/ jueves 12 de noviembre de 2020

Cometierra, el libro que resuelve los crímenes

La escritora dedica su novela a dos jóvenes víctimas de feminicidios, de los miles de casos que hay en América Latina, cuyos crímenes fueron tratados con desdén por los órganos de justicia de su país

SEGUNDA PARTE

Dolores Reyes no esperaba ni la fama ni las traducciones que se están haciendo de su novela en todo el mundo. Su ópera prima ha sido traducida en tiempo récord al inglés, alemán, francés, polaco, italiano y holandés, entre otras lenguas extranjeras.

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Dueña de un lirismo poderoso, Dolores dedica su novela a dos chicas, jóvenes, víctimas de feminicidios, de los miles de casos que hay en América Latina, cuyos crímenes fueron tratados con desdén por los órganos de justicia de su país.

El jueves 12 de noviembre presentará su libro de forma virtual en la librería elpendulo.com.mx, con retransmisión a otras librerías entre ellas la del Fondo de Cultura Económica.

Prácticamente, Cometierra le está haciendo el trabajo que le corresponde a la policía. ¿Es una acusación indirecta o directa al estado?

Yo creo que sí, que hay algo que está diciendo que los personajes llegan a cometer, no están yendo a la policía, sino que están yendo a una vidente, que es una chica muy joven, que a la vez está en un barrio alejado con mucha precariedad, sin trabajo fijo y que ni siquiera va a la escuela. Entonces, que muchos familiares buscadores de víctimas vayan con ella en lugar de ir a la policía, está denunciando de alguna forma a los organismos de seguridad que tiene que dar respuesta a todo eso, porque tienen la obligación y los medios materiales para hacerlo, pero no lo hacen.

Es entonces que tiene que haber una especie de vidente que con sus poquitos medios y su don tiene que estar respondiendo y solucionando esto que no le corresponde, que le corresponde al estado.

Su obra es reconocida | Cortesía Dolores Reyes

Los panteones aparecen a lo largo de la novela, ¿es una fascinación que tienes?

Tengo una fascinación absoluta por los cementerios, por las inscripciones, por los epitafios. Me parece que ahí hay un lenguaje concentrado y absolutamente intenso, porque una familia tiene que despedirse de otra por última vez, para siempre y tiene una temporalidad superacotada, como un epitafio, entonces ahí de alguna forma mete todo.

Me encanta ir a los cementerios, leer las lápidas, las flores que ponen, todos los objetos que muchas veces se ponen, todo el culto a nuestros muertos porque son nuestros seres queridos que ya no están. Me resulta muy, muy productivo esto a la hora de escribir. Entonces la novela también aborda qué es lo que pasa cuando este culto a los muertos ya no está.

¿Has soñado con Cometierra?

Soñé muchas veces con Cometierra, cuando la escribía sentía que me estaba acompañando. Es algo muy difícil de explicar, porque es una experiencia, una sensación y todavía. Sin llegar a existir, sin ser una forma de carne y hueso es una compañía.

¿Cómo hiciste para escribir de forma lírica tus textos, para abordar un tema de tal magnitud como los feminicidios?

En cuanto a lo que me preguntas, yo le leo mucha poesía, yo quería hacer un trabajo fuerte con la lengua. No solo que respondiese a esta edad y a este contexto social, la adolescencia vivida en un barrio periférico y sin privilegios; sino que también fuera una lengua poética, una lengua que creara muchas imágenes en el lector, muchas sensaciones, que pudiera dar cuenta del gusto, del olfato, del tacto, de todo esto en relación con la tierra y a los cuerpos. Hay muchas descripciones absolutamente poéticas en las que me obligué a trabajar con la lengua para llegar a este lugar.

Eres madre, te dedicas a la docencia y llevas el mando de un hogar, ¿a qué hora escribes?

Me levanto muy temprano cuando estoy sola. Ahora por ejemplo, que me estoy contestando esta entrevista, estoy con mis hijos acá, dando vueltas y haciendo acotaciones divertidas. Me levanto muy temprano para poder escribir un par de horas a solas, y después las otras actividades relacionadas con la escritura, como las entrevistas, las notas, otros tipos de trabajo de escritura. Pero la escritura de ficción trato de hacerla bien temprano, cuando tengo una suerte de energía muy particular, recién levantada, muy fresca y también muy cerca de lo lírico, y también escribo mucho en la madrugada.

¿Qué opinan los estudiantes sobre tu novela?

Ayer hice cinco entrevistas virtuales a colegios por Zoom. Todas las escuelas están leyendo Cometierra y también en una universidad. Tengo programadas muchas entrevistas a colegios. De hecho, en uno de ellos ya incluyeron el libro como parte de la materia de cuarto año, para los años venideros. Escucho mucho a los estudiantes, hacen 10 millones de preguntas sin ningún filtro, quieren saber absolutamente todo y es muy alentador. De alguna forma siento que son el público más genuino para esta novela, no solo porque los personajes son también chicos de la edad que pueden construir una sociedad mejor, libre de los mandatos que generan todas estas violencias.

¿Esperabas el éxito y los reflectores que ahora tienes?

No esperaba para nada el éxito, ni tantas traducciones ni tantos lectores. De alguna forma creí que la novela la leerían mis amigos y algún núcleo muy cercano; pero estoy muy contenta porque todos los días hay noticias muy favorables. Hay lecturas, notas en diarios, más traducciones, entonces es una maravilla y una sorpresa muy gratificante. Además, es algo que rompe un poco la soledad de la escritura, el ida y vuelta con los lectores. Me encanta y lo disfruto un montón.

Esta pregunta la dejé a propósito casi para el final. Sin duda te la han hecho en muchas ocasiones, ¿cómo le hiciste para escribir Cometierra, teniendo tanto trabajo en casa y con siete hijos?

Tener siete hijos y escribir, por un lado me saca tiempo y me obliga a generar tiempo de la forma que sea. Esto de robarles horas al sueño es la respuesta más habitual, pero también quedarme trabajando todos los fines de semana, todas las horas disponibles para la novela o para los escritos que estoy haciendo ahora. Pero por el otro también me da muchas herramientas a la hora de escribir. Verlos a ellos como se relacionan, como juegan, como se juntan con sus amigos, como conversan. Hay muchísimo de la presencia de ellos en mi vida, adentro de Cometierra, puesto ahí a funcionar en estos personajes.

Dolores, dedica su novela a dos chicas, jóvenes, víctimas de feminicidios, de las miles que hay en América Latina | Cortesía Dolores Reyes

SEGUNDA PARTE

Dolores Reyes no esperaba ni la fama ni las traducciones que se están haciendo de su novela en todo el mundo. Su ópera prima ha sido traducida en tiempo récord al inglés, alemán, francés, polaco, italiano y holandés, entre otras lenguas extranjeras.

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Dueña de un lirismo poderoso, Dolores dedica su novela a dos chicas, jóvenes, víctimas de feminicidios, de los miles de casos que hay en América Latina, cuyos crímenes fueron tratados con desdén por los órganos de justicia de su país.

El jueves 12 de noviembre presentará su libro de forma virtual en la librería elpendulo.com.mx, con retransmisión a otras librerías entre ellas la del Fondo de Cultura Económica.

Prácticamente, Cometierra le está haciendo el trabajo que le corresponde a la policía. ¿Es una acusación indirecta o directa al estado?

Yo creo que sí, que hay algo que está diciendo que los personajes llegan a cometer, no están yendo a la policía, sino que están yendo a una vidente, que es una chica muy joven, que a la vez está en un barrio alejado con mucha precariedad, sin trabajo fijo y que ni siquiera va a la escuela. Entonces, que muchos familiares buscadores de víctimas vayan con ella en lugar de ir a la policía, está denunciando de alguna forma a los organismos de seguridad que tiene que dar respuesta a todo eso, porque tienen la obligación y los medios materiales para hacerlo, pero no lo hacen.

Es entonces que tiene que haber una especie de vidente que con sus poquitos medios y su don tiene que estar respondiendo y solucionando esto que no le corresponde, que le corresponde al estado.

Su obra es reconocida | Cortesía Dolores Reyes

Los panteones aparecen a lo largo de la novela, ¿es una fascinación que tienes?

Tengo una fascinación absoluta por los cementerios, por las inscripciones, por los epitafios. Me parece que ahí hay un lenguaje concentrado y absolutamente intenso, porque una familia tiene que despedirse de otra por última vez, para siempre y tiene una temporalidad superacotada, como un epitafio, entonces ahí de alguna forma mete todo.

Me encanta ir a los cementerios, leer las lápidas, las flores que ponen, todos los objetos que muchas veces se ponen, todo el culto a nuestros muertos porque son nuestros seres queridos que ya no están. Me resulta muy, muy productivo esto a la hora de escribir. Entonces la novela también aborda qué es lo que pasa cuando este culto a los muertos ya no está.

¿Has soñado con Cometierra?

Soñé muchas veces con Cometierra, cuando la escribía sentía que me estaba acompañando. Es algo muy difícil de explicar, porque es una experiencia, una sensación y todavía. Sin llegar a existir, sin ser una forma de carne y hueso es una compañía.

¿Cómo hiciste para escribir de forma lírica tus textos, para abordar un tema de tal magnitud como los feminicidios?

En cuanto a lo que me preguntas, yo le leo mucha poesía, yo quería hacer un trabajo fuerte con la lengua. No solo que respondiese a esta edad y a este contexto social, la adolescencia vivida en un barrio periférico y sin privilegios; sino que también fuera una lengua poética, una lengua que creara muchas imágenes en el lector, muchas sensaciones, que pudiera dar cuenta del gusto, del olfato, del tacto, de todo esto en relación con la tierra y a los cuerpos. Hay muchas descripciones absolutamente poéticas en las que me obligué a trabajar con la lengua para llegar a este lugar.

Eres madre, te dedicas a la docencia y llevas el mando de un hogar, ¿a qué hora escribes?

Me levanto muy temprano cuando estoy sola. Ahora por ejemplo, que me estoy contestando esta entrevista, estoy con mis hijos acá, dando vueltas y haciendo acotaciones divertidas. Me levanto muy temprano para poder escribir un par de horas a solas, y después las otras actividades relacionadas con la escritura, como las entrevistas, las notas, otros tipos de trabajo de escritura. Pero la escritura de ficción trato de hacerla bien temprano, cuando tengo una suerte de energía muy particular, recién levantada, muy fresca y también muy cerca de lo lírico, y también escribo mucho en la madrugada.

¿Qué opinan los estudiantes sobre tu novela?

Ayer hice cinco entrevistas virtuales a colegios por Zoom. Todas las escuelas están leyendo Cometierra y también en una universidad. Tengo programadas muchas entrevistas a colegios. De hecho, en uno de ellos ya incluyeron el libro como parte de la materia de cuarto año, para los años venideros. Escucho mucho a los estudiantes, hacen 10 millones de preguntas sin ningún filtro, quieren saber absolutamente todo y es muy alentador. De alguna forma siento que son el público más genuino para esta novela, no solo porque los personajes son también chicos de la edad que pueden construir una sociedad mejor, libre de los mandatos que generan todas estas violencias.

¿Esperabas el éxito y los reflectores que ahora tienes?

No esperaba para nada el éxito, ni tantas traducciones ni tantos lectores. De alguna forma creí que la novela la leerían mis amigos y algún núcleo muy cercano; pero estoy muy contenta porque todos los días hay noticias muy favorables. Hay lecturas, notas en diarios, más traducciones, entonces es una maravilla y una sorpresa muy gratificante. Además, es algo que rompe un poco la soledad de la escritura, el ida y vuelta con los lectores. Me encanta y lo disfruto un montón.

Esta pregunta la dejé a propósito casi para el final. Sin duda te la han hecho en muchas ocasiones, ¿cómo le hiciste para escribir Cometierra, teniendo tanto trabajo en casa y con siete hijos?

Tener siete hijos y escribir, por un lado me saca tiempo y me obliga a generar tiempo de la forma que sea. Esto de robarles horas al sueño es la respuesta más habitual, pero también quedarme trabajando todos los fines de semana, todas las horas disponibles para la novela o para los escritos que estoy haciendo ahora. Pero por el otro también me da muchas herramientas a la hora de escribir. Verlos a ellos como se relacionan, como juegan, como se juntan con sus amigos, como conversan. Hay muchísimo de la presencia de ellos en mi vida, adentro de Cometierra, puesto ahí a funcionar en estos personajes.

Dolores, dedica su novela a dos chicas, jóvenes, víctimas de feminicidios, de las miles que hay en América Latina | Cortesía Dolores Reyes

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