/ viernes 13 de marzo de 2020

Con café y a media luz | ¿Por qué volaron?

¿Por qué volaron? ¿Qué estímulo semiótico representaron los cachitos del avión en el imaginario colectivo del sur de Tamaulipas que, en menos de 24 horas, el boletaje de la rifa organizada por el presidente López Obrador, simplemente desapareció? ¿Qué detonó el desembolso de quinientos pesos de un ciudadano común para adquirir el preciado billete?

En realidad, gentil amigo lector, son muchos los factores que, al parecer, inciden en este fenómeno social y mediático que ha hecho que no nada más en Tampico, Ciudad Madero y Altamira, sino en todo el territorio nacional, se hayan vendido “como pan caliente”. Espero que con esta última frase no se sientan aludidos los amigos blanquiazules. No fue mi intención.

Debemos entender que, por principio de cuentas, aunque el costo de un boleto para una “rifa” común en la lotería nacional, tal y como las conocemos, está muy por debajo del costo de los que conforman el tiraje recién agotado, aquellos que resulten afortunados ganadores podrán pasar a la historia como los ciudadanos que colaboraron en la reestructuración y mejora del sistema de salud de nuestro México lindo y qué herido.

Las personas que adquirieron un pedacito no compraron la oportunidad de entrar en el sorteo. Es un error garrafal pensar que solo se trata de la intentona banal de gastar quinientos pesos para “jugarle” a la suerte y obtener la suma ofertada por el representante del poder ejecutivo de la nación.

Por el contrario, están comprando la oportunidad de tocar, poseer, sentir y estar cerca de un protagonista del contexto político del México contemporáneo. Uno que ha sido capaz de polarizar la opinión y, sin quererlo, ha ocupado las planas y los espacios de los medios de comunicación de mayor prestigio del mundo entero, y no vaya a pensar que me refiero al tabasqueño, no, se trata del boleto mismo que tanta conmoción ha causado.

Inmerecida e indebidamente, todos los canales de comunicación impresa, radiofónica, televisiva, digital y social, le ofrecieron los espacios de mayor relevancia de forma prácticamente gratuita.

Primero en las ya tradicionales “conferencias mañaneras”. Después en la síntesis que cada medio hacía de las mismas. Posteriormente, los espacios de análisis y reflexión más importantes – y otros como este – cerraban con “broche de oro” sobre las posturas, ya sean a favor o en contra de la impresión, logística y desbordante imaginación y capacidad de justificación para sacar adelante el compromiso de la tómbola del avión sin avión.

Además de haber “nutrido” el fenómeno en cuestión con altas dosis mediáticas convirtiendo a los “huerfanitos” en un signo apeteciblemente consumible para la población, abonaron, también, los fieles miembros de cada uno de los escaparates políticos, tanto simpatizantes como contrarios al partido “Morena” y a la figura de Andrés Manuel López Obrador.

Así como los detractores de este sorteo – principalmente de extracciones priista y panista – lanzaron consignas hasta el cansancio sobre la emisión del boletaje. Los morenistas y petistas aseguraron que adquirirían hasta más de cinco series y cumplieron lo dicho con cabalidad.

Por otra parte, los representantes del sector empresarial que fueron invitados a la cena de los tamales de chipilín “aceptaron el pase de charola” que, según dijeron los que saben, les recordó a los años mozos del priismo hegemónico del México de los setentas.

Empero, a mi gusto, el punto medular que dio origen a esta compra masiva tuvo su origen sustancial “en las fuerzas vivas” del México contemporáneo que creyeron en la figura de AMLO – y lo siguen haciendo – y en gran parte, el éxito mediático y el refrendo de la efectividad política y la visión de gobernante del tabasqueño quedarían comprometidas si no se agotaban los boletos y eso, simple y llanamente, no lo iban a permitir.

En palabras ramplonas se vendieron nomás para demostrarle a los conservadores, fifís y chayoteros que sí habrá rifa, que sí habrá premios y, como si fuera porra beisbolera, que sí se puede.

Incluso, me atrevo a decir, como lo comentamos en días anteriores, que hasta los censuradores más reacios y críticos más severos han acudido con su boletero de confianza para ver si alcanzan “un cachito” y, en una de esas, y le “pegan” al premio de los veinte millones, la pregunta sería, de ganar, “¿Aceptarían el cheque de las manos de AMLO?”

¡Y hasta aquí, pues como decía un periodista, el tiempo apremia y el espacio se agota!

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Con Café y a Media Luz

Agustín JIMENEZ CERVANTES

“¿Por qué Volaron?”

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¿Por qué volaron? ¿Qué estímulo semiótico representaron los cachitos del avión en el imaginario colectivo del sur de Tamaulipas que, en menos de 24 horas, el boletaje de la rifa organizada por el presidente López Obrador, simplemente desapareció? ¿Qué detonó el desembolso de quinientos pesos de un ciudadano común para adquirir el preciado billete?

En realidad, gentil amigo lector, son muchos los factores que, al parecer, inciden en este fenómeno social y mediático que ha hecho que no nada más en Tampico, Ciudad Madero y Altamira, sino en todo el territorio nacional, se hayan vendido “como pan caliente”. Espero que con esta última frase no se sientan aludidos los amigos blanquiazules. No fue mi intención.

Debemos entender que, por principio de cuentas, aunque el costo de un boleto para una “rifa” común en la lotería nacional, tal y como las conocemos, está muy por debajo del costo de los que conforman el tiraje recién agotado, aquellos que resulten afortunados ganadores podrán pasar a la historia como los ciudadanos que colaboraron en la reestructuración y mejora del sistema de salud de nuestro México lindo y qué herido.

Las personas que adquirieron un pedacito no compraron la oportunidad de entrar en el sorteo. Es un error garrafal pensar que solo se trata de la intentona banal de gastar quinientos pesos para “jugarle” a la suerte y obtener la suma ofertada por el representante del poder ejecutivo de la nación.

Por el contrario, están comprando la oportunidad de tocar, poseer, sentir y estar cerca de un protagonista del contexto político del México contemporáneo. Uno que ha sido capaz de polarizar la opinión y, sin quererlo, ha ocupado las planas y los espacios de los medios de comunicación de mayor prestigio del mundo entero, y no vaya a pensar que me refiero al tabasqueño, no, se trata del boleto mismo que tanta conmoción ha causado.

Inmerecida e indebidamente, todos los canales de comunicación impresa, radiofónica, televisiva, digital y social, le ofrecieron los espacios de mayor relevancia de forma prácticamente gratuita.

Primero en las ya tradicionales “conferencias mañaneras”. Después en la síntesis que cada medio hacía de las mismas. Posteriormente, los espacios de análisis y reflexión más importantes – y otros como este – cerraban con “broche de oro” sobre las posturas, ya sean a favor o en contra de la impresión, logística y desbordante imaginación y capacidad de justificación para sacar adelante el compromiso de la tómbola del avión sin avión.

Además de haber “nutrido” el fenómeno en cuestión con altas dosis mediáticas convirtiendo a los “huerfanitos” en un signo apeteciblemente consumible para la población, abonaron, también, los fieles miembros de cada uno de los escaparates políticos, tanto simpatizantes como contrarios al partido “Morena” y a la figura de Andrés Manuel López Obrador.

Así como los detractores de este sorteo – principalmente de extracciones priista y panista – lanzaron consignas hasta el cansancio sobre la emisión del boletaje. Los morenistas y petistas aseguraron que adquirirían hasta más de cinco series y cumplieron lo dicho con cabalidad.

Por otra parte, los representantes del sector empresarial que fueron invitados a la cena de los tamales de chipilín “aceptaron el pase de charola” que, según dijeron los que saben, les recordó a los años mozos del priismo hegemónico del México de los setentas.

Empero, a mi gusto, el punto medular que dio origen a esta compra masiva tuvo su origen sustancial “en las fuerzas vivas” del México contemporáneo que creyeron en la figura de AMLO – y lo siguen haciendo – y en gran parte, el éxito mediático y el refrendo de la efectividad política y la visión de gobernante del tabasqueño quedarían comprometidas si no se agotaban los boletos y eso, simple y llanamente, no lo iban a permitir.

En palabras ramplonas se vendieron nomás para demostrarle a los conservadores, fifís y chayoteros que sí habrá rifa, que sí habrá premios y, como si fuera porra beisbolera, que sí se puede.

Incluso, me atrevo a decir, como lo comentamos en días anteriores, que hasta los censuradores más reacios y críticos más severos han acudido con su boletero de confianza para ver si alcanzan “un cachito” y, en una de esas, y le “pegan” al premio de los veinte millones, la pregunta sería, de ganar, “¿Aceptarían el cheque de las manos de AMLO?”

¡Y hasta aquí, pues como decía un periodista, el tiempo apremia y el espacio se agota!

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Con Café y a Media Luz

Agustín JIMENEZ CERVANTES

“¿Por qué Volaron?”

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