Muchas fueron las leyendas que tras su capitulación rondaron a Isidro Barradas, el brigadier español derrotado en Tampico por las fuerzas mexicanas en 1829. Desde que se había cambiado de nombre para vivir en México, hasta que había cometido suicidio en Nueva Orleans, son algunas historias que rondaron su figura.
Pero Jesús Luis de Gordejuela, en su libro “El último conquistador”, nos dice que ni una, ni otra ocurrieron: “Barradas tenía predestinado un futuro aciago lleno de sufrimiento y soledad hasta su muerte”.
El destacado militar de Venezuela
De acuerdo al historiador Leopoldo de la Rosa, Isidro Plácido del Rosario Barradas y Valdés nació en el Puerto de la Cruz, en la isla de Tenerife, España, el 6 de octubre de 1782. Su padre, Matías Barradas, se dedicaba al comercio marítimo, y esto lo llevó a mudarse con su familia hacia Venezuela.
En la ciudad de Carúpano la familia Barradas se volvería próspera en el negocio de transporte de cacao y café por mar, afirma Gordejuela Urquijo. Sin embargo, al estallar la revolución de independencia, Matías Barradas fue asesinado por las fuerzas insurgentes de José Francisco Bermúdez y los bienes de la familia fueron confiscados.
En 1803, y con veinte años cumplidos, Isidro Barradas ingresa a la milicia de Venezuela, y al año siguiente entra en combate, participa con éxito en las acciones de contención contra el desembarco de fuerzas inglesas que viajaban en el bergantín Victoria.
“La carrera militar de Barradas fue espectacular; teniente en 1814, es ascendido a capitán tan sólo seis meses después, mandando ya una compañía en los hechos de armas de los Cerros de Barquisimeto en julio de ese mismo año”, escribió Gordejuela Urquijo.
El 25 de julio de 1819, ocurren una serie de enfrentamientos que le traerán a Barradas renombre militar: combate a las fuerzas de Simón Bolívar que se habían agrupado en la altura del camino de Toca, en una hondonada conocida como Pantano de Vargas, territorio actual de Colombia, donde con 80 granaderos logró desalojar a 500 hombres.
Los hechos posteriores a la Batalla de Tampico
Su carrera militar siguió en ascenso, según información de la Real Academia de Historia en agosto de 1828, ya como brigadier, y al frente del Regimiento de la Corona, se dirigió a Cuba, donde se le encomendó la misión de recuperar los territorios mexicanos que alguna vez pertenecieron a España.
El 5 julio de 1829 desde La Habana zarpó hacia México. Los resultados de la desafortunada encomienda son conocidos: tras diez horas de combate en Tampico, Barradas capitula, entrega las armas, y se compromete a no volver a intentar ataque alguno contra México.
Barradas decide enfilarse a España a explicarle al rey Fernando VII lo sucedido en Tampico y realiza su viaje por Nueva York, y posteriormente se embarca hacia Le Havre, en Francia, para pasar unos días en París y después llegar a Madrid.
Sin embargo, el gobierno de España había girado una Real Orden en la que dispone que Barradas fuera juzgado en La Habana, por lo que si intentaba cruzar la frontera fuera detenido de manera inmediata para ser juzgado en Cuba. Barradas se entera de esto y decide quedarse en París, confiando en que el rey lo mandará llamar.
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¿Rendido a traición?
Afirma Gordejuela Urquijo que el diario parisino La Quotidienne acusó al brigadier “de haberse rendido a traición en Tampico a cambio de una importante cantidad de dinero que había cobrado en Nueva Orleans”.
Barradas contesta al perioódico en una carta: “[...] vencí a mis enemigos cuantas veces se presentaron; que les tomé toda su artillería, a pesar de ser su número diez veces mayor que el nuestro y que sólo reducido a la última extremidad fue cuando me avine a capitular, después de haber luchado largo tiempo contra los tres más terribles azotes, a saber: el hambre, las enfermedades y el furor de los elementos”.
Barradas se instala en París, con serios apuros económicos. Aunque el rey Fernando VII concede entregarle un sueldo, el monarca cae enfermo antes de cumplir su orden. Barradas intenta por medio de diplomáticos españoles llegar a España pero no logra ser absuelto de su acusación.
El 14 de agosto de 1835 Isidro Barradas muere en su casa en Marsella, en compañía tan solo de su hijo, de quien no se cuentan con datos mayores.
Leopoldo de la Rosa rescata ciertos versos populares que surgieron en España y que retrataban la desventura del brigadier: “Canto las glorias del varón famoso/ que del bando apostólico impulsado,/ segundo Hernán Cortés, más valeroso/ pero no, lo demás no es para cantado".
