/ miércoles 4 de julio de 2018

Con café y a media luz | No había ni qué discutir…

Apenas ylas manecillas del reloj se acercaban a marcar las veintiuna horas del domingo primero de julio y los ahora excandidatos del PRI y del PAN dieron la cara a la nación y terminaron por reconocer lo que las encuestas habían estado anunciando desde que empezó la jornada, de mes y medio, y que concluyera en esa fecha con el triunfo del representante por la coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López Obrador.


Después de haber sido testigos, aunque a algunos no les guste llamarlo así, de la campaña propagandística más larga de la historia de nuestra nación, con un lapso de 18 años y dos intentos fallidos, el tabasqueño por fin vio cristalizado su anhelo más preciado, el de ser oficialmente presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos.

Teniendo como “viento a favor” el hartazgo y la desesperación de la mayoría de los mexicanos que vieron en él la oportunidad de satisfacer la necesidad inmediata de un cambio de fondo, AMLO supo fructificar la situación y llegar con una cifra que es directamente proporcional a lo ya mencionado, un cincuenta y tres por ciento de la preferencia electoral y 31 entidades federativas obtenidas por la vía de la legalidad.


Dice el corrido de el tahúr, en clara referencia a los derrotados, “Se le escaparon cuatro ases, no había ni qué discutir”.

Tal ha sido la inconformidad del pueblo de México que no solamente le otorgaron la confianza del Poder Ejecutivo, sino que también le arroparon con la mayoría en ambas cámaras del Honorable Congreso de la Unión, hecho que le permitirá ejercer libremente el mandato durante los próximos seis años y que más que un privilegio le representa un compromiso serio para la plataforma de trabajo que durante casi dos décadas estuvo pregonando a lo largo y ancho de todo el país.


Para Andrés se sobreviene un lapso en su vida de mucha presión por demostrar que tenía la razón y que “la mafia del poder” era la única culpable de la situación que prevalecía en nuestra patria y, la corrupción, era la mejor herramienta que este “cártel político” poseía para poder hacerse de riqueza a costa de los mexicanos.


Los estandartes que con tanta seguridad ondeó hoy deberán sumarse a la realidad nacional para promover el cambio y no es, como rezan tanto en las redes sociales, responsabilidad de todos nosotros, sino un compromiso compartido, pues durante toda la vida tanto usted como yo, hemos estado trabajando a “brazo partido” para poder llevar el sustento a nuestro hogar. Lo que el señor ha asegurado es que hay una “clase parasitaria” que no nos ha permitido obtener una vida mejor y que él viene a romper con esa situación.


Y, como siempre digo, le suplico que no me mal entienda o que piense que estoy en contra del presidente electo, por el contrario, considero que cualquier cambio es bueno, aunque sea para aprender y en la figura de AMLO eso es indiscutible, ¡Es un cambio sustentando en el ejercicio de la opinión pública y la democracia palpable!

Por tanto, espero con ansias el aumento al cien por ciento del salario mínimo y una disminución de los impuestos, sin que el peso pierda el poder adquisitivo ni se vea disminuido en el mercado internacional, particularmente frente al dólar, gracias a una política hacendaria sana y de relaciones exteriores impecables en las que sea respetada, ante todo, la soberanía nacional.


Deseo ver el censo de jóvenes que no estudian ni trabajan recibiendo una beca mensual en lo que encuentran ocupación o bien, se incorporan a una universidad pública o privada que los inscribirá y les asegurará un lugar en el aula. También es mi anhelo que los pensionados y jubilados de los sectores público y privado reciban el doble de su manutención mensual porque es injusto lo que están recibiendo, y que las clases sociales desprotegidas, como los hermanos indígenas de las diferentes partes de nuestra nación, tengan esa oportunidad económica. Pero, sobre todo, espero con toda mi fe que el retiro a la pensión de los expresidentes y la disminución de sueldos de los altos funcionarios, empezando por el Ejecutivo, sea más que suficiente para que rindan esos programas durante todo el sexenio y más allá.

Me urge escuchar en las noticias que a partir del primero de diciembre, gracias a la amnistía, en mi Tamaulipas amado, la sangre ya no corre y no se escuchan detonaciones de ningún tipo de arma y gracias a ese acuerdo de buena voluntad entre las partes involucradas y que la creciente ola de delitos se ha visto detenida y el secuestro, la extorsión y el tráfico de estupefacientes son ahora los recuerdos de una pesa- dilla de la que se acaba de despertar.

También añoro tanto como usted los precios bajos de la gasolina, que es una situación que nos tiene a todos “con una pata en el pescuezo”, y espero que la creación de las dos refinerías sea la solución para volvernos la potencia mundial en materia de energéticos y que sea semillero de empleos para todos los que necesiten una ocupación bien remunerada.

Y sin afán de sonar pesimista, la pregunta es ¿Qué pasará o qué se nos dirá cuando estas cosas no ocurran en el tiempo y forma planeados?

Si nos ponemos a pensar un poco, al señor Andrés Manuel López Obrador se le dio cuanto pidió y “a manos llenas”, prácticamente le hemos ayudado a borrar “la mafia del poder” poniendo a su disposición la totalidad de poderes, a él le toca la otra parte de la chamba de esta “erradicación del mal” y demostrar, con hechos, lo que tanto argumentó con palabras y de verdad, espero, querido amigo lector, no escuchar cosas como “la otra mafia del poder”, “la mafia internacional”, “la mafia empresarial” o, incluso, en un momento de desvarío, “la mafia popular”.

El señor dijo que podía con el paquete si le dábamos los recursos, ahora exijamos resultados.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

El México apasionado

Apenas ylas manecillas del reloj se acercaban a marcar las veintiuna horas del domingo primero de julio y los ahora excandidatos del PRI y del PAN dieron la cara a la nación y terminaron por reconocer lo que las encuestas habían estado anunciando desde que empezó la jornada, de mes y medio, y que concluyera en esa fecha con el triunfo del representante por la coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López Obrador.


Después de haber sido testigos, aunque a algunos no les guste llamarlo así, de la campaña propagandística más larga de la historia de nuestra nación, con un lapso de 18 años y dos intentos fallidos, el tabasqueño por fin vio cristalizado su anhelo más preciado, el de ser oficialmente presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos.

Teniendo como “viento a favor” el hartazgo y la desesperación de la mayoría de los mexicanos que vieron en él la oportunidad de satisfacer la necesidad inmediata de un cambio de fondo, AMLO supo fructificar la situación y llegar con una cifra que es directamente proporcional a lo ya mencionado, un cincuenta y tres por ciento de la preferencia electoral y 31 entidades federativas obtenidas por la vía de la legalidad.


Dice el corrido de el tahúr, en clara referencia a los derrotados, “Se le escaparon cuatro ases, no había ni qué discutir”.

Tal ha sido la inconformidad del pueblo de México que no solamente le otorgaron la confianza del Poder Ejecutivo, sino que también le arroparon con la mayoría en ambas cámaras del Honorable Congreso de la Unión, hecho que le permitirá ejercer libremente el mandato durante los próximos seis años y que más que un privilegio le representa un compromiso serio para la plataforma de trabajo que durante casi dos décadas estuvo pregonando a lo largo y ancho de todo el país.


Para Andrés se sobreviene un lapso en su vida de mucha presión por demostrar que tenía la razón y que “la mafia del poder” era la única culpable de la situación que prevalecía en nuestra patria y, la corrupción, era la mejor herramienta que este “cártel político” poseía para poder hacerse de riqueza a costa de los mexicanos.


Los estandartes que con tanta seguridad ondeó hoy deberán sumarse a la realidad nacional para promover el cambio y no es, como rezan tanto en las redes sociales, responsabilidad de todos nosotros, sino un compromiso compartido, pues durante toda la vida tanto usted como yo, hemos estado trabajando a “brazo partido” para poder llevar el sustento a nuestro hogar. Lo que el señor ha asegurado es que hay una “clase parasitaria” que no nos ha permitido obtener una vida mejor y que él viene a romper con esa situación.


Y, como siempre digo, le suplico que no me mal entienda o que piense que estoy en contra del presidente electo, por el contrario, considero que cualquier cambio es bueno, aunque sea para aprender y en la figura de AMLO eso es indiscutible, ¡Es un cambio sustentando en el ejercicio de la opinión pública y la democracia palpable!

Por tanto, espero con ansias el aumento al cien por ciento del salario mínimo y una disminución de los impuestos, sin que el peso pierda el poder adquisitivo ni se vea disminuido en el mercado internacional, particularmente frente al dólar, gracias a una política hacendaria sana y de relaciones exteriores impecables en las que sea respetada, ante todo, la soberanía nacional.


Deseo ver el censo de jóvenes que no estudian ni trabajan recibiendo una beca mensual en lo que encuentran ocupación o bien, se incorporan a una universidad pública o privada que los inscribirá y les asegurará un lugar en el aula. También es mi anhelo que los pensionados y jubilados de los sectores público y privado reciban el doble de su manutención mensual porque es injusto lo que están recibiendo, y que las clases sociales desprotegidas, como los hermanos indígenas de las diferentes partes de nuestra nación, tengan esa oportunidad económica. Pero, sobre todo, espero con toda mi fe que el retiro a la pensión de los expresidentes y la disminución de sueldos de los altos funcionarios, empezando por el Ejecutivo, sea más que suficiente para que rindan esos programas durante todo el sexenio y más allá.

Me urge escuchar en las noticias que a partir del primero de diciembre, gracias a la amnistía, en mi Tamaulipas amado, la sangre ya no corre y no se escuchan detonaciones de ningún tipo de arma y gracias a ese acuerdo de buena voluntad entre las partes involucradas y que la creciente ola de delitos se ha visto detenida y el secuestro, la extorsión y el tráfico de estupefacientes son ahora los recuerdos de una pesa- dilla de la que se acaba de despertar.

También añoro tanto como usted los precios bajos de la gasolina, que es una situación que nos tiene a todos “con una pata en el pescuezo”, y espero que la creación de las dos refinerías sea la solución para volvernos la potencia mundial en materia de energéticos y que sea semillero de empleos para todos los que necesiten una ocupación bien remunerada.

Y sin afán de sonar pesimista, la pregunta es ¿Qué pasará o qué se nos dirá cuando estas cosas no ocurran en el tiempo y forma planeados?

Si nos ponemos a pensar un poco, al señor Andrés Manuel López Obrador se le dio cuanto pidió y “a manos llenas”, prácticamente le hemos ayudado a borrar “la mafia del poder” poniendo a su disposición la totalidad de poderes, a él le toca la otra parte de la chamba de esta “erradicación del mal” y demostrar, con hechos, lo que tanto argumentó con palabras y de verdad, espero, querido amigo lector, no escuchar cosas como “la otra mafia del poder”, “la mafia internacional”, “la mafia empresarial” o, incluso, en un momento de desvarío, “la mafia popular”.

El señor dijo que podía con el paquete si le dábamos los recursos, ahora exijamos resultados.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

El México apasionado