/ miércoles 2 de octubre de 2019

“Mi mejor oncólogo es Dios”

Pensando en voz alta con… Rosa Edith Morales Guerrero

Ella es un ejemplo de la mujer actual, empoderada, que no se deja vencer por las situaciones que la vida le presenta y que al contrario la fortalecen y le permiten tener una visión de la vida desde otra perspectiva.

“Disfrutar de las cosas lindas que la vida me ofrece gratuitamente, como una puesta del sol, las estrellas, la misma lluvia y la pesca, son acontecimientos que me ponen muy feliz y que me hacen decir ¡gracias Dios!”, comentó.

La entrevista con Rosita “Pescadora” es en uno de sus sitios preferidos: la Laguna del Chairel, donde ha vivido momentos inolvidables con una de sus pasiones: la pesca, la cual descubrió hace aproximadamente nueve años y de la cual dice: “Me permite tener un contacto más directo con la naturaleza”.

Es una mujer que contagia con su sonrisa y su alegría, porque pareciera que la vida le ha sonreído en todos los sentidos, sin embargo no es así, ha vivido situaciones familiares muy fuertes, las cuales prefiere reservarse y tener muy guardadas.

Su vida cambió cuando fue a realizarse su chequeo médico habitual y al concluir el estudio en ambos senos, la especialista le toca las manos y le dice: “Tiene una bolita en su seno derecho y lo veo complicado”.

En esos momentos, recuerda, “sentí que un temblor, un miedo recorría todo mi cuerpo y me fui corriendo a la playa a pescar, lloré, grité enojada y me preguntaba ‘¿por qué a mí?’, sequé mis lágrimas y regresé a mi casa, claro que no estaba sola, Dios estaba conmigo”.

A partir de este momento ella se tomó de la mano de Dios y con la fe puesta en Él recorrió consultorios médicos, tratamientos, más estudios y opiniones y todos coincidían, había que operar, y llegó el momento más esperado y el más difícil: la cirugía.

“Entré sonriendo y así salí plenamente confiada en que Dios me daba otra oportunidad de vivir y que tenía que aprovecharla, vi a mi familia esperándome y esto me dio más fuerza, el sentir el amor de la familia en estos casos es primordial”, recuerda nuestra entrevistada que labora en la Terminal Marítima Madero.

A su mente vienen tantos recuerdos que aún le duelen, como el primer baño después de su operación y el cual fue en su casa. “Con ayuda de mi hija quitamos el vendaje y vi la magnitud de la herida, abrazada a ella lloré hasta cansarme, porque perdí mi seno derecho, mi pelo, pero nunca las ganas de vivir”, dice.

Pasaron los días y para Rosita esto significó que tenía una nueva oportunidad de vida y que había que aprovecharla, porque Dios en su enorme grandeza la había hecho una mujer más sensible, más humana ante cualquier situación.

Su vida continuó y así fue invitada en varias ocasiones a presentar sus testimonios en diversas foros sobre “El cáncer de mama” y sobre la manera en que enfrentó su enfermedad y donde recalca siempre: “Yo no tuve cáncer, en el momento de mi cirugía éste se fue a la basura y no hizo su efecto en mi cuerpo, yo no conozco una quimioterapia, yo solo recibí un tratamiento en pastillas, que me dio magníficos resultados, porque aquí sigo viva, sonriendo a la vida y disfrutando de cada momento por más simple que éste sea”.

Sus conferencias son muy motivadoras, porque invitan a las mujeres a que se valoren, se exploren, se amen y cuiden su hermoso cuerpo y también les habla a aquellas mujeres que tienen cáncer a que no se derrumben, porque esta enfermedad se alimenta de las lágrimas y el miedo.

En sus mensajes las invita a que nunca pierdan las ganas de vivir, a que luchen, a que sean unas guerreras y que nunca se rindan y les puso como ejemplo que en una ocasión le hicieron una biopsia en una mano y aún así acudió a apoyar a un grupo de compañeros en una competencia, porque “hay que echarle ganas y de uno depende salir avante lo más pronto posible”.

A pesar de sus situaciones familiares ella ama la vida, a sus seres queridos, a sus amigos y se caracteriza también por ser una mujer muy altruista, que siempre está dispuesta a apoyar causas nobles, porque sabe que Dios bendice a quien da alegremente.

Además de la pesca, ella practicó el atletismo, en 1998 en los Juegos Nacionales Interpetroleros donde logró ganar varias medallas de oro, plata y bronce y del que se ha retirado debido a su operación.

El mar es su mejor amigo, ahí con la mirada en el horizonte Rosita se siente tranquila, relajada y donde extiende sus brazos para decir: “¡Gracias Dios, por esta oportunidad de vida!”

En sus momentos de tristeza o depresión se refugia en su “Casita de pesca”, donde con sus instrumentos deportivos como mudos testigos, imagina cómo será su siguiente torneo de pesca donde espera salir ganadora, porque en su mente no existe otra meta que siempre ganar y así espera ganarle a la enfermedad que la acosa como un monstruo silencioso y al acecho.

En este puerto de Tampico, Rosa Edith Morales Guerrero es una mujer que es conocida en el ámbito deportivo como “Rosita Pescadora”, por su pasión a la pesca y quien grita a los cuatro vientos lo que es su mejor victoria: “Yo me detecté el cáncer a tiempo y por eso me casé con Dios, mi mejor oncólogo”.

SUS FRASES:

  • “Me acerqué al mar, mi mejor medicina”
  • “Me casé con Dios, mi mejor oncólogo”
  • “Mi mayor triunfo, mi vida”
  • Entré sonriendo y así salí plenamente confiada en que Dios me daba otra oportunidad de vivir y que tenía que aprovecharla

DATO

  • El cáncer de seno (o cáncer de mama) se origina cuando las células en el seno comienzan a crecer en forma descontrolada; es la segunda causa más frecuente de muerte en las mujeres
  • 42 mil 260 muertes se estima que ocurrirán este año por esta terrible enfermedad
  • 19 de octubre se celebra El Día Mundial Contra el Cáncer de Mama

Ella es un ejemplo de la mujer actual, empoderada, que no se deja vencer por las situaciones que la vida le presenta y que al contrario la fortalecen y le permiten tener una visión de la vida desde otra perspectiva.

“Disfrutar de las cosas lindas que la vida me ofrece gratuitamente, como una puesta del sol, las estrellas, la misma lluvia y la pesca, son acontecimientos que me ponen muy feliz y que me hacen decir ¡gracias Dios!”, comentó.

La entrevista con Rosita “Pescadora” es en uno de sus sitios preferidos: la Laguna del Chairel, donde ha vivido momentos inolvidables con una de sus pasiones: la pesca, la cual descubrió hace aproximadamente nueve años y de la cual dice: “Me permite tener un contacto más directo con la naturaleza”.

Es una mujer que contagia con su sonrisa y su alegría, porque pareciera que la vida le ha sonreído en todos los sentidos, sin embargo no es así, ha vivido situaciones familiares muy fuertes, las cuales prefiere reservarse y tener muy guardadas.

Su vida cambió cuando fue a realizarse su chequeo médico habitual y al concluir el estudio en ambos senos, la especialista le toca las manos y le dice: “Tiene una bolita en su seno derecho y lo veo complicado”.

En esos momentos, recuerda, “sentí que un temblor, un miedo recorría todo mi cuerpo y me fui corriendo a la playa a pescar, lloré, grité enojada y me preguntaba ‘¿por qué a mí?’, sequé mis lágrimas y regresé a mi casa, claro que no estaba sola, Dios estaba conmigo”.

A partir de este momento ella se tomó de la mano de Dios y con la fe puesta en Él recorrió consultorios médicos, tratamientos, más estudios y opiniones y todos coincidían, había que operar, y llegó el momento más esperado y el más difícil: la cirugía.

“Entré sonriendo y así salí plenamente confiada en que Dios me daba otra oportunidad de vivir y que tenía que aprovecharla, vi a mi familia esperándome y esto me dio más fuerza, el sentir el amor de la familia en estos casos es primordial”, recuerda nuestra entrevistada que labora en la Terminal Marítima Madero.

A su mente vienen tantos recuerdos que aún le duelen, como el primer baño después de su operación y el cual fue en su casa. “Con ayuda de mi hija quitamos el vendaje y vi la magnitud de la herida, abrazada a ella lloré hasta cansarme, porque perdí mi seno derecho, mi pelo, pero nunca las ganas de vivir”, dice.

Pasaron los días y para Rosita esto significó que tenía una nueva oportunidad de vida y que había que aprovecharla, porque Dios en su enorme grandeza la había hecho una mujer más sensible, más humana ante cualquier situación.

Su vida continuó y así fue invitada en varias ocasiones a presentar sus testimonios en diversas foros sobre “El cáncer de mama” y sobre la manera en que enfrentó su enfermedad y donde recalca siempre: “Yo no tuve cáncer, en el momento de mi cirugía éste se fue a la basura y no hizo su efecto en mi cuerpo, yo no conozco una quimioterapia, yo solo recibí un tratamiento en pastillas, que me dio magníficos resultados, porque aquí sigo viva, sonriendo a la vida y disfrutando de cada momento por más simple que éste sea”.

Sus conferencias son muy motivadoras, porque invitan a las mujeres a que se valoren, se exploren, se amen y cuiden su hermoso cuerpo y también les habla a aquellas mujeres que tienen cáncer a que no se derrumben, porque esta enfermedad se alimenta de las lágrimas y el miedo.

En sus mensajes las invita a que nunca pierdan las ganas de vivir, a que luchen, a que sean unas guerreras y que nunca se rindan y les puso como ejemplo que en una ocasión le hicieron una biopsia en una mano y aún así acudió a apoyar a un grupo de compañeros en una competencia, porque “hay que echarle ganas y de uno depende salir avante lo más pronto posible”.

A pesar de sus situaciones familiares ella ama la vida, a sus seres queridos, a sus amigos y se caracteriza también por ser una mujer muy altruista, que siempre está dispuesta a apoyar causas nobles, porque sabe que Dios bendice a quien da alegremente.

Además de la pesca, ella practicó el atletismo, en 1998 en los Juegos Nacionales Interpetroleros donde logró ganar varias medallas de oro, plata y bronce y del que se ha retirado debido a su operación.

El mar es su mejor amigo, ahí con la mirada en el horizonte Rosita se siente tranquila, relajada y donde extiende sus brazos para decir: “¡Gracias Dios, por esta oportunidad de vida!”

En sus momentos de tristeza o depresión se refugia en su “Casita de pesca”, donde con sus instrumentos deportivos como mudos testigos, imagina cómo será su siguiente torneo de pesca donde espera salir ganadora, porque en su mente no existe otra meta que siempre ganar y así espera ganarle a la enfermedad que la acosa como un monstruo silencioso y al acecho.

En este puerto de Tampico, Rosa Edith Morales Guerrero es una mujer que es conocida en el ámbito deportivo como “Rosita Pescadora”, por su pasión a la pesca y quien grita a los cuatro vientos lo que es su mejor victoria: “Yo me detecté el cáncer a tiempo y por eso me casé con Dios, mi mejor oncólogo”.

SUS FRASES:

  • “Me acerqué al mar, mi mejor medicina”
  • “Me casé con Dios, mi mejor oncólogo”
  • “Mi mayor triunfo, mi vida”
  • Entré sonriendo y así salí plenamente confiada en que Dios me daba otra oportunidad de vivir y que tenía que aprovecharla

DATO

  • El cáncer de seno (o cáncer de mama) se origina cuando las células en el seno comienzan a crecer en forma descontrolada; es la segunda causa más frecuente de muerte en las mujeres
  • 42 mil 260 muertes se estima que ocurrirán este año por esta terrible enfermedad
  • 19 de octubre se celebra El Día Mundial Contra el Cáncer de Mama

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