/ domingo 9 de abril de 2023

El cumpleaños del perro | La Pasión de Cristo, según Mel Columcille Gerard Gibson

La Pasión de Cristo fue filmada por Mel Gibson en Italia en 2003. Y a veinte años de la misma, se anuncia la filmación de la secuela titulada tentativamente como La Pasión de Cristo: La resurrección para ser estrenada en 2024.

En La Pasión de Cristo, con Jim Caviezel como Cristo y con un elenco enteramente europeo, Gibson (actor de la saga Mad Max, y premiado inmerecidamente con un Oscar por Mejor Director por Corazón valiente/1995) cuenta la historia de las últimas doce horas de la vida de Cristo. La narración fílmica inicia cuando Jesús reza en el Huerto de los Olivos y es aprehendido por los enviados de los sumos sacerdotes. Entregado por Judas y con la rebeldía sangrienta de Pedro, Jesús es puesto ante Caifás para ser acusado de llamarse El Mesías. Sometidos ante el Imperio Romano, los sacerdotes llevan a Jesús ante la autoridad respectiva (Poncio Pilatos) para que condenen legalmente a Jesús a morir crucificado. Pilatos, al no ver delito en Jesús, lo remite a Herodes, quien tampoco ve en el nazareno otra cosa que locura.

Llevado de nuevo ante Pilatos, Jesús continúa siendo repelido por los judíos. El Cónsul Pilatos les pone una disyuntiva: liberar al asesino Barrabás o liberar a Jesús. A grito abierto piden que sea soltado Barrabás. Lavándose las manos, Pilatos –y temiendo que una decisión adversa alborote a la colonia judía- entrega a Jesús a sus captores para que sea ejecutado.

A través de un largo y pasional vía crucis, Jesús cargará la cruz hasta llegar al Gólgota (junto a Dimas y Gestas) para cumplir con las escrituras. Durante el recorrido –al igual que en el Getsemaní y durante los azotes por los soldados- acompañará a Jesús Satán (Rosalinda Celentano) en forma de mujer.

María/ Maia Morgenstern, su madre, María Magdalena/ Mónica Belluci y Juan/ Hristo Jivkov siguen el camino de Jesús hasta la cruz. Durante las caídas, se irán viendo trozos de la vida pública de Jesús: el Sermón de la Montaña, la Última Cena, la defensa de María Magdalena ante la turba y el lavatorio de los pies. Al final muere en la cruz Jesús, al lado de Dimas y Gestas. Al tercer día resucita.

La película, aparte de su polémica generada en el momento de su estreno, y en nuestro país clasificada con una cuestionable C, contiene una estética interesante. La fotografía de Caleb Deschanel (El patriota/2000, Ana y el rey/1999) se regodea entre tonalidades oscuras semisepias y una pedante cámara lenta.

Es probable que los aciertos del filme se encuentren en la crudeza de su violencia. Acorde a la idea de querer plasmar lo más real la historia, Gibson aboga por el uso de efectos especiales en las torturas, en los azotes y en la crucifixión. Incluso, podría decirse que la puesta en escena raya a ratos en lo barroco.

A propósito de la violencia empleada en su filme, en especial sobre el trato a la figura de Jesús, Gibson apuntó en alguna entrevista que (sic): “para algunas personas podrían resultarlo, pero…, ¡eh!, fue así. No hay nada de violencia gratuita en esta película. Creo que un menor de doce años no debería verla, a no ser que sea muy maduro. Es bastante fuerte. Nos hemos acostumbrado a ver crucifijos bonitos colgados de la pared. Decimos: «¡Oh, sí! Jesús fue azotado, llevó su cruz a cuestas y le clavaron a un madero», pero ¿quién se detiene a pensar lo que estas palabras significan realmente? En mi niñez, no me daba cuenta de lo que esto implicaba. No comprendía lo duro que era. El profundo horror de lo que Él sufrió por nuestra redención realmente no me impactaba. Entender lo que sufrió, incluso a un nivel humano, me hace sentir no sólo compasión, sino también me hace sentirme en deuda: yo quiero compensarle por la inmensidad de su sacrificio”.

Más bien el filme, según el propio Gibson en declaraciones a la prensa, carece de una finalidad histórica porque no pretende presentar el hecho de la Pasión tal y como aconteció históricamente, de ahí que en la película se le encuentren varias discordancias temporales. Porque según Gibson, “el filme pretende tener una función didáctica, por lo que nos encontramos una gran cantidad de símbolos que, en la mayoría (o bien bastantes) de los casos, se alejan de la revelación bíblica”. Evidentemente didáctico y sin mucho arriesgue en lo formal (salvo la aparición de Satán como mujer, recordándonos a Silvia Pinal en Simón del desierto, de Buñuel), La Pasión de Cristo intenta ajustarse a los textos bíblicos con tal exactitud que está hablada toda en latín y arameo. Pero si se hace una aproximación a lo políticamente correcto, la mirada enfocará varias figuras: ¿tergiversación de los hechos? ¿O un éxtasis personal gore de Gibson ante su deleite evidente: la violencia, el gore per se?

Sea lo que sea, no hay que tomar la literalidad en este o cualquier otro filme. Es, en el mejor de los casos, una reelaboración, una aproximación (palabra muy usada por Octavio Paz para indicar inexactitud conciente) sobre un segmento de la vida del Mesías. Por ello, es que llaman la atención textos como el de doctor en teología José Costadoat cuando analiza el filme de Gibson en la revista Theologica xaveriana (2004), pp. 197-204: “La "Pasión de Cristo" de Gibson es otra expresión de las interpretaciones penales del sacrificio de Cristo que tanto daño han hecho a la encarnación del Evangelio. Muchos no son cristianos porque les parece que, de alguna forma, la cruz justifica el sufrimiento inocente, la irracionalidad de la violencia y la perpetuación de la culpa. Entre los cristianos, aquí y allá, lamentamos las consecuencias de la inversión del sentido del sacrificio de Cristo cuando, para vivir nuestra fe, debemos participar activa o pasivamente de la dureza de un dios que no es el Dios exigente pero tierno de Jesús”.

Sin duda la música (o sound-track) de John Debney le otorga al filme bastante emotividad, aunado al tema en sí. Con La Pasión de Cristo, Mel Gibson se ubica como un cineasta comercialmente interesante (aunque muy arrebatado, y para mayor muestra su filme Apocalypto, hablado en maya)…

La Pasión de Cristo fue filmada por Mel Gibson en Italia en 2003. Y a veinte años de la misma, se anuncia la filmación de la secuela titulada tentativamente como La Pasión de Cristo: La resurrección para ser estrenada en 2024.

En La Pasión de Cristo, con Jim Caviezel como Cristo y con un elenco enteramente europeo, Gibson (actor de la saga Mad Max, y premiado inmerecidamente con un Oscar por Mejor Director por Corazón valiente/1995) cuenta la historia de las últimas doce horas de la vida de Cristo. La narración fílmica inicia cuando Jesús reza en el Huerto de los Olivos y es aprehendido por los enviados de los sumos sacerdotes. Entregado por Judas y con la rebeldía sangrienta de Pedro, Jesús es puesto ante Caifás para ser acusado de llamarse El Mesías. Sometidos ante el Imperio Romano, los sacerdotes llevan a Jesús ante la autoridad respectiva (Poncio Pilatos) para que condenen legalmente a Jesús a morir crucificado. Pilatos, al no ver delito en Jesús, lo remite a Herodes, quien tampoco ve en el nazareno otra cosa que locura.

Llevado de nuevo ante Pilatos, Jesús continúa siendo repelido por los judíos. El Cónsul Pilatos les pone una disyuntiva: liberar al asesino Barrabás o liberar a Jesús. A grito abierto piden que sea soltado Barrabás. Lavándose las manos, Pilatos –y temiendo que una decisión adversa alborote a la colonia judía- entrega a Jesús a sus captores para que sea ejecutado.

A través de un largo y pasional vía crucis, Jesús cargará la cruz hasta llegar al Gólgota (junto a Dimas y Gestas) para cumplir con las escrituras. Durante el recorrido –al igual que en el Getsemaní y durante los azotes por los soldados- acompañará a Jesús Satán (Rosalinda Celentano) en forma de mujer.

María/ Maia Morgenstern, su madre, María Magdalena/ Mónica Belluci y Juan/ Hristo Jivkov siguen el camino de Jesús hasta la cruz. Durante las caídas, se irán viendo trozos de la vida pública de Jesús: el Sermón de la Montaña, la Última Cena, la defensa de María Magdalena ante la turba y el lavatorio de los pies. Al final muere en la cruz Jesús, al lado de Dimas y Gestas. Al tercer día resucita.

La película, aparte de su polémica generada en el momento de su estreno, y en nuestro país clasificada con una cuestionable C, contiene una estética interesante. La fotografía de Caleb Deschanel (El patriota/2000, Ana y el rey/1999) se regodea entre tonalidades oscuras semisepias y una pedante cámara lenta.

Es probable que los aciertos del filme se encuentren en la crudeza de su violencia. Acorde a la idea de querer plasmar lo más real la historia, Gibson aboga por el uso de efectos especiales en las torturas, en los azotes y en la crucifixión. Incluso, podría decirse que la puesta en escena raya a ratos en lo barroco.

A propósito de la violencia empleada en su filme, en especial sobre el trato a la figura de Jesús, Gibson apuntó en alguna entrevista que (sic): “para algunas personas podrían resultarlo, pero…, ¡eh!, fue así. No hay nada de violencia gratuita en esta película. Creo que un menor de doce años no debería verla, a no ser que sea muy maduro. Es bastante fuerte. Nos hemos acostumbrado a ver crucifijos bonitos colgados de la pared. Decimos: «¡Oh, sí! Jesús fue azotado, llevó su cruz a cuestas y le clavaron a un madero», pero ¿quién se detiene a pensar lo que estas palabras significan realmente? En mi niñez, no me daba cuenta de lo que esto implicaba. No comprendía lo duro que era. El profundo horror de lo que Él sufrió por nuestra redención realmente no me impactaba. Entender lo que sufrió, incluso a un nivel humano, me hace sentir no sólo compasión, sino también me hace sentirme en deuda: yo quiero compensarle por la inmensidad de su sacrificio”.

Más bien el filme, según el propio Gibson en declaraciones a la prensa, carece de una finalidad histórica porque no pretende presentar el hecho de la Pasión tal y como aconteció históricamente, de ahí que en la película se le encuentren varias discordancias temporales. Porque según Gibson, “el filme pretende tener una función didáctica, por lo que nos encontramos una gran cantidad de símbolos que, en la mayoría (o bien bastantes) de los casos, se alejan de la revelación bíblica”. Evidentemente didáctico y sin mucho arriesgue en lo formal (salvo la aparición de Satán como mujer, recordándonos a Silvia Pinal en Simón del desierto, de Buñuel), La Pasión de Cristo intenta ajustarse a los textos bíblicos con tal exactitud que está hablada toda en latín y arameo. Pero si se hace una aproximación a lo políticamente correcto, la mirada enfocará varias figuras: ¿tergiversación de los hechos? ¿O un éxtasis personal gore de Gibson ante su deleite evidente: la violencia, el gore per se?

Sea lo que sea, no hay que tomar la literalidad en este o cualquier otro filme. Es, en el mejor de los casos, una reelaboración, una aproximación (palabra muy usada por Octavio Paz para indicar inexactitud conciente) sobre un segmento de la vida del Mesías. Por ello, es que llaman la atención textos como el de doctor en teología José Costadoat cuando analiza el filme de Gibson en la revista Theologica xaveriana (2004), pp. 197-204: “La "Pasión de Cristo" de Gibson es otra expresión de las interpretaciones penales del sacrificio de Cristo que tanto daño han hecho a la encarnación del Evangelio. Muchos no son cristianos porque les parece que, de alguna forma, la cruz justifica el sufrimiento inocente, la irracionalidad de la violencia y la perpetuación de la culpa. Entre los cristianos, aquí y allá, lamentamos las consecuencias de la inversión del sentido del sacrificio de Cristo cuando, para vivir nuestra fe, debemos participar activa o pasivamente de la dureza de un dios que no es el Dios exigente pero tierno de Jesús”.

Sin duda la música (o sound-track) de John Debney le otorga al filme bastante emotividad, aunado al tema en sí. Con La Pasión de Cristo, Mel Gibson se ubica como un cineasta comercialmente interesante (aunque muy arrebatado, y para mayor muestra su filme Apocalypto, hablado en maya)…