/ martes 2 de noviembre de 2021

Altares de la huasteca: así son las ofrendas que evocan el reencuentro con nuestros antepasados

“Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos, para dialogar con su recuerdo, con su vida”, así lo expresó el cronista de Pueblo Viejo

Ha comenzado la celebración del Día de Muertos o, como otros prefieren llamarle, de los Fieles Difuntos, de acuerdo con la tradición son los días 1 y 2 de noviembre donde se instalan en los hogares los altares en los que se colocan las ofrendas, el copal y una serie de elementos que evocan lo espiritual, la devoción y el compartir con los que ya se fueron, en este ritual de regreso al mundo de los vivos.

El cronista de Pueblo Viejo, Martín Pérez San Martín comentó que ofrendar en el Día de Muertos es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y, si son adultos, el vino.

“Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos, para dialogar con su recuerdo, con su vida. La ofrenda es el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria”, dijo.

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Según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), la ofrenda es un ritual sagrado que representa una devoción a los muertos, con quienes, en los días antes mencionados, se pretende compartir alimento y bebidas para dialogar con su recuerdo, con su vida.

¿QUÉ ELEMENTOS LLEVA EL ALTAR TRADICIONAL DE LA HUASTECA?

Hablar de un altar de la huasteca es hacer referencia a un arco que se confecciona con varas de palo de rosa, forrado de flor de cempasúchil que permite la entrada y la salida de los fieles difuntos cuando acuden a visitar.

Las ofrendas evocan el compartir con los que ya se fueron Cortesía: Cuartoscuro

El altar contempla siete niveles o siete escalas que van en orden de arriba hacia abajo, aunque la mayoría los hace de uno, dos, o si acaso tres niveles, por lo cual no pasa nada.

Flores de mano de león, figuras de barro de burrito y caballo, o un tallo de plátano para colocar las velas que será una por cada muerto que se recuerda.

Otros elementos imprescindibles para recibir a las ánimas es la cruz de ceniza que ayuda al alma de los difuntos a expiar sus culpas pendientes; el agua se ofrece para mitigar su sed; la sal sirve para que el cuerpo no se corrompa.

Las velas encendidas significan la luz, la fe, la esperanza y una guía; el copal se usa para limpiar al lugar de los malos espíritus; las flores son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas; y el camino de pétalos de flor de cempasúchil sirven para guiar al difunto.

Alimentos que gustaban al ser recordado Cortesía: Cuartoscuro

El petate se coloca para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.

De igual manera es imprescindible una corona al centro del fondo de altar; las fotografías de los difuntos que se recuerdan, pero este debe quedar escondido, de manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver pero ya no existe.

Sin faltar el papel de china y el papel picado; además de colgar, mandarinas, jícamas, naranjas, limas, cañas, limones, piñas y piloncillo.

LAS OFRENDAS: MOLE, BARBACOA Y HASTA GUISO DE CAMARONES CON NOPAL

Martín Pérez San Martín reveló que en las ofrendas se colocan prácticamente todos los alimentos que en vida prefería él o los muertos que se recuerdan, puede ser un buen adobo de cerdo, un aromático mole, tamales en sus distintas variedades, barbacoa, el guiso de camarones con nopales, sin faltar el pan de muerto, el café, el chocolate, además del agua, el refresco, la cerveza o el vino.

Los dulces tradicionales propios de cada región y las frutas de temporada y de la preferencia del difunto. La ofrenda, en sí, es una escenografía donde participan los muertos que llegan a beber, comer, descansar y convivir con sus deudos.

Las ofrendas de los muertos niños son elaboradas el día 31 de octubre porque sus ánimas llegan el día uno de noviembre para nutrirse de la esencia y el olor de los alimentos que sus padres les prepararon, se colocan dulces de azúcar, así como juguetes de barro o de plástico para que jueguen como lo hacían en vida.

Ha comenzado la celebración del Día de Muertos o, como otros prefieren llamarle, de los Fieles Difuntos, de acuerdo con la tradición son los días 1 y 2 de noviembre donde se instalan en los hogares los altares en los que se colocan las ofrendas, el copal y una serie de elementos que evocan lo espiritual, la devoción y el compartir con los que ya se fueron, en este ritual de regreso al mundo de los vivos.

El cronista de Pueblo Viejo, Martín Pérez San Martín comentó que ofrendar en el Día de Muertos es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y, si son adultos, el vino.

“Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos, para dialogar con su recuerdo, con su vida. La ofrenda es el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria”, dijo.

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Según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), la ofrenda es un ritual sagrado que representa una devoción a los muertos, con quienes, en los días antes mencionados, se pretende compartir alimento y bebidas para dialogar con su recuerdo, con su vida.

¿QUÉ ELEMENTOS LLEVA EL ALTAR TRADICIONAL DE LA HUASTECA?

Hablar de un altar de la huasteca es hacer referencia a un arco que se confecciona con varas de palo de rosa, forrado de flor de cempasúchil que permite la entrada y la salida de los fieles difuntos cuando acuden a visitar.

Las ofrendas evocan el compartir con los que ya se fueron Cortesía: Cuartoscuro

El altar contempla siete niveles o siete escalas que van en orden de arriba hacia abajo, aunque la mayoría los hace de uno, dos, o si acaso tres niveles, por lo cual no pasa nada.

Flores de mano de león, figuras de barro de burrito y caballo, o un tallo de plátano para colocar las velas que será una por cada muerto que se recuerda.

Otros elementos imprescindibles para recibir a las ánimas es la cruz de ceniza que ayuda al alma de los difuntos a expiar sus culpas pendientes; el agua se ofrece para mitigar su sed; la sal sirve para que el cuerpo no se corrompa.

Las velas encendidas significan la luz, la fe, la esperanza y una guía; el copal se usa para limpiar al lugar de los malos espíritus; las flores son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas; y el camino de pétalos de flor de cempasúchil sirven para guiar al difunto.

Alimentos que gustaban al ser recordado Cortesía: Cuartoscuro

El petate se coloca para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.

De igual manera es imprescindible una corona al centro del fondo de altar; las fotografías de los difuntos que se recuerdan, pero este debe quedar escondido, de manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver pero ya no existe.

Sin faltar el papel de china y el papel picado; además de colgar, mandarinas, jícamas, naranjas, limas, cañas, limones, piñas y piloncillo.

LAS OFRENDAS: MOLE, BARBACOA Y HASTA GUISO DE CAMARONES CON NOPAL

Martín Pérez San Martín reveló que en las ofrendas se colocan prácticamente todos los alimentos que en vida prefería él o los muertos que se recuerdan, puede ser un buen adobo de cerdo, un aromático mole, tamales en sus distintas variedades, barbacoa, el guiso de camarones con nopales, sin faltar el pan de muerto, el café, el chocolate, además del agua, el refresco, la cerveza o el vino.

Los dulces tradicionales propios de cada región y las frutas de temporada y de la preferencia del difunto. La ofrenda, en sí, es una escenografía donde participan los muertos que llegan a beber, comer, descansar y convivir con sus deudos.

Las ofrendas de los muertos niños son elaboradas el día 31 de octubre porque sus ánimas llegan el día uno de noviembre para nutrirse de la esencia y el olor de los alimentos que sus padres les prepararon, se colocan dulces de azúcar, así como juguetes de barro o de plástico para que jueguen como lo hacían en vida.

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