Llueva o truene, haga frío o calor, don Pedro Leal Muñoz, de ochenta años de edad, lleva a cuestas su carro con paletas, nieves y gelatinas, recorriendo cada día cinco kilómetros, de una parte de la ciudad y llevar comida a casa.
Trabaja casi todos los días del año en una labor que desempeña desde hace cuatro décadas para llevar sustento a su morada donde vive con su mujer María Margarita Trejo, de 70 años y su único hijo.
Nacido en Xilitla, S.L.P., expresa que allá vivía sembrando maíz y frijol, pero un día decidió abandonar su tierra natal, probar suerte en otras tierras y en busca de aventura llegó a este puerto, donde ha desempeñado distintos oficios para dedicarse desde hace cuarenta años a la venta de helados y gelatinas.
De andar lento, lleva consigo su longevidad y a unos días de cumplir 80 años asegura que no padece enfermedad alguna, tampoco utiliza anteojos, a pesar de que hace algún tiempo perdió un ojo a causa de una golpiza propinada en un asalto por viciosos.
No tiene casa propia, vive en la calle 2 de Enero 112 en el segundo cuadro de la ciudad, gracias a la bondad de su patrón que le presta el lugar que comparte con su pequeña familia.
Su jornada comienza a las 11 de la mañana y recorre llevando su carro con paletas desde el Paso del Humo, la zona de los mercados municipales, la colonia Cascajal y regresa a los mercados temporales ofreciendo en días de calor nieves y paletas, y en periodos de frío gelatinas de leche y agua.
Se queja que la situación económica es difícil, pero aun en estos tiempos de frío no deja de trabajar y la gente le sigue comprando sus productos.
El calor le da ingresos mayores y asegura que puede vender cien paletas y ganar hasta 150 pesos. Pero en este periodo de bajas temperaturas apenas gana 60 pesos y en ocasiones hasta 30.