/ martes 30 de enero de 2024

Economía y bienestar | Hacia una mayor equidad

Una de las principales creencias del modelo centrado en el liberalismo económico se basa en la creencia de la existencia de un modelo de equilibrio general, cuyo mecanismo de autorregulación genera como condición la no participación del gobierno en la economía, debido a que éste con su actuación puede generar distorsiones que afectan el equilibrio y con ello la ruta de la economía.

Pero bien, si solo nos centramos en la supuesta eficiencia de mecanismo basado en la oferta y la demanda, vemos que los primordiales problemas que se generan y que son las principales enfermedades del sistema, es que cuando hay un desequilibrio, este se presenta de dos formas, por una parte se genera desempleo y por la otra inflación, sin embargo la idea generalizada para solventar dichos problemas era que tan solo con el tiempo se llegaría de nueva cuenta al equilibrio general, lo que ha llevado a muchos estudiosos de la ciencia económica a pensar como en su momento los hicieron los clásicos de la economía “a largo plazo todo es estable”, es decir, que no era necesaria la intervención del gobierno para encontrar de nueva cuenta la ruta del equilibrio general.

Lo anterior, además de ser una completa falacia, ha servido de argumento para limitar la participación del gobierno como un actor que medie en las relaciones económicas de convivencia en la relación capital trabajo, pero lo más grave aún, es que durante mucho tiempo la política pública se puso del lado del capital, al imponer una política salarial restrictiva, bajo el argumento de que el incremento en los salarios inmediatamente repercutiría en la inflación, dicha postura generó que el salario de los trabajadores se contrajera de manera significativa, algunos investigadores que han analizado el proceso, estiman que la pérdida acumulada del poder adquisitivo de los últimos 30 años durante la implementación del modelo de economía libre ascendió a más del 75%.

Recientemente Oxfam México, publica un documento con fecha 23 de enero del año en curso, denominado, El monopolio de la desigualdad, donde expone que la desigualdad en nuestro país no deja de aumentar, la fortuna de los 14 hombres más ricos del país casi lega a duplicarse durante la pandemia, cabe mencionar que durante mucho tiempo se hizo mención a dos mitos que al paso del tiempo resultó un factor que nutrió el imaginario de la mayoría de la población, una de ellas ha sido que la acumulación de la riqueza, producto de la meritocracia así como a la derrama económica.

De acuerdo con el reporte presentado por Oxfam México, argumenta que la excesiva concentración de la riqueza se debe a una estrecha relación con el poder político, es decir, a los procesos de concentración del capital producto en muchos casos de los procesos privatizadores implementados en décadas pasadas, lo anterior, contribuyó entre otros factores a disparar las desigualdades del ingreso en nuestro país.

Derivado de lo anterior, la desigualdad en muchos casos, dependiendo de la estructura económica de cada país, se puede traducir en otros problemas de índole social, tales como la pobreza, la discriminación y la exclusión, por ello es de suma importancia considerar, la necesidad de contar con un marco fiscal y normativo a fin de considerar la importancia del estímulo para quienes se encuentran desarrollando actividades económicas, pero también sumando elementos de equidad social, ya que cuando el alto porcentaje de ingresos que se generan en el país es direccionado hacia un pequeño grupo de la población y viceversa, una mínima parte del ingreso se destina al grueso de la población, a largo plazo se estaría contribuyendo a la construcción de una sociedad enferma, por lo que es de suma importancia el reconocer que la desigualdad es el resultado de una economía cuya estructura esta movida por un mecanismo ineficiente que no cumple con el propósito de proporcionar mejoras en las condiciones de vida de la población.

Regeneración 19

Una de las principales creencias del modelo centrado en el liberalismo económico se basa en la creencia de la existencia de un modelo de equilibrio general, cuyo mecanismo de autorregulación genera como condición la no participación del gobierno en la economía, debido a que éste con su actuación puede generar distorsiones que afectan el equilibrio y con ello la ruta de la economía.

Pero bien, si solo nos centramos en la supuesta eficiencia de mecanismo basado en la oferta y la demanda, vemos que los primordiales problemas que se generan y que son las principales enfermedades del sistema, es que cuando hay un desequilibrio, este se presenta de dos formas, por una parte se genera desempleo y por la otra inflación, sin embargo la idea generalizada para solventar dichos problemas era que tan solo con el tiempo se llegaría de nueva cuenta al equilibrio general, lo que ha llevado a muchos estudiosos de la ciencia económica a pensar como en su momento los hicieron los clásicos de la economía “a largo plazo todo es estable”, es decir, que no era necesaria la intervención del gobierno para encontrar de nueva cuenta la ruta del equilibrio general.

Lo anterior, además de ser una completa falacia, ha servido de argumento para limitar la participación del gobierno como un actor que medie en las relaciones económicas de convivencia en la relación capital trabajo, pero lo más grave aún, es que durante mucho tiempo la política pública se puso del lado del capital, al imponer una política salarial restrictiva, bajo el argumento de que el incremento en los salarios inmediatamente repercutiría en la inflación, dicha postura generó que el salario de los trabajadores se contrajera de manera significativa, algunos investigadores que han analizado el proceso, estiman que la pérdida acumulada del poder adquisitivo de los últimos 30 años durante la implementación del modelo de economía libre ascendió a más del 75%.

Recientemente Oxfam México, publica un documento con fecha 23 de enero del año en curso, denominado, El monopolio de la desigualdad, donde expone que la desigualdad en nuestro país no deja de aumentar, la fortuna de los 14 hombres más ricos del país casi lega a duplicarse durante la pandemia, cabe mencionar que durante mucho tiempo se hizo mención a dos mitos que al paso del tiempo resultó un factor que nutrió el imaginario de la mayoría de la población, una de ellas ha sido que la acumulación de la riqueza, producto de la meritocracia así como a la derrama económica.

De acuerdo con el reporte presentado por Oxfam México, argumenta que la excesiva concentración de la riqueza se debe a una estrecha relación con el poder político, es decir, a los procesos de concentración del capital producto en muchos casos de los procesos privatizadores implementados en décadas pasadas, lo anterior, contribuyó entre otros factores a disparar las desigualdades del ingreso en nuestro país.

Derivado de lo anterior, la desigualdad en muchos casos, dependiendo de la estructura económica de cada país, se puede traducir en otros problemas de índole social, tales como la pobreza, la discriminación y la exclusión, por ello es de suma importancia considerar, la necesidad de contar con un marco fiscal y normativo a fin de considerar la importancia del estímulo para quienes se encuentran desarrollando actividades económicas, pero también sumando elementos de equidad social, ya que cuando el alto porcentaje de ingresos que se generan en el país es direccionado hacia un pequeño grupo de la población y viceversa, una mínima parte del ingreso se destina al grueso de la población, a largo plazo se estaría contribuyendo a la construcción de una sociedad enferma, por lo que es de suma importancia el reconocer que la desigualdad es el resultado de una economía cuya estructura esta movida por un mecanismo ineficiente que no cumple con el propósito de proporcionar mejoras en las condiciones de vida de la población.

Regeneración 19