Su nombre era Jacinto Convit, fue médico especializado en enfermedades transmisibles e inmunoterapia. Es conocido por su labor para mejorar la calidad de vida de los pacientes con lepra durante la década de los 80 en su país natal, Venezuela. Además, en sus últimos años, estuvo enfocado en descubrir la cura contra el cáncer. Esta es la historia de su trabajo.
¿Quién fue Jacinto Convit?
Diversas fuentes, desde la Organización Mundial de la Salud, El País y la Fundación Bengoa han hablado en los mejores términos sobre el trabajo médico de Jacinto Convit.
Convit nació en Venezuela el 11 de septiembre de 1913. En 1932, a la edad de 19 años, inició sus estudios en medicina en la Universidad Central de Venezuela.
En 1937, un año antes de su graduación, Convit visita como parte de su entrenamiento el hospital Cabo Blanco, especializado en el cuidado de pacientes con lepra, donde descubre los duros tratos a los cuales los internos son sometidos: eran encadenados y vigilados como penitenciarios.
Después de recibirse de la universidad, Convit acepta un trabajo como médico residente en Cabo Blanco, puesto que ocupa de 1940 a 1943. Su objetivo era mejorar la calidad de vida de los pacientes, recaudar fármacos para el hospital y disminuir el estigma social sobre la enfermedad de la lepra.
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La reputación forjada por Convit durante esos años y su continuo trabajo para mejorar las condiciones sanitarias de los leprosarios, le otorgó más adelante el puesto de “médico jefe de la División de Lepra”, en Venezuela. Sin embargo, eso no era suficiente, él quería más.
¿La lepra tiene cura?
En 1987, Jacinto Convit García, quien había pasado la mayor parte de su vida profesional, conviviendo con pacientes a quienes los demás médicos rehuían, comunica una noticia sin precedentes para el entorno de salud de su país y de buena parte del mundo: ha desarrollado una vacuna contra la lepra.
Convit desarrolló una fórmula para combatir la enfermedad Anti-Lepra (VAL) a partir de combinar la vacuna de la tuberculosis (BCG) con el bacilo de Hansen.
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Aunque en su momento, tal avance científico fue celebrado e incluso se habló de una candidatura de Convit al Premio Nobel de Medicina en 1988. Ensayos posteriores demostraron que la vacuna no era tan eficaz como se pensaba, de hecho, tenía la misma probabilidad de éxito que solo usar BCG para contrarrestar la enfermedad de Hansen.
Después de la lepra, el cáncer
Si bien Jacinto Convit García no desarrolló oficialmente vacuna contra la lepra. Su investigación sobre el tema, lo llevó a descubrir, ahora sí, la vacuna contra la leishmaniasis, una infección cutánea provocada por el mosquito flebótomo.
En 1987, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, en España. En el 2002, fue reconocido como Héroe de la Salud Pública en Washington, Estados Unidos. Falleció en el 2014, a la edad de 100 años, después de dedicar las últimas décadas de su vida a la búsqueda de una cura contra el cáncer.
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Retomamos las palabras de Convit reproducidas por el diario El País para cerrar la nota: “Los sentimientos de amor hacia el ser humano estimulan la vocación de servicio, que no es otra cosa que un profundo amor a la vida. La profesión médica no es para dedicarse a producir dinero. El que abraza esta profesión tiene que tener un convencimiento profundo de que es un servidor público en todo sentido”.
El trabajo del doctor Jacinto Convit consiguió, en gran medida, contribuir a la erradicación de la lepra a nivel mundial. Además de mitigar los efectos sociales adversos de exclusión, rechazo y discriminación hacia los pacientes.
