El personaje de Cenicienta puede ser considerado un arquetipo. Con múltiples adaptaciones, la vida de la joven desprovista de amor familiar, quien encuentra un final feliz al convertirse en una princesa, es un referente en la cultura popular. Conoce junto a nosotros las historias de ocho diferentes Cenicientas a través del tiempo, desde el siglo XVII hasta la actualidad.
Nuestro viaje por las letras y el cine comienza en 1634 de la mano de Giambattista Basile, en Italia; y finaliza en el 2023, bajo la dirección de Yuichi Fukuda, en Japón. Todas las protagonistas comparten una característica distintiva, son mujeres maltratadas que encuentran un escape a la realidad. El mismo nombre, Cenicienta, es una especie de burla, pues significa “cubierta de ceniza”.
La Cenicienta de Giambattista Basile (1634)
En el siglo XVII, en el libro “Pentamerón” aparecía la trama de “La gatta cenerentola”, donde la princesa Zezolla, motivada por una nodriza, asesina a su madrastra debido a los malos tratos que la mujer le profería.
Después del incidente, la nodriza convence a Zezolla de ayudarla a casarse con su padre. La joven acepta, sin saber que la nodriza era madre de seis hijas, quienes ocupan el palacio una vez que la mujer es coronada reina.
La Cenicienta de Charles Perrault (1967)
Casi tres décadas después, aparece la versión de Perrault. En ella, el padre de Cenicienta se casa con una madrastra malvada, quien tiene dos hijas y las tres mujeres tratan a la joven como parte de la servidumbre. El padre, quien se indica está dominado por su más reciente esposa, hace caso omiso de la situación.
El primer día del baile en palacio, Cenicienta llora por no poder asistir. En eso, su madrina, quien es un hada, le concede un vestido, unas zapatillas de cristal, un carruaje y pajes para poder ir. Al final, después de casarse con el príncipe, la joven mandó traer a sus hermanastras al castillo y les aseguró matrimonios convenientes con miembros de la corte.
La Cenicienta de los hermanos Grimm (1812)
En el relato de Jacob Grimm y Wilhelm Grimm, el padre de Cenicienta está vivo y al igual que con Perrault, el hombre está consciente del trato que la madrastra da a su primogénita.
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Cenicienta deseosa de ir al baile, acude a la tumba de su madre para pedirle un vestido de plata y zapatos de oro. Ropaje con el cual asiste a los bailes de palacio donde el príncipe no se despega de ella.
Como sucede en los textos de Basile y Perrault, la protagonista pierde el calzado mientras huye del palacio; provocando que el príncipe prometa casarse con la propietaria de la zapatilla. Las hermanastras, desesperadas por ser reinas, bajo los consejos de su madre, se cercenan, respectivamente, los dedos del pie y el talón.
Al final, Cenicienta contrae nupcias con el príncipe y dos pájaros devoran los ojos de las hermanastras el día de la boda.
Cenicienta (Clyde Geronimi, Wilfred Jackson, Hamilton Luske, 1950)
Bajo la producción de Disney, esta interpretación del cuento se basa casi por completo en la versión de Perrault, con la diferencia de que Cenicienta pierde a ambos padres, el baile solo dura una noche y la futura reina no concede favores a sus parientes políticos.
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Por siempre Cenicienta, una historia para recordar (Andy Tennant, 1998)
En esta adaptación, Cenicienta, quien vive en Francia en el siglo XVI, fue despojada de sus bienes por su madrastra, la baronesa Rodmilla de Gante. La protagonista se disfraza como una dama de palacio para salvar a uno de sus trabajadores, Maurice, de ser enviado como esclavo a América.
Versada en literatura y esgrima, por una confusión Danielle de Barbarac finge ser ante el príncipe Henry, la condesa Nicole de Lancret. El baile, que debería ser una ocasión especial, se transforma en una afrenta contra la joven.
Cenicienta ( Mark Rosman, 2004)
Sam Montgomery, una estudiante de preparatoria, quien vive junto a su madrastra y hermanastras, platica a diario con Austin Ames, un popular jugador de fútbol americano. Sin embargo, ninguno de los dos se conocen en persona, solo conversan a través de mensajes de texto y salas de chat.
Sam se enfrenta a un escenario adverso, sin el amor de una familia y sin dinero, pretende ingresar a la Universidad de Princeton. Pronto descubre que su madrastra no solo no la apoya, sino que está intentando perjudicarla a toda costa.
La Cenicienta (Kenneth Branagh, 2015)
En esta adaptación de la historia, Ella conoce al príncipe cuando él intenta cazar un ciervo; acto que la protagonista reprueba. El día del baile se presenta con un pomposo vestido azul y baila toda la noche junto al futuro rey.
Érase una vez un asesinato (Yuichi Fukuda, 2023)
En esta versión Caperucita Roja conoce a Cenicienta en el bosque encantado. Cenicienta se considera inferior al resto, pues al vivir en una sociedad que trata a las personas acorde a su belleza física, ella está en franca desventaja, debido a la ceniza que cubre su piel y los harapos con los cuales viste.
La trama da un giro casi al final, cuando la historia que parecía ser una adaptación libre de Perrault, termina por coincidir más con el relato de Basile.
¿Por qué nos gusta tanto Cenicienta?
José María Merino, narrador español, explica en la conferencia “La ficción inventó al ser humano” que los arquetipos dentro de la literatura sirven para dar cuenta de la personalidad de los individuos: lo que estos son capaces de hacer, sentir y pensar.
Rastros del cuento de la Cenicienta se remontan mucho más allá del siglo XVII. Verbigracia, en “Las mil y una noches” aparece “La historia del mandadero y de las tres doncellas”, donde una mujer vive mucho tiempo a expensas de la crueldad de sus hermanas, quienes reciben un castigo por su conducta.
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La narración del arquetipo de Cenicienta quizás también se vislumbre en relatos como “El patito feo” de los hermanos Grimm o en la novela “Yo soy Betty, la fea” de Fernando Gaitán. La idea que prevalece es casi la misma: una persona continuamente subestimada logra cambiar el marcador de la existencia a su favor.
Quizás el motivo por el cual la historia de Cenicienta gusta tanto y permanece en la memoria popular a través del tiempo, es por el deseo colectivo de justicia, es decir, la esperanza de corroborar que, aunque sea en la ficción, la amabilidad puede ser más poderosa que la violencia. Al final, la moraleja apunta “Ten coraje, pero sé amable”.
