Correspondió al obispo Serafín María Armora y González en 1931 participar en la consagración de este templo, que fue erigido como sede Diócesis de Tamaulipas por su Santidad Pío IX en el año de 1870 y después del sur de la entidad, quedando su advocación a la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Este 12 de noviembre cumple 87 años de haber sido consagrada la catedral de Tampico, para lo cual se tiene preparada una misa a las 19:00 horas, además se realizará la entronización de la imagen de la Virgen de Guadalupe, oleo que fuera atacado por una fanática religiosa en octubre de 2017.
Se tiene prevista la participación de los 64 párrocos que abarca la Diócesis y la del arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, quien quedó como administrador apostólico de la Diócesis de Tampico después de la muerte del obispo José Luis Dibildox.
En la Edad Media había varios ritos para la consagración de un templo, configurando una celebración larga y complicada pues incluía exorcismos, aspersiones dentro y fuera del edificio, apertura solemne de sus puertas, escritura del alfabeto griego sobre el pavimento a modo de toma de posesión, especialmente trazado de las letras alfa y omega con el báculo del obispo, pues tomaba posesión del edificio en nombre de Cristo.
El rito se abrevió bastante tras el Concilio Vaticano II en los años de 1960 y consta de cuatro partes: aspersión con agua bendita, proclamación de la palabra de Dios, unción del altar y muros y una misa. Todo ello debe realizarse en domingo. La celebración cada año del aniversario de la dedicación de la catedral es para toda la Diócesis y se ve “como la fiesta conmemorativa del bautismo, no de un individuo sino de la comunidad cristiana”.
Y todo esto se hace porque la catedral es un edificio especial, la iglesia madre de una Diócesis, sede del obispo, donde tiene su cátedra que es signo de su magisterio y de su potestad como pastor de una iglesia particular.