/ domingo 17 de marzo de 2019

El día que Horacio Jácome y el Tampico eliminaron al América en el "Azteca"

El Tampico Futbol Club eliminó al cuadro americanista ante todos los pronósticos

Momentos antes había acontecido un hecho sin precedentes, Ítalo Estupiñán, jugador crema, había errado la pena máxima ante el portero del Tampico José “El Chango” Ledezma, y el árbitro Mario Rubio había decretado el triunfo para el Tampico, hasta que el juez de línea se acercó para comentarle que pese a que los cremas habían fallado dos penales, todavía quedaba la opción matemática de que el Tampico perdiera sus dos oportunidades siguientes y el América concretara el último, forzando a una nueva serie de penales. Crudamente los tampiqueños dejaron de festejar y los americanistas, que ya abandonaban la cancha, regresaron con más arrojos; el dramatismo se empezó a sentir de manera exacerbada.

Horacio Jácome, el cuarto en tirar el penal por los jaibos, se encaminó desde media cancha hacia el manchón penal, acompañado por la rechifla de más de cien mil aficionados que ese domingo apoyaban al América. Mientras recorría el terreno de juego varios pensamientos brotaron de su mente, recordó el inicio de esa temporada 1977-78 que se había tornado bastante brusca, porque apenas para la jornada 8 no contaban con ningún triunfo y solo dos empates, teniendo la directiva porteña que cesar al entrenador Horacio Troche (1935-2014) contratando en su lugar al mundialista en México 70, Gustavo “El Halcón” Peña, quien con su temple de haber sido capitán de la selección azteca y su roce internacional, ayudó al equipo a que retomara la confianza en su juego, situación que fructificó porque a partir de esa fecha el equipo empezó a ganar en casa, empatar y triunfar en algunas ocasiones de visitante.

El Tampico empezó a superar los escollos, no sólo en la cancha, también fuera de ella, pues como nuevo equipo de primera división (esa temporada el ingeniero Felipe Arregui Vázquez había comprado la franquicia del Santos de San Luis) existían problemas económicos que tuvieron que sobrellevar con entusiasmo, determinación y un fuerte compromiso de cumplir con la camiseta y la afición. “La gente de Tampico tiene tanto tiempo viendo futbol que conocía que nosotros podíamos tener una buena campaña. Hubo partidos que mucha gente pasó de “a gratis” porque ya no había boletos y la directiva no quería que nadie se quedara afuera. Así siguió acrecentándose el apoyo hasta que calificamos en nuestro grupo en el último partido de la temporada, en un juego crucial en casa contra el Guadalajara, mismo rival de grupo y que nos aventajaba en la tabla de posiciones por un punto”.

LLENO A REVENTAR

El primer juego de la liguilla fue en casa contra el América. El estadio se encontraba a reventar, desde los vestuarios se sentía que el Tamaulipas vibraba en sus entrañas con las porras de la gente. “Nosotros salimos como verdaderas jaibas bravas a comernos el rival, intentábamos trascender y que nuestra afición se sintiera orgullosa de nosotros, pero el América era un equipo duro de roer y eso lo pudimos constatar cuando antes de finalizar el primer tiempo ya íbamos perdiendo 0 a 2. En el vestuario Peña nos arengó para que siguiéramos apretando al rival; estábamos jugando bien, sólo que en el futbol también existen accidentes, y eso nos tenía abajo. En el segundo tiempo, con alma y corazón, empezamos a meter al América en su campo, hasta que clavamos el primer gol (minuto 55) obra de Ricardo Mendoza, que hizo que se encendieran las veladoras en toda la ciudad. Ya para el (minuto 66) Bertocchi puso el empate ante un estadio que se volvió un manicomio. Todavía tuvimos un par de oportunidades de concretar pero fallamos en el último toque”.

El Tampico llegó al estadio de Santa Úrsula un domingo de mayo para volverse a enfrentar al América. La prensa especializada daba como amplio favorito al equipo crema. Incluso, la estrella americanista, Carlos Reynoso, manifestó que no era posible que un equipo grande como el América se dejara empatar, pero que ese domingo en el Azteca seguramente eliminarían al Tampico. Lo que no sabía el chileno es que estaban ante una escuadra indomable, que les jugaría sin prejuicios, porque pensaban que el Tampico en el Azteca se achicaría y que la altura los afectaría. Sólo que la jaiba brava era brava en verdad y desde un principio pondrían en serios aprietos al América, tanto que en el segundo tiempo los jaibos se colocarían adelante en el marcador y después de mucho batallar los cremas terminarían forzando el empate, los tiempos extras y hasta los penales.

Un jugador todo entrega en la cancha. CORTESÍA

IMBORRABLE PENAL

Horacio Jácome acomodó la pelota en el punto de penal, la silbatina hacia su persona seguía con intensidad, el árbitro sonó su ocarina y Jácome empezó a correr para pegarle al esférico. “Yo ya había tenido varios partidos con otros equipos jugado en el Azteca y es una sensación emocionante, pero también hay que tener frialdad para saber qué se debe hacer llegando a ese estadio. Yo en lo particular me iba dirigiendo al manchón de penal con el balón, y ya sabía a dónde lo iba a tirar, pero tenía que ser fuerte, porque el portero era muy bueno. Así como lo pensé lo tiré y me salió; cuando el balón tocó la red corrí a la tribuna donde estaba la porra de Tampico, que había viajado con nosotros. Fue un momento de felicidad inenarrable que no se compara con nada”.

El Tampico Futbol Club eliminó al cuadro americanista ante todos los pronósticos, demostrando que un equipo que se encuentra conformado de personas con deseos indomables de ganar, puede lograr lo impensable, conquistarse a sí mismo y vencer todas las adversidades. De esta madera está hecho uno de esos hombres que lograron la hazaña, Horacio Jácome, nacido en la Ciudad de México en la delegación Contreras y que reconoce que donde más disfrutó de jugar en toda su etapa de profesional fue en el puerto, además de reconocer a la afición de Tampico como una de las que más apoya a su equipo. Pese a haberse retirado hace más de 30 años, cuando le preguntan sobre qué significó el balompié en su vida confiesa: “El futbol lo fue todo”.

Momentos antes había acontecido un hecho sin precedentes, Ítalo Estupiñán, jugador crema, había errado la pena máxima ante el portero del Tampico José “El Chango” Ledezma, y el árbitro Mario Rubio había decretado el triunfo para el Tampico, hasta que el juez de línea se acercó para comentarle que pese a que los cremas habían fallado dos penales, todavía quedaba la opción matemática de que el Tampico perdiera sus dos oportunidades siguientes y el América concretara el último, forzando a una nueva serie de penales. Crudamente los tampiqueños dejaron de festejar y los americanistas, que ya abandonaban la cancha, regresaron con más arrojos; el dramatismo se empezó a sentir de manera exacerbada.

Horacio Jácome, el cuarto en tirar el penal por los jaibos, se encaminó desde media cancha hacia el manchón penal, acompañado por la rechifla de más de cien mil aficionados que ese domingo apoyaban al América. Mientras recorría el terreno de juego varios pensamientos brotaron de su mente, recordó el inicio de esa temporada 1977-78 que se había tornado bastante brusca, porque apenas para la jornada 8 no contaban con ningún triunfo y solo dos empates, teniendo la directiva porteña que cesar al entrenador Horacio Troche (1935-2014) contratando en su lugar al mundialista en México 70, Gustavo “El Halcón” Peña, quien con su temple de haber sido capitán de la selección azteca y su roce internacional, ayudó al equipo a que retomara la confianza en su juego, situación que fructificó porque a partir de esa fecha el equipo empezó a ganar en casa, empatar y triunfar en algunas ocasiones de visitante.

El Tampico empezó a superar los escollos, no sólo en la cancha, también fuera de ella, pues como nuevo equipo de primera división (esa temporada el ingeniero Felipe Arregui Vázquez había comprado la franquicia del Santos de San Luis) existían problemas económicos que tuvieron que sobrellevar con entusiasmo, determinación y un fuerte compromiso de cumplir con la camiseta y la afición. “La gente de Tampico tiene tanto tiempo viendo futbol que conocía que nosotros podíamos tener una buena campaña. Hubo partidos que mucha gente pasó de “a gratis” porque ya no había boletos y la directiva no quería que nadie se quedara afuera. Así siguió acrecentándose el apoyo hasta que calificamos en nuestro grupo en el último partido de la temporada, en un juego crucial en casa contra el Guadalajara, mismo rival de grupo y que nos aventajaba en la tabla de posiciones por un punto”.

LLENO A REVENTAR

El primer juego de la liguilla fue en casa contra el América. El estadio se encontraba a reventar, desde los vestuarios se sentía que el Tamaulipas vibraba en sus entrañas con las porras de la gente. “Nosotros salimos como verdaderas jaibas bravas a comernos el rival, intentábamos trascender y que nuestra afición se sintiera orgullosa de nosotros, pero el América era un equipo duro de roer y eso lo pudimos constatar cuando antes de finalizar el primer tiempo ya íbamos perdiendo 0 a 2. En el vestuario Peña nos arengó para que siguiéramos apretando al rival; estábamos jugando bien, sólo que en el futbol también existen accidentes, y eso nos tenía abajo. En el segundo tiempo, con alma y corazón, empezamos a meter al América en su campo, hasta que clavamos el primer gol (minuto 55) obra de Ricardo Mendoza, que hizo que se encendieran las veladoras en toda la ciudad. Ya para el (minuto 66) Bertocchi puso el empate ante un estadio que se volvió un manicomio. Todavía tuvimos un par de oportunidades de concretar pero fallamos en el último toque”.

El Tampico llegó al estadio de Santa Úrsula un domingo de mayo para volverse a enfrentar al América. La prensa especializada daba como amplio favorito al equipo crema. Incluso, la estrella americanista, Carlos Reynoso, manifestó que no era posible que un equipo grande como el América se dejara empatar, pero que ese domingo en el Azteca seguramente eliminarían al Tampico. Lo que no sabía el chileno es que estaban ante una escuadra indomable, que les jugaría sin prejuicios, porque pensaban que el Tampico en el Azteca se achicaría y que la altura los afectaría. Sólo que la jaiba brava era brava en verdad y desde un principio pondrían en serios aprietos al América, tanto que en el segundo tiempo los jaibos se colocarían adelante en el marcador y después de mucho batallar los cremas terminarían forzando el empate, los tiempos extras y hasta los penales.

Un jugador todo entrega en la cancha. CORTESÍA

IMBORRABLE PENAL

Horacio Jácome acomodó la pelota en el punto de penal, la silbatina hacia su persona seguía con intensidad, el árbitro sonó su ocarina y Jácome empezó a correr para pegarle al esférico. “Yo ya había tenido varios partidos con otros equipos jugado en el Azteca y es una sensación emocionante, pero también hay que tener frialdad para saber qué se debe hacer llegando a ese estadio. Yo en lo particular me iba dirigiendo al manchón de penal con el balón, y ya sabía a dónde lo iba a tirar, pero tenía que ser fuerte, porque el portero era muy bueno. Así como lo pensé lo tiré y me salió; cuando el balón tocó la red corrí a la tribuna donde estaba la porra de Tampico, que había viajado con nosotros. Fue un momento de felicidad inenarrable que no se compara con nada”.

El Tampico Futbol Club eliminó al cuadro americanista ante todos los pronósticos, demostrando que un equipo que se encuentra conformado de personas con deseos indomables de ganar, puede lograr lo impensable, conquistarse a sí mismo y vencer todas las adversidades. De esta madera está hecho uno de esos hombres que lograron la hazaña, Horacio Jácome, nacido en la Ciudad de México en la delegación Contreras y que reconoce que donde más disfrutó de jugar en toda su etapa de profesional fue en el puerto, además de reconocer a la afición de Tampico como una de las que más apoya a su equipo. Pese a haberse retirado hace más de 30 años, cuando le preguntan sobre qué significó el balompié en su vida confiesa: “El futbol lo fue todo”.

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