/ miércoles 1 de noviembre de 2023

El cumpleaños del perro | Paul Raymond según Winterbottom

Si en Larry Flynt/ 1996, Milos Forman propuso una exégesis caóticamente controlada, burilada (dentro de una autoperseguida miradakitsch) del magnate del porno americano homónimo del título del filme, Michael Winterbottom no logra la hondura de Forman en El rey del erotismo (The look of love)/ Reino Unido-2013, que puede verse libremente en plataformas de manera gratuita.

Winterbottom es un cineasta difícil de clasificar. Su estética visual va del documental (Camino a Guantánamo/ 2006, pasando por el porno soft Nueve orgasmos/ 2004, el melodrama ramplón Génova/ 2008 y las series de tv The trip to Italia/ 2014). ¿Qué esperar entonces de Winterbottom ante un biopic de Paul Raymond (cuyo nombre real era Geoffrey Quinn)?

¿Pero quién diantres fue Paul Raymond? Si atendemos el filme de Winterbottom fue un empresario dentro del entretenimiento xxx londinense desde las décadas de los 60 y que adquirió propiedades en el exclusivo barrio de Soho, que tuvo mujeres en racimos, le dio duro a las drogas (incluso, su amada hija Debbiey, heredera de su emporio, murió por sobredosis).

El punto cuestionable al acercarse a la vida de un personaje real es el desbalance en el que cae el guion. O se desliza por el plano reverencial (como César Chávez/ 2014, de Diego Luna) o se pierde en los recovecos de la relaboración. Es el caso de El rey del erotismo.

Si apartamos la acertada recreación de época, apuntalada por un soundtrack ad hoc, la película se vacía en la vorágine de un hombre que se comió a sí mismo por sus excesos, egocentrismo e ineptitud para el amor (de allí lo certero del título en inglés).

Da la impresión que Winterbottom sostuvo a su héroe Raymond con un pie en la cocaína, el alcohol y el sexo, y el otro en la falsa moral británica. Pero ni el carisma del cómico Steve Coogan saca adelante el rol de un Paul Raymond creído (y mitómano) en su galanura cinematográfica.

Si bien Winterbottom precisa en la figura sombría de Raymond y en una época donde los valores fueron trastocados, está años luz del lirismo alcanzado por Paul Thomas Anderson en su acercamiento a Dirk Diggler en Boogie Nights/ 1997. Su filme es correcto, y la cámara de Hubert Taczanowski rutinaria, pero carente de la indagación y el morbo ontológico…

¿Pero quién diantres fue Paul Raymond? Si atendemos el filme de Winterbottom fue un empresario dentro del entretenimiento xxx londinense desde las décadas de los 60 y que adquirió propiedades en el exclusivo barrio de Soho


Si en Larry Flynt/ 1996, Milos Forman propuso una exégesis caóticamente controlada, burilada (dentro de una autoperseguida miradakitsch) del magnate del porno americano homónimo del título del filme, Michael Winterbottom no logra la hondura de Forman en El rey del erotismo (The look of love)/ Reino Unido-2013, que puede verse libremente en plataformas de manera gratuita.

Winterbottom es un cineasta difícil de clasificar. Su estética visual va del documental (Camino a Guantánamo/ 2006, pasando por el porno soft Nueve orgasmos/ 2004, el melodrama ramplón Génova/ 2008 y las series de tv The trip to Italia/ 2014). ¿Qué esperar entonces de Winterbottom ante un biopic de Paul Raymond (cuyo nombre real era Geoffrey Quinn)?

¿Pero quién diantres fue Paul Raymond? Si atendemos el filme de Winterbottom fue un empresario dentro del entretenimiento xxx londinense desde las décadas de los 60 y que adquirió propiedades en el exclusivo barrio de Soho, que tuvo mujeres en racimos, le dio duro a las drogas (incluso, su amada hija Debbiey, heredera de su emporio, murió por sobredosis).

El punto cuestionable al acercarse a la vida de un personaje real es el desbalance en el que cae el guion. O se desliza por el plano reverencial (como César Chávez/ 2014, de Diego Luna) o se pierde en los recovecos de la relaboración. Es el caso de El rey del erotismo.

Si apartamos la acertada recreación de época, apuntalada por un soundtrack ad hoc, la película se vacía en la vorágine de un hombre que se comió a sí mismo por sus excesos, egocentrismo e ineptitud para el amor (de allí lo certero del título en inglés).

Da la impresión que Winterbottom sostuvo a su héroe Raymond con un pie en la cocaína, el alcohol y el sexo, y el otro en la falsa moral británica. Pero ni el carisma del cómico Steve Coogan saca adelante el rol de un Paul Raymond creído (y mitómano) en su galanura cinematográfica.

Si bien Winterbottom precisa en la figura sombría de Raymond y en una época donde los valores fueron trastocados, está años luz del lirismo alcanzado por Paul Thomas Anderson en su acercamiento a Dirk Diggler en Boogie Nights/ 1997. Su filme es correcto, y la cámara de Hubert Taczanowski rutinaria, pero carente de la indagación y el morbo ontológico…

¿Pero quién diantres fue Paul Raymond? Si atendemos el filme de Winterbottom fue un empresario dentro del entretenimiento xxx londinense desde las décadas de los 60 y que adquirió propiedades en el exclusivo barrio de Soho