/ jueves 23 de enero de 2020

Con Café y a Media Luz | Problemas en el horizonte

Independientemente de las corrientes políticas que inciden al interior del aparato gubernamental mexicano y de los factores externos que vienen a complicar las cosas para el sano ejercicio del poder público, la situación que se está incubando para México y su presidente en este 2020 se ve más oscura de lo que cualquiera hubiéramos podido imaginar.

Ni siquiera el “chistorete” de la rifa del avión presidencial auspiciada por la Lotería Nacional y sus cachitos de quinientos pesos, dará algo de luz a la sombra que por varias latitudes se cierne en el horizonte.

Por principio de cuentas y es que, sin duda, es lo más preocupante, una nueva caravana de migrantes se “coló” por la frontera sur de nuestro país, violentando nuevamente la soberanía nacional. Debemos recordar que el primer fenómeno masivo similar ocurrió durante la última etapa del gobierno de Enrique Peña Nieto, y ha continuado durante la administración de Andrés Manuel López Obrador.

La gran diferencia entre el primer episodio y los que le siguieron fue la presión realizada por el titular del poder de la Unión Americana, Donald Trump, quien, con una clara estrategia empresarial, observó en un incremento a los aranceles, el medio idóneo para hacer que México pusiera “mano dura” en este tenor, dejando por tierra, desde otra perspectiva, la citada “soberanía”. No obstante, las declaraciones del canciller Marcelo Ebrard, quien sostuvo públicamente que “salimos con el honor intacto” y sin impuestos de más.

Marcelo Ebrard, cuya capacidad es inobjetable, seguramente ya ha puesto a trabajar a todo su equipo para establecer nuevamente contacto con las altas autoridades norteamericanas para evitar una nueva sentencia como la que vimos el año anterior, pues la caravana de esta ocasión que ya está internándose en México no será detenida tan fácilmente como se esperaba por los cuerpos policiacos federales de reciente creación.

Y como si eso no bastara, la Organización Internacional del Trabajo contradijo en días pasados categóricamente a AMLO al indicar que la tasa de desempleo en nuestro país se mantendrá al alza durante el 2020 y hasta la mitad del mandato actual, por lo pronto pronostican un aumento de 2.1 millones a 2.4 millones de mexicanos desempleados y no descartan un escenario peor con una cifra de 2.9 millones de ciudadanos sin ocupación.

Lo anterior, derivado de una desconfianza en los grandes inversionistas internacionales para aterrizar sus empresas en nuestro territorio y, por otra parte, del endurecimiento de las condiciones hacendarias para el sector empresarial mexicano que ha preferido cerrar sus negocios o recortar personal ante el incremento del salario mínimo.

Por otra parte, el tironeo entre los gobernadores panistas – entre ellos, el de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca – y el presidente López por el tema del Insabi parece recrudecerse, pues los mandatarios locales de extracción blanquiazul han acordado en señalar como inoperante al nuevo sistema de salud al carecer de, según dijeron, las condiciones reglamentarias mínimas para llevar a buen puerto un organismo tan importante como este que pretende salvaguardar la salud de la población mexicana.

En este tópico debemos reconocer la madurez del Ejecutivo federal, quien sostuvo en su última conferencia mañanera que todos los estados recibirán recurso en materia sanitaria, estén o no adheridos al Insabi, empero, dejó entrever que espera que todos hayan firmado el acuerdo de incorporación para concluir definitivamente la historia del Seguro Popular, para antes de que concluya el primer mes del año en curso. Este último punto no creo que sea tan fácil de conseguir.

Ya que estamos en política interior, uno de los gobernadores que, desde que empezó este sexenio ha buscado aparecer muy cercano al mandatario federal, es Omar Fayad, titular del estado de Hidalgo, quien no ha perdido oportunidad para declarar su apoyo al tabasqueño.

Sin embargo, la última decisión tomada por Fayad apoyado por autoridades federales, de construir un memorial en “honor” a los 137 fallecidos en la tragedia de Tlahuelilpan a un año de la explosión del ducto de Pemex está siendo objeto de una fuerte polémica que se lleva de refilón a AMLO.

Pues, por un lado, se encuentran las familias y allegados a los fenecidos quienes aplauden la edificación de este monumento ya que en él estarán plasmados los nombres y el recuerdo de aquellos que sufrieron – literalmente – un infierno que acabó con sus vidas. En otro sector, aparecen las voces que cuestionan, con fundada razón, el motivo de erigir una obra en honor de aquellos que tenían como modus vivendi el robo de combustible y que murieron durante la extracción del mismo.

Si bien es cierto que, a un gran número de mexicanos, la construcción de este obelisco, no le importa en lo más mínimo, también es cierto que el reproche es cada vez más sonado en un número creciente de compatriotas que señalan como impropio el honrar el vandalismo o el “huachicol”, como usted guste llamarlo, gentil amigo lector.

En detalles como estos, deberemos poner toda nuestra atención, pues cualquiera podrá detonar un conflicto más serio en el horizonte de la administración del presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador. Y hasta aquí gentil amigo lector, pues como decía un periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Con Café y a Media Luz

Agustín JIMENEZ CERVANTES


Independientemente de las corrientes políticas que inciden al interior del aparato gubernamental mexicano y de los factores externos que vienen a complicar las cosas para el sano ejercicio del poder público, la situación que se está incubando para México y su presidente en este 2020 se ve más oscura de lo que cualquiera hubiéramos podido imaginar.

Ni siquiera el “chistorete” de la rifa del avión presidencial auspiciada por la Lotería Nacional y sus cachitos de quinientos pesos, dará algo de luz a la sombra que por varias latitudes se cierne en el horizonte.

Por principio de cuentas y es que, sin duda, es lo más preocupante, una nueva caravana de migrantes se “coló” por la frontera sur de nuestro país, violentando nuevamente la soberanía nacional. Debemos recordar que el primer fenómeno masivo similar ocurrió durante la última etapa del gobierno de Enrique Peña Nieto, y ha continuado durante la administración de Andrés Manuel López Obrador.

La gran diferencia entre el primer episodio y los que le siguieron fue la presión realizada por el titular del poder de la Unión Americana, Donald Trump, quien, con una clara estrategia empresarial, observó en un incremento a los aranceles, el medio idóneo para hacer que México pusiera “mano dura” en este tenor, dejando por tierra, desde otra perspectiva, la citada “soberanía”. No obstante, las declaraciones del canciller Marcelo Ebrard, quien sostuvo públicamente que “salimos con el honor intacto” y sin impuestos de más.

Marcelo Ebrard, cuya capacidad es inobjetable, seguramente ya ha puesto a trabajar a todo su equipo para establecer nuevamente contacto con las altas autoridades norteamericanas para evitar una nueva sentencia como la que vimos el año anterior, pues la caravana de esta ocasión que ya está internándose en México no será detenida tan fácilmente como se esperaba por los cuerpos policiacos federales de reciente creación.

Y como si eso no bastara, la Organización Internacional del Trabajo contradijo en días pasados categóricamente a AMLO al indicar que la tasa de desempleo en nuestro país se mantendrá al alza durante el 2020 y hasta la mitad del mandato actual, por lo pronto pronostican un aumento de 2.1 millones a 2.4 millones de mexicanos desempleados y no descartan un escenario peor con una cifra de 2.9 millones de ciudadanos sin ocupación.

Lo anterior, derivado de una desconfianza en los grandes inversionistas internacionales para aterrizar sus empresas en nuestro territorio y, por otra parte, del endurecimiento de las condiciones hacendarias para el sector empresarial mexicano que ha preferido cerrar sus negocios o recortar personal ante el incremento del salario mínimo.

Por otra parte, el tironeo entre los gobernadores panistas – entre ellos, el de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca – y el presidente López por el tema del Insabi parece recrudecerse, pues los mandatarios locales de extracción blanquiazul han acordado en señalar como inoperante al nuevo sistema de salud al carecer de, según dijeron, las condiciones reglamentarias mínimas para llevar a buen puerto un organismo tan importante como este que pretende salvaguardar la salud de la población mexicana.

En este tópico debemos reconocer la madurez del Ejecutivo federal, quien sostuvo en su última conferencia mañanera que todos los estados recibirán recurso en materia sanitaria, estén o no adheridos al Insabi, empero, dejó entrever que espera que todos hayan firmado el acuerdo de incorporación para concluir definitivamente la historia del Seguro Popular, para antes de que concluya el primer mes del año en curso. Este último punto no creo que sea tan fácil de conseguir.

Ya que estamos en política interior, uno de los gobernadores que, desde que empezó este sexenio ha buscado aparecer muy cercano al mandatario federal, es Omar Fayad, titular del estado de Hidalgo, quien no ha perdido oportunidad para declarar su apoyo al tabasqueño.

Sin embargo, la última decisión tomada por Fayad apoyado por autoridades federales, de construir un memorial en “honor” a los 137 fallecidos en la tragedia de Tlahuelilpan a un año de la explosión del ducto de Pemex está siendo objeto de una fuerte polémica que se lleva de refilón a AMLO.

Pues, por un lado, se encuentran las familias y allegados a los fenecidos quienes aplauden la edificación de este monumento ya que en él estarán plasmados los nombres y el recuerdo de aquellos que sufrieron – literalmente – un infierno que acabó con sus vidas. En otro sector, aparecen las voces que cuestionan, con fundada razón, el motivo de erigir una obra en honor de aquellos que tenían como modus vivendi el robo de combustible y que murieron durante la extracción del mismo.

Si bien es cierto que, a un gran número de mexicanos, la construcción de este obelisco, no le importa en lo más mínimo, también es cierto que el reproche es cada vez más sonado en un número creciente de compatriotas que señalan como impropio el honrar el vandalismo o el “huachicol”, como usted guste llamarlo, gentil amigo lector.

En detalles como estos, deberemos poner toda nuestra atención, pues cualquiera podrá detonar un conflicto más serio en el horizonte de la administración del presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador. Y hasta aquí gentil amigo lector, pues como decía un periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Con Café y a Media Luz

Agustín JIMENEZ CERVANTES


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