/ viernes 31 de mayo de 2019

Con café y a media luz | "¿Qué estamos haciendo?"

Antes de dar paso a la entrega de hoy, querido amigo lector, es mi obligación ofrecerle la más sentida de las disculpas por no poder acudir a la cita que, cada tercer día, tenemos pactada usted y yo.

La razón de mi ausencia es que debía cumplir una cita ineludible e impostergable con la vida y cuya fecha es predecible, pero nunca, asegurada. Agradezco de antemano, la comprensión que tendrá para con mis palabras y mis excusas.

Dicho lo anterior. Quiero agradecer a las personas que se tomaron la molestia de escribir a mi correo electrónico, expresando, todas ellas una sincera preocupación por las consecuencias climáticas que se han manifestado, derivadas del abuso que el hombre ha hecho de los recursos naturales y el daño ocasionado al medio ambiente que, hoy, nos está pasando una factura demasiado alta y, seguramente, cobrará intereses a las siguientes generaciones de mexicanos, si nosotros no “ponemos manos a la obra” en este rubro tan importante.

La pregunta fundamental, sin duda, es ¿Qué estamos haciendo sociedad y gobierno para solucionar esta problemática que cada vez se muestra más severa y que toma tintes catastróficos?

Hace días citaba en este mismo espacio la estrategia tomada por el ayuntamiento de Mérida, lugar en el que las temperaturas son más extremas que en nuestra región, cuando se trata de calor. Se trataba de implementar una multa de mil seiscientos pesos a aquel que rechazara plantar y cuidar un árbol que le donaría la administración municipal vigente.

También recordé la dinámica desarrollada por la alcaldía de los vecinos del municipio de Tamiahua en el estado de Veracruz, cuna del marisco, ya que a lo largo del periodo vacacional de “Semana Santa” de este año, consistía en pagar un importe de veinte pesos por una bolsa que debía ser devuelta a las autoridades llena de la basura generada por el paseante. Al momento de hacer entrega del paquete, el dinero le era devuelto a su dueño. La respuesta, según me platican, fue más que satisfactoria.

Nuestra zona conurbada está viviendo una problemática seria por la inconsciencia de los habitantes y, una aparente apatía por los gobiernos municipales que parecen ignorar el padecimiento mundial que representa el llamado cambio climático.

Para no ir más lejos, el día de ayer, caminando por el paseo peatonal frente a una de las cafeterías de mayor tradición en nuestro puerto, me topé a una mujer que llevaba de la mano a un niño de aproximadamente nueve años. El chiquillo soltó la mano de su progenitora y abrió un dulce presentado en forma de ovoide.

Lo sacó de su empaque de cartón y, sin mediar mayor disimulo, lo arrojó a mitad del camino. Y, como si se tratara de una gracia, lo pateó para alejarlo de su andar. Con tan mala suerte que cayó a mis pies. Lo recogí y al terminar de ponerme en pie, ya tenía a madre e hijo frente a mí.

Así que mientras le extendía la mano, mostrándole la basura al crío, le pregunté “¿Ya no lo vas a querer?”, la mujer apenada, apresuró a tomar el envoltorio y, visiblemente avergonzada, se retiró con celeridad, llegó a la esquina y ¿Qué cree? ¡Allí aventó el paquete para que fuera arrastrado por los carros de la ruta Tampico - Madero!

Me sorprendí porque esa conducta, precisamente, es la que nos tiene pagando con infernales temperaturas, los errores de nuestro pasado. ¡Cómo recuerdo en estos días a aquel famoso conductor de noticiarios locales que, cuando hablaba de contaminación, al final decía: “¡Es el precio del progreso!”

¡Es urgente, inaplazable e inmediato, el tomar acciones que nos permitan coadyuvar en la remediación al daño medioambiental que hemos ocasionado a lo largo de tantos años, antes de que el fenómeno de los llamados “golpes de calor” sea una constante tan normal como fatal!

Le corresponde al hombre, sin duda, ser parte activa de una serie de actos que empiecen a solucionar en meses, el deterioro ocasionado por décadas. La tarea no es nada fácil, pero es el único hogar que tenemos y debemos pensar ¿En qué condiciones se los dejaremos a nuestros hijos?

¡Hasta la próxima!

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Escríbame a

licajimenezmcc@hotmail.com

Antes de dar paso a la entrega de hoy, querido amigo lector, es mi obligación ofrecerle la más sentida de las disculpas por no poder acudir a la cita que, cada tercer día, tenemos pactada usted y yo.

La razón de mi ausencia es que debía cumplir una cita ineludible e impostergable con la vida y cuya fecha es predecible, pero nunca, asegurada. Agradezco de antemano, la comprensión que tendrá para con mis palabras y mis excusas.

Dicho lo anterior. Quiero agradecer a las personas que se tomaron la molestia de escribir a mi correo electrónico, expresando, todas ellas una sincera preocupación por las consecuencias climáticas que se han manifestado, derivadas del abuso que el hombre ha hecho de los recursos naturales y el daño ocasionado al medio ambiente que, hoy, nos está pasando una factura demasiado alta y, seguramente, cobrará intereses a las siguientes generaciones de mexicanos, si nosotros no “ponemos manos a la obra” en este rubro tan importante.

La pregunta fundamental, sin duda, es ¿Qué estamos haciendo sociedad y gobierno para solucionar esta problemática que cada vez se muestra más severa y que toma tintes catastróficos?

Hace días citaba en este mismo espacio la estrategia tomada por el ayuntamiento de Mérida, lugar en el que las temperaturas son más extremas que en nuestra región, cuando se trata de calor. Se trataba de implementar una multa de mil seiscientos pesos a aquel que rechazara plantar y cuidar un árbol que le donaría la administración municipal vigente.

También recordé la dinámica desarrollada por la alcaldía de los vecinos del municipio de Tamiahua en el estado de Veracruz, cuna del marisco, ya que a lo largo del periodo vacacional de “Semana Santa” de este año, consistía en pagar un importe de veinte pesos por una bolsa que debía ser devuelta a las autoridades llena de la basura generada por el paseante. Al momento de hacer entrega del paquete, el dinero le era devuelto a su dueño. La respuesta, según me platican, fue más que satisfactoria.

Nuestra zona conurbada está viviendo una problemática seria por la inconsciencia de los habitantes y, una aparente apatía por los gobiernos municipales que parecen ignorar el padecimiento mundial que representa el llamado cambio climático.

Para no ir más lejos, el día de ayer, caminando por el paseo peatonal frente a una de las cafeterías de mayor tradición en nuestro puerto, me topé a una mujer que llevaba de la mano a un niño de aproximadamente nueve años. El chiquillo soltó la mano de su progenitora y abrió un dulce presentado en forma de ovoide.

Lo sacó de su empaque de cartón y, sin mediar mayor disimulo, lo arrojó a mitad del camino. Y, como si se tratara de una gracia, lo pateó para alejarlo de su andar. Con tan mala suerte que cayó a mis pies. Lo recogí y al terminar de ponerme en pie, ya tenía a madre e hijo frente a mí.

Así que mientras le extendía la mano, mostrándole la basura al crío, le pregunté “¿Ya no lo vas a querer?”, la mujer apenada, apresuró a tomar el envoltorio y, visiblemente avergonzada, se retiró con celeridad, llegó a la esquina y ¿Qué cree? ¡Allí aventó el paquete para que fuera arrastrado por los carros de la ruta Tampico - Madero!

Me sorprendí porque esa conducta, precisamente, es la que nos tiene pagando con infernales temperaturas, los errores de nuestro pasado. ¡Cómo recuerdo en estos días a aquel famoso conductor de noticiarios locales que, cuando hablaba de contaminación, al final decía: “¡Es el precio del progreso!”

¡Es urgente, inaplazable e inmediato, el tomar acciones que nos permitan coadyuvar en la remediación al daño medioambiental que hemos ocasionado a lo largo de tantos años, antes de que el fenómeno de los llamados “golpes de calor” sea una constante tan normal como fatal!

Le corresponde al hombre, sin duda, ser parte activa de una serie de actos que empiecen a solucionar en meses, el deterioro ocasionado por décadas. La tarea no es nada fácil, pero es el único hogar que tenemos y debemos pensar ¿En qué condiciones se los dejaremos a nuestros hijos?

¡Hasta la próxima!

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Escríbame a

licajimenezmcc@hotmail.com