eiffel y la Puerta de Alcalá, entre otros, antes de que ese día se difundiera en París el informe de la Comisión de la ONU reunida en esa ciudad, en relación al cambio climático.

Y sirve de marco el día no sólo para seguir haciendo un serio llamado a la conciencia, sino para festejar cada año los esfuerzos realizados en muchos países, en defensa de los humedales del Planeta que se encuentran amenazados. Uno de los logros más significativos desde que se firmara el llamado Convenio Ramsar, ha sido el inventario de humedales en el mundo, compuesto por 1579 zonas en 150 países, con una superficie de 133, 918,140 hectáreas.

Trasladado este dato a nuestra casa del golfo mexicano que es Tampico, la Laguna del Carpintero, de un alto valor patrimonial para los que miramos no a lo lejos sino al suelo mismo bajo nuestros pies, no será ni en lo remoto por sus dimensiones, un Sitio Ramsar. Pero la menciono esencialmente, porque el patrimonio cultural de los humedales es resultado de su primigenia asociación con las personas. Aun los avances tecnológicos y la capacidad del hombre de vencer los retos, el desarrollo de toda cultura ha ido siempre unido al elemento agua, como centro vital con todas sus significaciones. Y nuestra laguna, la ÚNICA para todos los ciudadanos en igualdad, se adhiere perpetua a nuestra memoria…

Si de origen ha sido destructivo el hombre, hoy su esencia biológica le urge a cuidar los elementos para sobrevivir. El aire, el agua, el suelo hacen posible nuestra cotidianidad; el frío, el calor, la lluvia, la bruma, la humedad, el viento... Es triste que hoy todavía no hayamos establecido como una prioridad el cuidado ambiental, quizá porque no hemos medido nuestra incapacidad reparadora. Es tan inquietante esta realidad, que hoy en muchos países se han constituido organismos importantes encargados de señalar el rumbo y de vigilar el cuidado y la explotación del medio, porque no existen en ninguna parte biósferas o ecosistemas de repuesto.

Dice Eduardo Galeano al abordar este tema, que aquel clamor universal de que “Somos todos responsables”, nos absuelve. La generalización absuelve –dice: si somos todos responsables, nadie lo es. Y habla también Galeano del “lenguaje de las exhortaciones” usado por los expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad…

Pero hay que seguir subrayando que la aparición de la Ecología como esencia de la relación entre lo vivo y el medio, ha permitido el rescate de temas que permanecían invernando en la Teología Natural, en la que ya habían sido tratados a fondo la unidad, la analogía, la finalidad y la belleza de la Naturaleza. Esta nueva ciencia no habla hoy del agua en general sino de las aguas –los mares, las lagunas, los estanques, los ríos, los arroyos–. No habla hoy de los gases en general sino de la atmósfera. Tampoco habla hoy de las tierras y minerales en general sino del suelo. Sí. Tenemos que seguir hablando de nuestros espacios vitales, de nuestros entornos, de nuestros ecosistemas como un conjunto estable de un medio natural con valor incalculable.

Y hoy volvemos a hablar en Tampico de cuidar suelo, laguna y el Parque de la Ciudad. No olvidemos que en el desarrollo de las ciudades un parque es políticamente importante: los niños juegan, los perros defecan, la gente hace deportes, los políticos los usan para sus campañas electorales, y son lugares donde florecen las manifestaciones culturales e históricas; los parques reflejan la situación de una ciudad. Tampoco olvidemos que así como un árbol, una flor o un pájaro tienen características individuales, también algunos gobernantes tienen maneras diferentes de asumir problemas iguales. Esta no es una noticia sino tan sólo un principio universal que habla de rasgos culturales diferentes en las personas, de éticas particulares y esquemas de valores grupales.

Es urgente que todos los ciudadanos del mundo cuidemos en nuestras ciudades y regiones, las áreas naturales. No dejemos que el precioso tiempo siga escapando frente a nuestros ojos, mientras los trogloditas deciden el desmoronamiento del Planeta. Desde el Convenio Ramsar, los grupos ecologistas han celebrado cada año el 2 de febrero, los logros alcanzados en muchos países. Nosotros de inicio estamos obligados a seguir cuidando nuestras aguas y a defender el suelo mismo bajo nuestros pies.

correo: amparo.gberumen@gmail.com

Desde la Convención Ramsar de 1971, el Día Mundial de los Humedales se ha celebrado cada año en el mundo, el 2 de febrero. Usted recordará que en 2007 este acontecimiento sirvió de marco a los grupos ecologistas, en su propósito de realizar un apagón de cinco minutos, en algunos monumentos emblemáticos como la Torre Eiffel y la Puerta de Alcalá, entre otros, antes de que ese día se difundiera en París el informe de la Comisión de la ONU reunida en esa ciudad, en relación al cambio climático.

Y sirve de marco el día no sólo para seguir haciendo un serio llamado a la conciencia, sino para festejar cada año los esfuerzos realizados en muchos países, en defensa de los humedales del Planeta que se encuentran amenazados. Uno de los logros más significativos desde que se firmara el llamado Convenio Ramsar, ha sido el inventario de humedales en el mundo, compuesto por 1579 zonas en 150 países, con una superficie de 133, 918,140 hectáreas.

Trasladado este dato a nuestra casa del golfo mexicano que es Tampico, la Laguna del Carpintero, de un alto valor patrimonial para los que miramos no a lo lejos sino al suelo mismo bajo nuestros pies, no será ni en lo remoto por sus dimensiones, un Sitio Ramsar. Pero la menciono esencialmente, porque el patrimonio cultural de los humedales es resultado de su primigenia asociación con las personas. Aun los avances tecnológicos y la capacidad del hombre de vencer los retos, el desarrollo de toda cultura ha ido siempre unido al elemento agua, como centro vital con todas sus significaciones. Y nuestra laguna, la ÚNICA para todos los ciudadanos en igualdad, se adhiere perpetua a nuestra memoria…

Si de origen ha sido destructivo el hombre, hoy su esencia biológica le urge a cuidar los elementos para sobrevivir. El aire, el agua, el suelo hacen posible nuestra cotidianidad; el frío, el calor, la lluvia, la bruma, la humedad, el viento... Es triste que hoy todavía no hayamos establecido como una prioridad el cuidado ambiental, quizá porque no hemos medido nuestra incapacidad reparadora. Es tan inquietante esta realidad, que hoy en muchos países se han constituido organismos importantes encargados de señalar el rumbo y de vigilar el cuidado y la explotación del medio, porque no existen en ninguna parte biósferas o ecosistemas de repuesto.

Dice Eduardo Galeano al abordar este tema, que aquel clamor universal de que “Somos todos responsables”, nos absuelve. La generalización absuelve –dice: si somos todos responsables, nadie lo es. Y habla también Galeano del “lenguaje de las exhortaciones” usado por los expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad…

Pero hay que seguir subrayando que la aparición de la Ecología como esencia de la relación entre lo vivo y el medio, ha permitido el rescate de temas que permanecían invernando en la Teología Natural, en la que ya habían sido tratados a fondo la unidad, la analogía, la finalidad y la belleza de la Naturaleza. Esta nueva ciencia no habla hoy del agua en general sino de las aguas –los mares, las lagunas, los estanques, los ríos, los arroyos–. No habla hoy de los gases en general sino de la atmósfera. Tampoco habla hoy de las tierras y minerales en general sino del suelo. Sí. Tenemos que seguir hablando de nuestros espacios vitales, de nuestros entornos, de nuestros ecosistemas como un conjunto estable de un medio natural con valor incalculable.

Y hoy volvemos a hablar en Tampico de cuidar suelo, laguna y el Parque de la Ciudad. No olvidemos que en el desarrollo de las ciudades un parque es políticamente importante: los niños juegan, los perros defecan, la gente hace deportes, los políticos los usan para sus campañas electorales, y son lugares donde florecen las manifestaciones culturales e históricas; los parques reflejan la situación de una ciudad. Tampoco olvidemos que así como un árbol, una flor o un pájaro tienen características individuales, también algunos gobernantes tienen maneras diferentes de asumir problemas iguales. Esta no es una noticia sino tan sólo un principio universal que habla de rasgos culturales diferentes en las personas, de éticas particulares y esquemas de valores grupales.

Es urgente que todos los ciudadanos del mundo cuidemos en nuestras ciudades y regiones, las áreas naturales. No dejemos que el precioso tiempo siga escapando frente a nuestros ojos, mientras los trogloditas deciden el desmoronamiento del Planeta. Desde el Convenio Ramsar, los grupos ecologistas han celebrado cada año el 2 de febrero, los logros alcanzados en muchos países. Nosotros de inicio estamos obligados a seguir cuidando nuestras aguas y a defender el suelo mismo bajo nuestros pies.

correo: amparo.gberumen@gmail.com